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De político a banquero pasando por cajero

CARLOS DÍAZ GÜELL (*). 12/02/2011 "La imagen de Rodrigo Rato, responsable de las cuotas participativas sin derechos políticos durante su etapa de ministro de Economía con el PP, presentando resultados de Caja Madrid y anunciando la futura creación del Banco Financiero y de Ahorros bajo un gran cartel en el que de forma preeminente aparecía el vocablo “banco”, refleja de manera algo cruel la dinámica a la que se encuentran sometidas las cajas de ahorro españolas..."

MADRID. Quien asumía el protagonismo de ese gran improvisación denominada 'reforma financiera' y ejercía de crítico por el clamoroso diletantismo de las autoridades financieras españolas a la hora de fijar las necesidades del core capital de las cajas, era el mismo que en noviembre de 2002 ponía su firma a la Ley que modificaba el régimen jurídico de las cuotas participativas de las cajas de ahorros, dando nueva redacción a la Ley de 1985 sobre coeficientes de inversión, recursos propios y obligaciones de información de los intermediarios financieros.

Era el mismo Rato que siendo director gerente del FMI hacía suyo el informe en el que se planteaba la eliminación de las restricciones que impedían las fusiones entre cajas, la supresión de los techos de participación pública en sus órganos de gobierno y la necesidad de que las cajas emitieran cuotas participativas, sin derechos políticos, con el objetivo de abrir su capital e impulsar el aumento de los recursos propios.

Era, en definitiva, el Rato que instó desde Washington al Gobierno español a que introdujera medidas regulatorias encaminadas a reducir las participaciones industriales de las cajas de ahorros, una vieja reclamación del Banco de España a la que las cajas no habían hecho especial caso, hasta el extremo de que el 10 % del Ibex ha podido llegar a estar controlado directamente por estas entidades. Hoy es el Rato al que le toca jugar una partida con una mala mano.

Primero, porque se ha encontrado con una Caja Madrid que no es la entidad que esperaba, ya que la herencia recibida de Blesa –desgastado en sus batallas políticas con el gobierno autonómico de Madrid- dista mucho de ser la bicoca soñada que le permitiría grandes oportunidades personales y profesionales. Segundo, porque iniciar un proceso de reconversión como el que ha auspiciado el Gobierno de forma desordenada como lo demuestra el que no tengan todavía claro el porcentaje de core capital que se va a exigir –entre el 8 y el 10%, según la vicepresidenta- puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso: hoy la futura entidad bancaria tiene un core tier 1 del 7,04% por lo que el déficit de capital para llegar al 8% sería de 2.000 millones euros, de 4.000 millones si fuera el 9% y de 6.000 millones pára el 10 %.

Y tercero, porque sabe que la operación anunciada de sacar a bolsa una cuota de aproximadamente el 20% del capital del banco al cual las cajas que forman parte del SIP han transferido su negocio bancario, va a ser un camino complicado de cara a los futuros inversores ya que falta todavía un plan de repago de las preferentes suscritas por el FROB por valor de 4.450 millones de euros, el calendario de vencimientos es exigente (10% de los activos en 2011/12), y la entidad arrastra una elevada mora 3 promotor (17,8%) y un elevado volumen de activos subestándar (18,7%) que conlleva el riesgo de nuevas y muy elevadas provisiones.

Por lo demás, nada distinto a lo que se tienen que enfrentar la mayoría de sus colegas que creen que el proceso está viciado desde su origen y que el ambiente en el que se va a producir esta reforma es mucho más hostil de lo que hubiera sido deseable y ello puede hacer muy complicado el tránsito con un supervisor que tras años de permisividad y laxitud no parece dispuesto a pasar una. Así las cosas, los mercados parecen centrar su atención en el rigor con que se puede hacer esta transmutación, ya que las tentaciones pueden ser muchas y no todas buenas y el recuerdo de Ruiz Mateos y su modelo de entender la banca, siempre estará presente en la mente de todos. La transparencia se impone, aunque por ahora no se vislumbran signos de que vaya a ser una compañera del proceso.

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Carlos Díaz Güell es director de la revista 'Tendencias de la Economía'

 

 

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