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Carlos Pascual: "Combinar sexo y política para animar las urnas es una patochada frívola"

Plaza Privada / MARÍA COSTA. 27/11/2010 Fue premio extraordinario de carrera, título que aún no ha recogido. Se hizo notario por convicción, aunque hubiera sido "un buen abogado civilista". Ahora está donde quiere estar
VALENCIA. "Me considero una persona cordial e intelectualmente congenio con las diferencias, pero soy muy crítico", así se ve Carlos Pascual, notario y personaje singular de la sociedad valenciana. Fue premio extraordinario de carrera, título que aún no ha recogido. Se hizo notario por convicción, aunque hubiera sido un "buen abogado civilista". Está en muchos y variados frentes. Fue consejero del Instituto Valenciano de Finanzas, presidente de la Fundación "Cañada Blanch", presidente de ONO en la Comunidad Valenciana. Actualmente es presidente del Consejo Social de la Universitat de Valencia, de la Fundación Universidad Empresa de Valencia y miembro de AVE.  Eso sí, ninguna actividad merma su vida personal, le impide tomar una copa con los amigos en un pub valenciano o le obliga a llevar guardaespaldas. Está donde quiere estar.

 

-¿Sigue en la meseta profesional o ha cambiado de paisaje?
-Me mantengo en ella, pero empiezo a otear la bajada de la meseta. Aunque no tengo prisa por llegar.

-¿Qué perdemos?
-Protagonismo social, influencia profesional... Sería inteligente por mi parte recordar que la vida son etapas y si me apura, tercios. El primero de mi vida fue apasionante y lo volvería a vivir. ¡A ver si me reencarno! Luego llegas a la cúspide profesional y a partir de los 60 años, aunque se vive más calmado, socialmente empiezas a ser invisible.

-¿Se volvería a reencarnar en Carlos Pascual?
-Qué fácil se lo he puesto. Posiblemente sí. Más vale malo conocido que bueno por conocer.

-¿Sigue siendo un inconformista con clase?
-Soy rebelde dentro del sistema. Me considero una persona cordial e intelectualmente congenio con las diferencias, pero soy muy crítico y revisionista conmigo mismo y con lo que me rodea. Creo que todo es mejorable.

-¿Cómo se ve en el tercer tercio de su vida?
-No lo sé... igual sigo haciendo lo mismo, pero con unos años más. Es absurdo querer mantenerse siempre en el mismo punto. No entiendo ni a los ambiciosos que siempre quieren más y exhiben un fuerte afán de protagonismo, ni a los que se escaquean del trabajo y se esconden de la vida criticando lo que hacen los demás.

-¿Y dónde está usted?
-Estoy donde quiero estar. Reconozco que es muy difícil planificar la vida que queremos. En el diseño también intervienen los demás. De todos modos no reflexiono mucho sobre mí mismo. Pensar en vacío me resulta complicado. Quizá porque me pregunto y me respondo muy rápidamente. Así que al final sigo mi instinto. No soy de estrategias y planes cerebrales.

-¿Y sin estrategia puede llegar a estar en tantos frentes profesionales?
-Sí porque me divierte la variedad.  La vida me da sorpresas cada día, aunque últimamente desagradables. Hay mucho drama.

-¿Se mimetiza con sus clientes?
-En esta coyuntura es inevitable. Los que somos sensibles y tímidos parecemos fríos, pero nada más lejos de la verdad. El despacho asiste cada día a gente que entrega su casa en pago de deudas, te llaman pidiéndote ayuda, la notaría también se ve afectada. La situación es mala y además es una onda expansiva contagiosa.

-Fue premio extraordinario en la escuela y en la universidad...
-Por cierto, aún no he ido a recoger el título de premio extraordinario de la carrera.

-...¿Esa capacidad intelectual le da una visión diferente de la vida?
-No. Lo que más me deslumbra y admira es la inteligencia. Esas personas que son capaces de ver lo que los demás no ven. Pero no me considero ni más ni menos inteligente que otros.

-¿En qué no se considera tan listo?
-En organizar mi vida y encontrar tiempo para disfrutarla. Ser perfeccionista y estar encima de las cosas se lleva mal con encontrar momentos para viajar, por ejemplo. Eso sí, los fines de semana desconecto. El resto del tiempo, no sé irme.

-¿Quién de su familia se empeñó en que fuera notario?
-Nadie. Si bien estudiar Derecho fue genético. De los cinco hermanos, los cuatro varones hemos estudiado lo mismo. Opositar a notaria fue una decisión personal.

