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LA OPINIÓN PUBLICADA

Bárcenas se cruza en el camino de Rajoy

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA. 14/07/2013

 "Rajoy optó por empeñar su palabra, ahora en duda de nuevo. Un camino largo, farragoso y difícil, que en su momento deterioró paulatinamente la posición de Camps y que acabó conduciéndolo a su dimisión. Bien es cierto que Camps sólo dimitió por la presión de... Rajoy..."

VALENCIA. En los últimos meses, desde el PP y desde el Gobierno se ha venido desarrollando la idea de que las cosas se les estaban poniendo paulatinamente un poco mejor, y que las perspectivas en los próximos meses y años ya no eran tan tenebrosas como hasta ahora cabría esperar. Por un lado, por el misérrimo estado de la oposición (véase PSOE), sin cuya recuperación es difícil, ahora mismo, pensar en un escenario en el que el PP pueda verse descabalgado del poder. Por otro lado, por los supuestos síntomas de recuperación económica.

Síntomas muy discutibles (a veces parece que sólo se los creen en el Gobierno, en el supuesto de que, en efecto, se crean lo que dicen) y que habrá que cotejar con los datos del paro de septiembre -octubre, para ver si queda algo tras la previsible destrucción de empleo temporal achacable al turismo veraniego; pero síntomas de recuperación que, al menos, permitirían que el gobierno español vendiese algo a la ciudadanía más allá de "sangre, sudor y lágrimas". Y aunque ya se sabe que los brotes verdes los carga el diablo, la verdad es que la hipótesis de la recuperación sí que comenzaba a calar, al menos, en el público afín al PP.

En este escenario, con el caso Bárcenas languideciendo, a Rajoy ya sólo le quedaba el independentismo catalán para entretenerse; e incluso este problema parece últimamente algo desvaído, al aplicarle Rajoy su solución favorita, tras decir aquello de que los catalanes "exportan" y "hacen cosas": no hacer nada.

Tampoco había hecho nada Rajoy respecto del extesorero del PP, Luis Bárcenas. Pero sí que lo protegió durante años, puso la mano en el fuego por él y permitió -es un suponer- que continuase vinculado a Génova hasta una fecha tan tardía como enero de 2013 (recuérdese la antológica explicación de Dolores de Cospedal sobre el despido "diferido" de Bárcenas, a razón de 20.000 euros mensuales durante dos años.

Y Bárcenas le correspondió, durante todo este tiempo, no haciendo nada (la filtración de los famosos "papeles" al diario El País fue obra de Jorge Trías, al parecer contra la voluntad de Bárcenas); manteniendo su silencio y negándose a colaborar con el juez Ruz. Hasta ahora.

Rajoy: Camps o Juan Carlos I

Unos días en Soto del Real han sido suficientes para que Luis Bárcenas se haya sentido abandonado por su partido y por Rajoy y haya optado por comenzar a "hacer cosas", como los catalanes. En concreto, haciendo declaraciones y filtrando documentos comprometedores para ambos, Partido Popular y presidente del Gobierno. Primero una una página que muestra sobresueldos cobrados por Rajoy (entre otras personas de la cúpula del PP a finales de los noventa) en los años 1997, 1998 y 1999. En total, unos quince millones de pesetas, claramente incompatibles con la condición de ministro que entonces tenía Rajoy. Ministro, además... de Administraciones Públicas, justamente el ministerio encargado de velar por la correcta aplicación de la Ley de Incompatibilidades.

Y hoy mismo, en el diario El Mundo, se publican unos SMS entre Rajoy y Bárcenas que muestran que el silencio del extesorero en estos últimos meses obedecía a un compromiso con Rajoy; es decir, lo que todo el mundo asumía y sospechaba queda demostrado.

