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Se va la primera mujer alcaldesa de Alicante y la que más votos ha dado al PP

ANTONIO MARTÍN. 23/12/2014

ALICANTE (EFE). Sonia Castedo, que ha anunciado hoy su dimisión a través de las redes sociales, se ha hecho un hueco en la historia política de Alicante por haberse convertido, en 2008, en la primera mujer en ocupar la alcaldía, y también por haber sido la que más votos ha dado al PP en las elecciones municipales.

La controvertida Castedo, nacida en Ribadeo (Lugo) hace hoy 44 años, recibió el relevo en la alcaldía de manos de su mentor político, el también popular Luis Díaz Alperi, con quien ha compartido penas y glorias durante las cuatro mayorías absolutas que este consiguió.

Entre los sinsabores, sus respectivas imputaciones en las ramas del caso Brugal relativas a las supuestas ilegalidades en el diseño del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y en el plan urbanístico del barrio de Rabasa, que desde 2009 les han dejado "marcados" de cara a buena parte de la opinión pública.

De los buenos momentos destacan sus repetidos éxitos electorales, la última y más amplia la cosechada por Castedo en 2011 al lograr 18 de los 29 concejales en liza frente al descalabro del principal rival, el PSPV-PSOE, que únicamente obtuvo 8.

Sólo el socialista José Luis Lassaletta en su segundo mandato y coincidiendo con el vendaval del PSOE en toda España, en 1983, logró una mayoría más holgada, con 19 actas por 8 de los populares.

Uno de los incondicionales defensores políticos de Castedo ha sido el expresident de la Generalitat Francisco Camps, con quien la primero concejal y luego alcaldesa se alineó desde el primer momento en el pulso que durante años se libró en el PP entre los campsistas y los afines a Eduardo Zaplana, encabezados en Alicante por el ex presidente de la Diputación y también imputado en otra pieza separada del Brugal, José Joaquín Ripoll.

Castedo se ha caracterizado por una doble faceta de "mano dura" con la oposición, a la que incluso ha restringido la información municipal y el número de asesores, y de "cercanía" con gran parte de la ciudadanía, a la que sabe hablar de "tú a tú".

De este modo, no ha sido difícil verla por los barrios con motivo de festividades o devociones, especialmente en las fechas de Semana Santa y las Hogueras de Sant Joan.

En unos años de profunda crisis económica, no ha sabido o podido acometer algunos de los grandes proyectos de la ciudad -como culminar el PGOU, el centro de congresos o el paseo litoral- y ha tratado de compensarlo sin demasiado éxito tratando de mejorar la estética de las calles.

Lo ha hecho con iniciativas no siempre bien entendidas por los vecinos, como la indiscriminada colocación de flores con el lema que impulsó al poco de llegar de "Alicante: ¡Guapa, guapa y guapa!".

Como siempre en su trayectoria, Castedo ha alternado buenos y malos ratos en los dos últimos años: los mejores sin duda con motivo del nacimiento de su segunda hija, el pasado abril, y los peores los sinsabores a consecuencia de su situación judicial y la asfixiante presión mediática que ha acarreado.

Normalmente atenta con los medios de comunicación, seguramente por coherencia tras su paso como responsable del gabinete municipal de prensa en el primer mandato de Alperi (1995-99), no acostumbra a rehuir las preguntas incómodas y en todo momento ha mantenido su inocencia y el convencimiento de que los alicantinos y alicantinas están con ella.

En 1999 comenzó una fulgurante carrera política por la concejalía de Turismo, Playas y Partidas Rurales para pasar por Urbanismo antes de ser alcaldesa y diputada autonómica en Les Corts Valencianes.

Los vaivenes de su carrera no serán impedimento para que, en breve, su retrato pase a formar parte de la "galería de los alcaldes", que contiene los retratos de 55 antecesores, desde Germán Beltrán (1870), pasando por el gran benefactor de la ciudad Eleuterio Maisonnave (1891) y terminando por Lassaletta, Ángel Luna y Alperi.

En cambio sí lo podría ser que la citada galería pictórica (en la antesala del salón de plenos) se haya quedado aparentemente sin huecos libres en sus cuatro paredes tras "llegar" Alperi, lo que obligará a optar por "apretujar" los cuadros o habilitar una nueva estancia, siempre que se quiera seguir con la tradición

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