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Un by-pass político para la Comunidad Valenciana

CARLOS GONZÁLEZ TRIVIÑO. 09/10/2014 "La Comunidad Valenciana va a tener que adaptarse a los desafíos venideros sin disponer de cerebro..."

Foto: Eva Mañez

VALENCIA. Como cada cuatro años, celebramos ahora el ritual bisiesto de otro 9 d'Octubre preelectoral, en un contexto que ha resultado ser aún más imprevisible de lo previsto. El Partido Popular no puede dar ya más muestras de incapacidad para detener su propia corrosión y debería plantearse como mejor opción la de tomarse una legislatura sabática (los partidos también necesitan el barbecho). El PSPV lleva 20 años sin abandonar su compás de espera, siempre puesto en el papel de legítimo heredero que nunca ha hecho otra cosa más que sentarse a esperar el fallecimiento de su rival.

Sin embargo el PSPV se encuentra con que dentro del testamento político del Partido Popular podrían colarse inesperadamente nuevos legitimarios. Lo mismo le ha sucedido a Compromís. Cuando los nuevos llamados a heredar empezaban a soñar con dar el sorpasso a los socialistas primogénitos, ha irrumpido el efecto Podemos, infundiendo a Compromís la psicosis de ser ellos la víctima y no el verdugo del sorpasso. El empresariado parece haber olfateado la sangre ya, pues protagoniza iniciativas mutantes. La sociedad civil se palpa, pero no termina de identificarse. Y para colmo, lo más sorprendente podríamos no haberlo visto todavía.

Hace pocos días, el Club de Encuentro Manuel Broseta oficiaba una muy concurrida celebración de su 30 aniversario. Los presidentes anteriores de la institución, José Luis Boronat, José Luis Martínez Morales, Vicente Garrido y Fernando Puente, junto al presidente actual Paco Puchol, compusieron en la secuencia de sus intervenciones una interesante explicación genealógica respecto a los orígenes, el desarrollo y el momento actual del Club de Encuentro, historia que transcurre paralela a la historia política y social de la Comunidad.

Manuel Broseta y el Molt Honorable Alberto Fabra completaban la mesa redonda. El detalle (menos anecdótico de lo que pueda parecer) llegó cuando Broseta manifestó ante un auditorio tan cualificado y amplio su preocupación por la falta de proyectos y liderazgos en el momento presente, con la efigie del president cara al público siguiendo en directo la intervención, apenas unos centímetros a su izquierda.

El gran dinamismo de la nueva realidad social ha liquidado el monopolio de lo político. No hay unas siglas ganadoras, hay un discurso político ganador y está al alcance de quién lo sepa articular. Habrá que ver la composición institucional a qué da lugar en la Comunidad Valenciana el nuevo orden de fuerzas que ha nacido ya y solo está a la espera de poder celebrar su particular consulta.

Las grandes siglas familiares del tradicional sistema de partidos se ven sobrepasadas por una amalgama de movimientos, demandas sociales, iniciativas, fenómenos televisivos y digitales, que finalmente han ido adoptado -con éxito notable- la forma de listas electorales. Podemos, nutriéndose de abundantes jóvenes muy energéticos y capaces, es el exponente más claro de esa incubación social del malestar y de la inoperancia con que han reaccionado frente a él las formaciones históricas.

El gran problema de la Comunidad Valenciana, con o sin nuevo panorama electoral, es que sigue siendo un drama político que solo programa episodios de incendios y riadas. Entre tanto caos y tanta naumaquia ¿quién podría ofrecer un poco de orden?. ¿Quién una idea, un proyecto, un plan?. Porque el problema no es una simple depuración. El problema es quién y cómo se actualiza el software del proyecto económico y social de la Comunidad, algo que requerirá la existencia de acuerdos y de vida inteligente. La respuesta es todo un misterio, o mejor un imposible metafísico.

Si todos los caminos de la vertebración que son necesarios para planificar a medio y largo plazo están obstruidos, nuestro territorio necesitaría entonces algún by-pass político, un salvoconducto por el que canalizar evidencias, análisis y energías compartidas. Dado que los peligros en nuestra contra sí están bien organizados, habría que ir pensando en algo así como una zona franca de la diálectica social, a caballo entre lo politico, lo civil, lo científico y lo empresarial (¿un think-action-social-tank?). Un entorno de comunicación fluida, donde pudiesen participar -con argumentos pero sin argumentarios- los agentes clave de la Comunidad Valenciana a través de sus interlocutores más lúcidos, dialogantes y flexibles. Si las soluciones políticas no se innovan, de la aplicación del reglamento no obtendremos nada de utilidad.

Como territorio de futuro, como sociedad, como pueblo político, como entelequia-región, la Comunidad Valenciana va a tener que adaptarse a los desafíos venideros sin disponer de cerebro, dado que estamos frente a un organismo que colectivamente sigue sin cobrar conciencia de la necesidad de tenerlo. La cuestión es si no podríamos al menos tener un cerebelo, un órgano de menores dimensiones, democráticamente delegado, capaz de articular la continuidad del paso de los días sin desorientarse. De preservar las constantes vitales de ciertas objetividades compartidas y de trabajar desde un segundo plano por integrar las vias sensibles y motoras de la Comunidad.

Lo que celebramos hoy 9 d'octubre es precisamente la toma -pactada- de la ciudad de la Valencia musulmana por las tropas cristianas de Jaume el Conqueridor. Los ciclos y acontecimientos del Reino de Valencia siempre han principiado por el Cap i Casal. El profesor Josep Boira convocó hace algunos días, junto al vicerrector Jorge Hermosilla, una primera reunión de expertos en torno a una tormenta de ideas para la Cátedra Ciudad de Valencia de la UV.

La política valenciana necesita telescopio, microscopio y periscopio. Y a día de hoy no dispone de ninguno de los tres. No tenemos ningún instrumento panorámico desde el que asomarnos a un futuro muy complejo, que lo que necesita es, ante todo, capacidad de visión. En la apertura del curso académico de EDEM, el decano de la Facultat de Económiques Vicent Soler, llamaba la atención sobre la necesidad de acometer "acciones colectivas" para transformar nuestra mentalidad y emprender el camino de la recuperación. Algo parecido ha señalado Andrés García Reche muy recientemente, indicando que deberíamos ser capaces de ponernos de acuerdo respecto a dónde queremos ir y por qué.

El ciclo político contemporáneo que podría estar llegando a su fin también dio comienzo en la ciutat. Y la historia una vez más se podría repetir, pues la pedagogía necesaria para los cambios está ya muy madura en medio de un clima urbano que se encuentra en plena efervescencia extraoficial de sus clases medias. Supongo que les suena.

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1 comentario

13/10/2014 08:30

Muy buen artículo Carlos, merecería ser editorial de algún diario de fecha 9 de Octubre, pero de éste año o de de cualquier 9 de Octubre desde hace 20 años. Muchas gracias por tus acertadas reflexiones.

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