La cuestión es si puede demostrarse que Rajoy cobrase esos sobresueldo. Si es cierto, parece difícil que Rajoy pueda escaparse de asumir responsabilidades en este caso. No le quedaría otra salida que dimitir. Y no sólo porque es, evidentemente, impresentable que el presidente del gobierno haya cobrado sobresueldos no declarados; provenientes, además, de donaciones de empresarios a cambio de quién sabe qué, probablemente adjudicaciones y contratos públicos en administraciones gestionadas por el PP. Sobre todo, Rajoy no tendría escapatoria porque él mismo se cerró cualquier camino alternativo cuando negó tajantemente haber hecho aquello de lo que ahora, de nuevo, le acusan los famosos papeles de Bárcenas: haber cobrado en negro.

(FOTO: EFE)

Rajoy habría hecho, en suma, lo mismo que Camps: negarlo todo en un primer momento para, después, y ante la fuerza de los hechos, no tener más remedio que desdecirse. Si Rajoy, por el contrario, hubiera hecho como Juan Carlos I y hubiera pedido disculpas, o al menos reconocido los hechos (todo lo "suavizados" que se quiera: "lo hice para pagarme seguridad privada contra ETA", etc.), quizás, en un país como España, históricamente tan poco exigente en la depuración de responsabilidades, habría podido librarse.

En cambio, Rajoy optó por empeñar su palabra, ahora en duda de nuevo. Un camino largo, farragoso y difícil, que deterioró paulatinamente la posición de Camps y que acabó conduciendo a la dimisión. Bien es cierto que Camps sólo dimitió por la presión de... Rajoy. Falta ver si Rajoy puede sustraerse a las presiones que, en caso de que sus peores perspectivas se confirmen, a buen seguro tendrá para que dimita. De dentro y de fuera de España. Y, por supuesto, aún está por ver que lo que figura en los papeles de Bárcenas sea cierto. Pero las perspectivas no son demasiado buenas para Rajoy.

Es difícil de entender su actitud con Bárcenas todos estos años, teniendo en cuenta lo que ahora ha reconocido Bárcenas: su función de intermediación con empresarios para que su partido se financiase ilegalmente. Ya hay voces en el PP que buscan agarrarse a la prescripción de los hechos, reconociendo tácitamente que los sobresueldos en negro sí existieron. Es decir: asumir que las responsabilidades políticas, como tales, no existen en España, y que todo lo que no sea un delito (o lo fuera, pero hubiese cadicado) no tiene importancia.

Otra estrategia consiste en separarse todo lo posible de Bárcenas, catalogándolo como un delincuente sin credibilidad; pero el problema de hacer eso es que ese delincuente sin credibilidad estuvo a cargo de las cuentas del PP durante veinte años, y tenía tanto peso en el partido que hasta anteayer, como quien dice, el PP continuó pagándole un sueldo y dejándole un despacho.

Vuelve el tándem Pedro J. y Aguirre

No hay una respuesta fácil del PP al caso Bárcenas, fundamentalmente porque todo apunta a que este caso es, también, el "caso PP". La cuestión es hasta qué punto tiene Bárcenas material comprometedor, y hasta qué punto está dispuesto a mostrarlo. Por ahora, todo apunta a que Bárcenas va a tirar de la manta con todo lo que tenga a su alcance: ya hemos tenido un aperitivo de los famosos "papeles" y algunos sms intercambiados con Rajoy. El lunes, tras su nueva declaración ante el juez Ruz, tendremos más elementos de juicio para saberlo. Mientras tanto, Bárcenas se ha dirigido al diario El Mundo para comenzar a desvelar lo que sabe (o quiere hacer creer que sabe), que sin duda es mucho. Es una buena elección.

Por potencia de fuego mediática y por capacidad de influencia sobre un público electoralmente muy interesante para el PP: liberal-conservador, con una media de edad sensiblemente más baja que la de otras cabeceras de prensa afines al PP. Se trata de un público que posiblemente vote en su mayoría al PP, pero podría plantearse otras opciones. También es una buena elección por la contumacia con la que su director, Pedro J. Ramírez, tiende a perseverar en los escándalos (reales y, en ocasiones, inventados) que su periódico desvela. Durante años o incluso décadas.

