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Corredor mediterráneo: los cambios necesarios

21/10/2011 por OSCAR ÁLVAREZ (*)

VALENCIA. La Comisión Europea ha decidido incluir el Corredor Mediterráneo entre las nuevas actuaciones de la Red Transeuropea de Mercancías. Se trata de una muy buena noticia para la economía de la dorsal mediterránea y para toda España. Aparecerá en el mapa una infraestructura que, de haberse aprobado en el año 2003, en lugar del eje central o 16 que prefirieron Aznar de presidente de Gobierno y Loyola de Palacios de vicepresidenta y comisaria de Transportes y Energía de la Comisión Europa, hoy podría estaría operativo y posiblemente haciendo la crisis más llevadera. Alegrémonos de su elección, que sobre su construcción y financiación aún queda mucho por decir.

El corredor mediterráneo será, ya lo es, una gran oportunidad pero también un importante reto. Es una oportunidad, para mejorar, para cambiar, para modernizar nuestro tejido industrial y económico y aprovechar las ventajas que nos brinda. Pero al mismo tiempo, es un gran reto. Un reto para aprovechar el tiempo, hasta su puesta en operación, para tomar las medidas que se necesitan para aprovechar esa nueva oportunidad, para tener una industria competitiva, para saber hacer frente al nuevo escenario de competencia que se avecina. Una oportunidad no exenta de fuertes incertidumbres, relacionadas con nuestra capacidad para adaptarnos a las nuevas condiciones que nos impondrá el corredor. Porque el corredor además de ser una cuantiosa inversión que, a buen seguro, traerá beneficios a corto plazo, si no actuamos correctamente se puede transformar en un problema.

Muchas, diversas y representativas son las personalidades que auguran las grandes ventajas que el Corredor Mediterráneo traerá a la economía valenciana (también al resto de la dorsal mediterránea, desde Andalucía hasta Catalunya). A muy pocas, si es que alguna, le hemos oído decir cuánto esfuerzo y sacrificio tendremos que asumir para beneficiarnos de esas ventajas, por ejemplo el de su financiación dado que la situación financiera de la UE y de España no son las mejores para su rápida ejecución.

Es sobradamente conocido, aunque por lo leído recientemente parece que no por todos, que las infraestructuras siempre han sido una condición necesaria para el crecimiento económico, pero casi nunca son, por si solas, condición suficiente para alcanzarlo. Y el caso del corredor no es diferente. Es cierto que el corredor, cuando esté terminado y plenamente operativo será la gran arteria que una toda la dorsal mediterránea con Europa, y eso es bueno, puede ser bueno. Es bueno porque nos acercará a nuestros mercados relevantes, porque reducirá los costes de transporte, será bueno para poder competir en nuevas áreas. Pero también trae sombras que debemos superar de inmediato. El corredor también es una muy buena noticia para nuestros competidores. Con puertos eficientes (Algeciras, Valencia, Barcelona) enlazados con el corazón de Europa, y con el sur, con un eje ferroviario rápido y de gran capacidad, nuestros competidores directos y potenciales también lo tendrán más fácil, sus costes logísticos también disminuirán.

Ya sea desde el otro lado del mundo, desde el otro lado del estrecho, o desde la comunidad vecina, todos los sectores, todas las industrias, todos los productos que lo deseen utilizarán el corredor. En otras palabras, las barreras actuales frente a terceros caerán y nos veremos más desnudos que nunca. Así, si no queremos ver como el puerto de Valencia y los trenes que circulan por el corredor sólo llevan productos foráneos que, debido a sus menores costes, nos excluyan del mercado, debemos empezar a tomar medidas. Ya deberíamos haber empezado.

No es bueno hablar, sólo, en abstracto sobre las virtudes que tendrá el corredor, hay que descender a lo concreto, planificar y tomar decisiones. Políticos, empresarios, fuerzas sociales, toda la sociedad, deben tomar consciencia de lo que realmente supone el corredor, deben trabajar en común, deberían haberlo hecho ya, para facilitar y promover los cambios que necesita nuestra estructura productiva. La economía valenciana necesita de un cambio profundo, de un cambio de modelo productivo, pero ese cambio no llegará con el corredor, o al menos no sería bueno que el cambio llegara cuando las mercancías de nuestros competidores llegarán por el corredor.

Lo deseable, lo adecuado, sería adelantarnos a lo que ha de venir y empezar a diseñar y organizar a aquellos sectores industriales que deberían utilizar ese corredor y hacer frente a la competencia que nos traerá. Porque, aunque no se diga, también afectará negativamente a algunos sectores. Unos y otros, los punteros y lo no tanto, son sectores que deberán ser apoyados y asesorados en el diseño de nuevas estrategias que les permita posicionarse frente a nuestros competidores.

Podemos seguir pensando en una economía de servicios, apostando por una economía sustentada en la tecnología punta, pero estos sectores no necesitan del corredor; pero si además apostamos, y fuerte, por la industria, la manufactura, la agricultura, esos sectores sí que son potenciales usuarios del corredor. No se trata de elegir unos en detrimentos de los otros, se trata de que seamos capaces de armonizar los diferentes sectores para hacerlos compatibles y complementarios.

Se trata de identificar los sectores que, por nuestra ventaja competitiva, tengan mayor potencial de crecimiento gracias al corredor, y apoyarles para que estén en condiciones de competir en ese nuevo entorno. Se trata de identificar los sectores que sufrirán, e incluso desaparecerán, con la entrada en funcionamiento del corredor, y diseñar su tránsito y reconversión hacia otro modelo productivo.

Las infraestructuras no son neutrales, y mucho menos un corredor como el que nos ocupa. Cuando el corredor esté operativo habrá perdedores y ganadores. Deseemos que hayamos hecho las cosas bien y que los perdedores sean pocos, si es posible ninguno, y los ganadores toda la sociedad. El "nuevo siglo de oro" no llegará si no actuamos deprisa y en la dirección correcta. Que el corredor en lugar de una oportunidad no se transforme en un problema.
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(*) Óscar Álvarez San Jaime es profesor de Análisis Económico en la Universidad de Valencia

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1 comentario

yo escribió
22/10/2011 02:16

EJE 16 ¡¡YA!!

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