X. MORET / E. PASTOR. 12/08/2015 La Generalitat y la concesionaria buscan alternativas para definir los usos de un edificio que el anterior Consell adjudicó sin estar finalizado. Filtraciones de agua, puertas que se rompen o falta de sistemas de seguridad anticaída, principales cuestiones a resolver

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VALENCIA. El Ágora no está en condiciones para los usos proyectados por Avanqua, la empresa que se ha adjudicado la explotación de este espacio junto al Oceanogràfic para los próximos quince años. Esta es la principal conclusión de la auditoría encargada por el nuevo gestor para evaluar el estado actual de un edificio que el anterior Consell sacó a concurso pese a estar sin terminar. El informe revela importantes deficiencias en la cubierta, problemas de seguridad y deterioro de elementos estructurales que impiden que el edificio pueda estar operativo.

Por ese motivo, la Generalitat y el adjudicatario se han dado dos meses para estudiar las posibles soluciones a esos problemas y delimitar los usos que se le pueden dar a este espacio. A diferencia de lo que sucede con las instalaciones del Oceanogràfic, donde la concesionaria ya ha comenzado a operar, el Ágora aún no ha sido formalmente entregada. Las condiciones del concurso contemplaban la posibilidad de abrir una prórroga en la entrega del edificio, por lo que las dos partes han acordado frenar el traspaso y centrarse en resolver las deficiencias detectadas por Avanqua en el edificio diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava.

Según recoge el informe del que ha tenido conocimiento ValenciaPlaza.com, la auditoría detalla múltiples deficiencias sobre el estado de este edificio en el que el anterior Gobierno invirtió 96 millones de euros y que, debido a que no llegó a terminarse, fue recepcionado de forma parcial.

Además de la ausencia de elementos como el falso techo o sistemas de seguridad anticaída, los principales defectos detectados por los expertos que firman el informe tienen que ver con las filtraciones de agua como consecuencia del estado de la cubierta y que el edificio no sea estanco. De hecho, es habitual ver en algunos de los eventos unas grandes lonas interiores en el edificio para evitar que el agua caiga sobre los asistentes. Estas filtraciones implican que la estructura se deteriore mucho más rápido.

La calidad de los materiales utilizados también es un problema. Es el caso de las puertas de cristal, sobre las que se llama la atención por la facilidad con la que se rompen o el óxido y el moho que se acumula sobre algunos materiales aislantes. Entre los desperfectos más considerables también se encuentran la falta de tramos de falso techo en la planta baja, la falta de revestimiento de trencadís en la zona interior, elementos de vidrio roto en el acceso a los aseos o en la fachada del edificio y las humedades en la planta del sótano. A esto se suma, por ejemplo, que las puertas de carga y descarga no funcionan y tienen que usarse de forma manual.

En estos momentos, la empresa constructora también está realizando la rehabilitación del trencadís y que pasa por fijar las chapas y volver a recubrirlas con el fin de que no sufran la misma suerte que el Palau de Les Arts, en el que hubo que quitar toda la cerámica. Tampoco se salvan los estanques que bordean al edificio, que también han sufrido los daños del asentamiento del edificio, a los que se suman caída de trencadís o zonas oxidadas.

A pesar de que la obra se entregó sin terminar, el estudio del arquitecto en 2013 certificaba que las obras ejecutadas bajo su dirección estaban finalizadas y permitían realizar las actividades previstas en el proyecto, además de cumplir las condiciones de seguridad y estabilidad siempre que se conservaran de la forma adecuada. Mientras, el informe apunta a que se trata de un edificio inacabado por lo no tiene el Certificado Final de Obra, tanto solo obtuvo el parcial.

Cualquier definición de usos para este espacio implica necesariamente rematar la obra y resolver estos problemas. El Consell está estudiando el coste y la forma de solventarlos de la manera más rápida posible, ya que el contrato obliga a no exceder los dos meses en la entrega del edificio al adjudicatario. La solución, no obstante, es compleja porque exige contar con el visto bueno del arquitecto. La sustitución de las puertas, por ejemplo, implica variar el proyecto constructivo inicial, para lo que se necesitaría la autorización de Santiago Calatrava. Durante estos años, el Ágora ha acogido eventos como el Open 500 de Tenis, fiestas de Nochevieja, conciertos o un congreso del Partido Popular.