De hecho, puede considerarse que la publicación de una hoja de los cuadernos originales de Bárcenas abre un nuevo round en el ya largo historial de Pedro J. Ramírez como antagonista mediático privilegiado de Rajoy. En 2008, tras la segunda derrota electoral de Rajoy, Pedro J. encabezó desde su periódico una operación para sustituirle. En septiembre de 2012, en un momento en el que las perspectivas económicas de España eran aún peores que ahora, Pedro J., de nuevo, comenzó a solicitar la dimisión de Rajoy. Y ahora, obviamente, está en la misma línea.

La operación no podría entenderse sin la aparición del "elefante blanco" de Pedro J., la alternativa a Rajoy que el director de El Mundo busca situar a la cabeza del PP desde, como mínimo, 2008: la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que muy rápidamente ha aparecido en los medios, y en su partido, para pedir que se depuren responsabilidades hasta las últimas consecuencias. Y si estas comportan que Rajoy tenga que irse y alguien preparado y firme frente a la corrupción (al menos, la corrupción de Gürtel), que no haya cobrado sobresueldos, por ejemplo la propia Esperanza Aguirre, ha de sustituirle... ¡Qué le vamos a hacer!

Está por ver, desde luego, que Ramírez logre sus objetivos y Esperanza Aguirre acabe liderando el PP. De hecho, parece muy poco probable. Pero no es descartable, en absoluto, que esta vez sí que consiga descabalgar a Rajoy. En ese caso, habrá que ver quién le sustituye, y si median unas elecciones anticipadas de por medio. Cualquier cosa podría pasar. Y también podría pasar, por supuesto, que incluso en un escenario en el que se evidenciara el cobro de sobresueldos en negro Rajoy, una vez más, se mantuviera en la Moncloa, ignorando las exigencias, súplicas y peticiones de dimisión. A sentarse y a esperar a que los demás se cansen. Como siempre. Pero esta vez las apuestas están quizás demasiado altas, incluso para alguien con una "resistencia pasiva" tan elevada como Rajoy.

 

#prayfor...
Ferran Torrent y los rumores de anulación de la autonomía valenciana


El martes, el escritor Ferran Torrent divulgó unos comentarios que le había hecho llegar un "informador solvente": el Gobierno español se estaba planteando suspender la autonomía valenciana, aduciendo como motivo la quiebra técnica de la Generalitat (intervenida de facto por Hacienda desde hace más de un año). La decisión obedecería no sólo a razones económicas o ideológicas (la marea recentralizadora que llega cada vez más fuerte desde Madrid), sino de oportunidad política: sin autonomía se disolvería el Parlamento y se anularían sine die las Elecciones Autonómicas. Y con ello desaparecería, al menos momentáneamente, el riesgo cierto que tiene el PP de perder el poder en la Comunidad Valenciana.

El rumor, sin duda alarmista, surge en una situación de especial debilidad del PP valenciano y del Gobierno autonómico (por no hablar de la "marca Comunidad Valenciana"). Es muy probable que en Madrid haya gente poderosa, incluso mucha gente muy poderosa, que esté tentada de aplicar este tipo de medidas para "poner orden" en España, o lo que ellos consideran que es "poner orden": volver a la casilla de salida de 1978, a lo sumo concediendo un régimen especial a las autonomías "históricas".

Pero, sin duda, aquí entre el dicho y el hecho hay un trecho considerable, y probablemente imposible de asumir, por fortuna, incluso para un hipotético Gobierno en Madrid de "galácticos del centralismo". Sobre todo por el riesgo evidente, esta vez sí, de romper España... con unas medidas que teóricamente buscarían evitar que se rompa.
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Guillermo López García es profesor titular
de Periodismo de la Universitat de València
@GuillermoLPD

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