-¿Llevaba bien lo de enclaustrarse a estudiar?
-Fui un opositor singular. Saqué la oposición y además gané muchas copas jugando al tenis, llegué a ser hándicap 14 en golf, disfruté en las Fallas y me casé antes de acabar la carrera. Cuando tocaba me encerraba 12 horas diarias. No estudié en una urna. Tenía claro que a los 22 años hay que hacer un gran esfuerzo para que el segundo tercio de la vida puedas saborear las mieles. Éste es un buen consejo que siguen muchos jóvenes de hoy para quienes el rigor y el esfuerzo es la clave del futuro.

-¿De no haber sido notario, qué otra cosa hubiera sido?
-Sin duda hubiera sido buen abogado. Eso sí, civilista y mercantilista. El notario ha dejado de ser un asesor familiar y personal de los testamentos, las herencias y compraventas para estar involucrado en un mundo de negocios y empresas de gran nivel. Mis proximidades empresariales me han ayudado a mejorar como notario.

-¿Qué le aporta formar parte de tantos y variados colectivos profesionales?
-Aunque durante años me negué a ocupar los puestos que me proponían, un día decidí ser generoso con la sociedad que lo era conmigo, sin esperar nada a cambio, por supuesto. Es más una satisfacción personal, quizá egoísta, como el amor.

-¿Así lo ve?
-Enamorarse parece un acto de sumo desprendimiento y es el más egoísta que existe. Enamorarte es estar en una situación tan placentera que la reviertes en beneficio propio. Recibes más de lo que das. El acto de amar es un acto de egoísmo emocional que me parece estupendo. Si a una sociedad le entregas parte de tu esfuerzo es más las felicidad que obtienes con ello que el que obtienes con la valoración que hacen los demás. Para mí no es un modus vivendi, no vivo de ellos.

-¿Durante los diez años como presidente de la Fundación Cañada Blanch acabó dominando el inglés?
-No, ¡ojalá! Es una asignatura pendiente. La única situación en la que me encuentro incómodo es en los ambientes donde todo el mundo habla inglés y se presupone, por mi estatus, que lo hablo perfectamente.

-¿Y en la de ONO consiguió dominar la tecnología?
-Sobre todo el lavavajillas y programar las televisiones. Recuerdo que hace años estudiábamos como locos lenguajes de programación MS-Dos, informática... y parecía que si no sabías perderías el tren. ¡Cuánto esfuerzo y horas perdidas! Ahora solo hay que aprender a manejar un programa.

-¿Y como presidente de la Fundación del Valencia Club de Fútbol se mantuvo en forma?
-Sí, sí por supuesto.

-¿Con la visual?
-No. Me mantuve en forma institucional porque quise defender la fundación que había pensado. Cuando me di cuenta que no iba a poder desarrollar mi proyecto, dejé el balón y salí de allí.

-¿Cree que sexo y política animarán las urnas?
-Aparte de corroborar que la erótica del poder existe, me parece una patochada frívola la combinación.Si la fórmula funciona tendremos que revisar el trasfondo social.

-¿De qué nunca daría fe?
-De lo que no haya ocurrido.

-¿Con qué música se pone las pilas?
-El jazz y el rock de Elvis Presley o Billie Holiday.

-¿Carmen Calvo sigue siendo la pasión de sus paredes?
-Es una de ellas. Carmen es una gran apasionada.

-¿Ha logrado evolucionar de la cultura del microondas a la del minipimer?
-(Risas). No. El minipimer es ese gran desconocido.

-¿Cómo, ahora que la tecnología no tiene secretos para usted?
-Sí, pero no tengo paciencia. Sigo en la cultura del microondas y las ensaladas.

-¿Cómo escapa de los paparazzi valencianos?
-Uno ya es veterano y tiene su vademécum para ahorrarse disgustos por la mañana al leer el periódico. Tengo tres máximas. Llegar siempre tarde a los actos sociales, a los que concurro encantado, quedarme en segunda fila y por nada del mundo posar en el fotocall.

-¿Cree que hay muchos empresarios con caché en Valencia que piensan como usted?
-Hay de todo. Normalmente los más importantes no salen en prensa. Otros dicen que no quieren salir, pero en cuanto se enteran de que hablan de ellos se compran el kiosco entero...

-¿De qué habla cuando está sólo consigo mismo?
-Mi cabeza rebosa imaginación últimamente. Me maravilla pensar cómo podemos pensar tanto, resolver cuestiones, imaginar lo inimaginable y no controlar absolutamente nada.

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