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VALENCIA. El presidente de la Generalitat y líder del PPCV, Alberto Fabra, se enfrenta en los próximos meses al reto más importante de su carrera política: lograr estabilizar definitivamente el partido en la Comunitat Valenciana y proyectar las políticas de su gobierno para lograr la confianza de la ciudadanía y darle un vuelco a los sondeos que indican la pérdida de la mayoría absoluta.

No es una misión menor. Más aún con la crisis económica todavía presente, unas elecciones europeas complicadas en el horizonte y las consecuencias de duras medidas adoptadas como el cierre de Radiotelevisión Valenciana. ¿Qué caminos puede tomar Fabra en la estrategia para los siguientes compromisos?

Días atrás, el diario Las Provincias apuntaba a que el presidente se había planteado una remodelación del Consell que, tras el grave problema surgido con el cierre de RTVV, habría sido pospuesta. Aunque las fuentes de la Generalitat consultadas por este diario no confirman que esta remodelación esté sobre la mesa, diversos altos cargos sí contemplan la posibilidad de que existan cambios en el Gobierno valenciano entre finales de enero y principios de febrero.

Una vez celebradas las elecciones europeas, previstas para mayo de 2014, la formaciones políticas de la Comunitat Valenciana pasarán a vivir en una cuesta abajo casi constante de cara a los comicios locales y autonómicos de 2015. Es por ello que, según admiten las distintas fuentes consultadas en partido y gobierno, las citadas fechas serían las más propicias para que el presidente ajuste las piezas de la maquinaria de forma definitiva para enfrentarse a las pruebas electorales que tiene por delante.

CÍSCAR, UNA DE LAS PRINCIPALES INCÓGNITAS

El vicepresidente, conseller de Agricultura y portavoz del Ejecutivo, José Císcar, ha sido el escudo de Fabra desde que fue nombrado número dos del Gobierno valenciano la última semana de 2011. El desgaste ha sido intenso: casos como el del Valencia CF, la fallida macroprivatización en Sanidad, la gestión del aeropuerto de Castellón, el Gran Premio de Fórmula 1 o, en las últimas semanas, el cierre de RTVV, han obligado a Císcar a largas comparecencias ante los periodistas en las que, a menudo, le ha tocado defender problemas arrastrados del anterior mandato. 

En los últimos tiempos, la vicepresidencia que capitanea Císcar, especialmente desde la marcha en verano del subsecretario Jesús Marí y con el relevo de Rafael Sánchez Pellejero, ha dejado de ser el epicentro único de todos los asuntos relevantes que acontecían en el Consell.

Cabe recordar que Císcar, además de diputado, es también el presidente provincial del PP de Alicante, lo que le convierte en uno de los dirigentes políticos valencianos con mayor número de responsabilidades en distintos ámbitos. Diferentes fuentes de Consell y partido admiten que el vicepresidente podría disminuir su carga en el Ejecutivo de cara a los compromisos electorales para centrarse así en la provincia de Alicante.

De producirse un cambio en el rol de Císcar, habría que ver el encaje: descender de grado a un vicepresidente para dejarlo en conseller de Agricultura es atípico en política. Una de las opciones que apuntan distintas fuentes es que cediera la portavocía del Consell y mantuviera el resto de sus responsabilidades.

EL PAPEL DE SERAFÍN CASTELLANO, UNA DE LAS CLAVES

Si hay un dirigente político que no deja indiferente en el Consell es Serafín Castellano. Responsable de la cartera de Justicia y secretario general del PPCV, ha mantenido un duelo soterrado con Císcar por ser la mano derecha del presidente. En algunos sectores del partido apuntan a que podría recoger las competencias que dejara Císcar, especialmente en lo que se refiere a la portavocía del Ejecutivo.

Esta opción, sin embargo, desata un debate interno en el PPCV, donde algunos pesos pesados como Alfonso Rus, presidente provincial del PP de Valencia, y la alcaldesa Rita Barberá, no verían con buenos ojos que Castellano aglutine mayores poderes en el Consell mientras sigue manteniendo la secretaría general del partido.

De hecho, muchas de las críticas internas que recibe Castellano desde diversos cuadros del partido se dirigen, además de los ‘tira y afloja' por el territorio, a la falta de ‘punch' de la formación popular. Es decir, a su juicio, falta actividad.

Así, las citadas fuentes populares, especialmente las que forman parte de las direcciones provinciales del partido, consideran que si Castellano acumula más poder en el Consell, Fabra debería nombrar a un nuevo secretario general del PPCV con una dedicación más exclusiva al ámbito orgánico y que implicara mayor conexión con las citadas estructuras provinciales con la intención de relanzar la actividad en la formación popular de cara a las elecciones.

No obstante, las quinielas se suceden. Mientras desde Presidencia se responde que de haber cambios "solo están en la cabeza" de Fabra, altos cargos y ciertos dirigentes del PPCV creen que Castellano podría llegar a mantenerse en número dos del partido y también del Consell. Otros, apuntan mayores responsabilidades al conseller de Sanidad, Manuel Llombart, y hay quien sitúa a la titular de Infraestructuras, Isabel Bonig, como próxima portavoz del Consell.

Diversas teorías que, sin embargo, giran en torno a una principal que ha hecho crecer los nervios tanto en la formación popular como en el segundo escalón del Ejecutivo: la posibilidad que muchos consideran factible de que el presidente Fabra realice algunos cambios antes de enfrentarse definitivamente a la cita electoral europea.