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VALENCIA. El inmenso potencial del territorio y del capital humano de la Comunidad Valenciana son los únicos soportes creíbles sobre los que implementar una estrategia de recuperación para nuestra sociedad. Una buena forma de pronosticar el destino de una sociedad es analizar la calidad intelectual y administrativa de sus estrategias territoriales: su realismo, su modernidad conceptual, su rigor técnico, su huída de las grandilocuencias, su transparencia, su creatividad y su compromiso real con el interés general.

Baste recordar que la reciente aportación de fondos comunitarios a las entidades financieras españolas no es otra cosa sino la última secuela derivada de un cultivo indiscriminado de los usos del suelo, de una cultura inmobiliaria sociológicamente perversa, de una concepción mediocre del valor económico, de un significativo desprecio de la planificación pública hacia el sentido del medio y el largo plazo, así como de la insensibilidad respecto a otros valores más inmateriales del territorio como la estética y el paisaje.

En la actualidad lo más importante, sin embargo, es encontrar fórmulas que permitan hacer de nuestros grandes activos territoriales un factor para la recuperación económica, una garantía para la cohesión social y un adecuado soporte para la calidad medioambiental. El territorio no solo es un registro insobornable de los principales errores cometidos durante el pasado, es también una base potencial sobre la que planificar un futuro capaz de evitar esos errores y de devolver a la sociedad valenciana sus expectativas de prosperidad.

En cuanto al desarrollo económico del territorio, es indispensable que se disponga de una exhaustiva base de información sobre las oportunidades globales de inversión que incorporan necesidades territoriales de implantación. Por más que la situación económica mundial atraviese una coyuntura tan complicada y singular, todos los años se adoptan en el mundo innumerables decisiones de emplazamiento y de localización de proyectos industriales, empresariales, científicos, logísticos, educativos, culturales y de todo tipo. Otra cosa es que el conjunto de esa información sea desconocida para quienes administran el territorio, o que no esté integrada en el marco de una estrategia sistemática de exploración de oportunidades para el territorio de la Comunidad Valenciana.

Para cualquier territorio es importante no dejar las oportunidades de inversión a la iniciativa de los agentes que deseen fijarse en ese territorio, sino ejercer un liderazgo activo respecto a la búsqueda de las mismas, sobre bases globalizadas, consistentes y actualizadas de información. Este liderazgo también evitaría un cierto efecto de rendición incondicional frente a proyectos de inversión que tal vez no sean todo lo coherentes con el modelo de sociedad que nos interesa construir.

Resulta inconcebible que no exista una evaluación pormenorizada de nuestros activos territoriales en términos de mercado global de inversiones en toda la diversa complejidad de oportunidades que éste ofrece, y que esa información no esté cruzada de manera fiable con la abundante información sobre demanda para usos territoriales.

Corremos el peligro de que sin una planificación económica inteligente y competitiva del territorio, se resienta la cohesión social de su estructura, o pierda intensidad la mejora de sus activos medioambientales.

Para terminar, una breve mención a la situación actual del sistema de ciudades de la Comunidad Valenciana, en especial sus capitales de provincia. Es innegable que durante los últimos años nuestras grandes ciudades han experimentado un crecimiento espectacular, que han jugado un papel económico positivo y muy importante que se ha visto favorecido por una coyuntura general que ahora, no obstante, ha desaparecido por completo. Es imprescindible hacer un esfuerzo de actualización que pueda reposicionar nuestros modelos de crecimiento urbano ahora que sus fuentes anteriores se han agotado.

El territorio de la Comunidad Valenciana, su sistema de grandes y medianas ciudades, sus parques naturales, sus áreas metropolitanas, su litoral y su interior, son magníficos argumentos potenciales a favor de la recuperación. Necesitan ser atendidos con una mirada renovada, dejarse transformar desde la intensa participación de la sociedad civil a través de un liderazgo público de calidad.

El terriorio contiene todas las semillas necesarias para nuestro bienestar. Pero como siempre, la tierra ha de cultivarse con respeto, con ingenio y con la generosidad puesta en el futuro de quiénes habrán de recoger sus frutos.