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El refugio tras el escaño: 
el Madrid de cuatro políticos que viajan en AVE

ALEJANDRO RODRÍGUEZ / MADRID PLAZA. 13/07/2013

 Los diputados Joan Baldoví, Carles Campuzano y Belén Hoyo y la senadora Carmen Alborch cuentan su vida y su ocio en la capital

MADRID. Carles y Joan rompen tópicos y comentan que los madrileños son "gente abierta", aunque "en ocasiones se miran demasiado el ombligo". "Esto en Madrid no pasa", decía Baldoví que escuchaba en Cullera cuando trabajaba en el servicio de urgencias durante el verano.

Carmen, por su parte, destaca la amabilidad de los madrileños, pero critica su tráfico y su cielo contaminado: "La gente está más irritada". "Hay demasiado tráfico", opina Belén, que no tiene "nada malo que decir" de los 'gatos'.

Estos cuatro nombres pertenecen a tres diputados y una senadora que vienen desde fuera de la capital a realizar su tarea en el Congreso y el Senado. Tres valencianos y un catalán que a continuación pasan a explicar estos y otros aspectos de su vida en la capital y de su relación con los madrileños. 

JOAN BALDOVÍ: LA VIDA 'NORMAL' DE UN DIPUTADO DE SUECA

El representante de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, llegó a Madrid al comienzo de esta legislatura. "Vine en coche con mi mujer y mis dos hijas gemelas -la otra ya estaba trabajando aquí- y nos alojamos los cinco en la misma habitación de hotel, al lado de la plaza de Santa Ana". Lo primero que le viene a la cabeza de su vida en la capital es el paseo que hizo en bicicleta de Atocha al Congreso, junto a algunos compañeros de Equo, para mostrar su lado más ecologista y hacerse notar desde el minuto uno.
 
Joan Baldoví, en el Congreso"Una persona normal como yo, sentada en el escaño...", recuerda Baldoví de sus primeros días como diputado. "Saludé a Zapatero, hablé con el ex ministro Blanco, con Narbona... La sensación era de una incredulidad absoluta". "Preparé el discurso entre el tren y una habitación triste de hotel, con poca luz porque daba a un patio interior". "Me salió un buen discurso ese día", explica. "Rajoy se metió mucho conmigo".

Desde entonces, su vida ha transcurrido entre Madrid y Valencia: "Suelo coger el primer AVE del martes y me vuelvo el jueves por la tarde cuando terminan las comisiones".

Durante el tiempo que pasa en Madrid lleva un estilo de vida muy "normal", palabra que no deja de repetir en ningún momento. Apenas tiene tiempo libre (el pleno suele terminar a las 21:00 horas), pero siempre que puede aprovecha para ver un buen partido de fútbol o baloncesto. "Solemos ir a un bar de trabajadores, de gente muy normal. Salimos del Congreso y si hay un partido importante cenamos allí". "Es un bar en el que la gente que va se toma un botellín y se puede pasar todo el partido comiendo pipas". "Javaloyes, creo que se llama". "La señora del propietario es la que hace la comida: tortillas, pinchos, embutido, ensalada... A desayunar siempre vamos".

Baldoví vive junto a su asistente en un piso de la calle Magdalena, cerca de Antón Martín, por lo que sus salidas por el Barrio de las Letras son bastante frecuentes. "Siempre hay muchísima gente y eso me sorprendió mucho al llegar a Madrid". "El día que votamos las enmiendas a los presupuestos generales de 2012 salimos a la una de un martes y cuando iba para casa era como si fuesen las ocho de la tarde". "Hay movimiento, hay vida, puedes pasear y no hay coches", explica Baldoví, que detesta el tráfico intenso de la capital.

Entre sus lugares recurrentes también se encuentra alguna franquicia, como 100 Montaditos o Lizarrán, aunque en sus inicios acabó más de una vez en Burger King: "Mi asistente se iba quedando con promociones y si salíamos muy tarde nos comíamos una hamburguesa". "Pero nos gusta mucho más el bar", recalca. "Cosas más nuestras". Tan "nuestras" que en ocasiones incluso cocina alimentos de su propia cosecha: "Tengo algún campo en mi pueblo y esta misma semana traje calabacines que cogí el lunes por la tarde. Y con una ensalada ya está. Una vida muy normal".

A la hora de comer suele hacerlo en el Congreso. Tiene la hora cogida para no hacer cola y al volver al despacho reposa la comida viendo las noticias. En su casa de Valencia, eso sí, ve Los Simpson.

De la oferta cultural de Madrid destaca el Thyssen y el Reina Sofía. Del segundo tiene pendiente la exposición de Dalí y del primero se queda con la exposición de Hopper. "Lo que más me gusta de Madrid es que tiene de todo. Puedes hacer una cosa diferente cada día y no repetirte nunca". Hace unas semanas, por ejemplo, descubrió la Casa de Vacas del Retiro. "Fui a una entrega de premios y aproveché para pasear antes y después". "Es una maravilla que el Retiro se haya conservado".

La madrileña calle Huertas

"El atardecer es una hora magnífica para pasear. Relaja muchísimo". Sus barrios favoritos son Huertas y Lavapiés, donde disfruta callejeando: "Me gusta meterme por calles donde no he pasado nunca, mirar balcones, mirar casas...". "Cuando alcanzas una cierta edad te cansas de ver piedras (monumentos, iglesias, cuadros...)".

En cuanto a la escena futbolística madrileña, "si tuviera que elegir un equipo sería del Atlético". "Y si me apuras, del Rayo", explica. "Siempre me gustaron las causas perdidas". Baldoví se define como futbolero, aunque su deporte favorito es la pilota valenciana. "La practicaba hasta que fui diputado. Dos jueves al mes desde hace 12 años". "Ahora practico el ciclismo". "De Sueca echo de menos escaparme al campo, salir en bicicleta, el aire libre y, por supuesto, los amigos y la familia... Pero bueno, ahora se puede hablar por Skype".



CARLES CAMPUZANO: EL DIPUTADO 'CHIC' DEL CONGRESO

Carles Campuzano es diputado de Convergència i Unió por Barcelona desde hace 17 años. Y en todo este tiempo ha tenido la ocasión de presenciar la transformación de Madrid. "He visto un cambio muy grande en la estética de los restaurantes". "Simplificando mucho, en Madrid había dos tipos de bares: el Museo del Jamón y El Garbí, esto es, uno cutre y otro de señores, caro, con camarero elegante...". "Esa cosa catalana del diseño no la tenían, aunque en los últimos años se ha ido incorporando".

"La oferta ahora es muy amplia". El Hotel de Las Letras, por ejemplo, tiene un "restaurante espléndido, con buena estética". Está cerca para ir desde el Congreso y lejos para no encontrarte a otros diputados". "Porque en otros como el Paradís seguro que te encuentras alguno".

El Paradís, Can Punyetes, La Tapería... Son sitios de "vida cotidiana" en los que cenar los martes después del pleno. "Can Punyetes es un restaurante típico catalán, aunque creo que los propietarios son de Madrid". "Son de pan con tomate, barato, sin glamour, pero con camareros simpáticos y amables". La Tapería, por otra parte, es más para la primavera: "Su terraza anima a pedirse una ensalada, estar de tapeo, tomar una cerveza...".

Para las visitas Carles se reserva sitios más especiales: "Sergi Arola tiene un restaurante en Huertas que está muy bien". "Y luego está la Cava Alta, con un restaurante de comer bien llevado por uno de Girona...". "Aquí detrás también está La ancha, de cocina vasca; el Euskal Etxea, de mucha calidad...". "Los japoneses también me gustan", explica. "Kabuki, por la zona del Bernabéu, es de los mejores".

El café lo suele tomar en el hotel en el que se hospeda, el Mayerling, de la cadena Chic&Basic. "El sitio tiene una estética escandinava muy funcional", indica. "Aunque a veces desayuno en el Urban". Para comer, Casa Manolo, detrás del Congreso, "un poco cutre, pero preparan una lengua estofada excelente". "Otro: el Hylogui, con cocina de mercado, camareros como de otra época... Y el restaurante del Ateneo, bien de precio y muy agradable".

Campuzano prefiere el Prado, se queda con el Atleti y, al igual que Baldoví, también detesta el tráfico madrileño. Si puede va andando a los sitios y eso es lo que más echa de menos cuando vuelve a Vilanova. Los mercados son otro de los puntos fuertes de la ciudad: el de San Miguel, San Antón... "Están muy bien. En esto Madrid es mejor". "De Vilanova, en cambio, echo de menos el mar". Y de la provincia, La Cala Morisca, en Sitges.

Al igual que a Baldoví, a Carles también le sorprendió el ritmo de vida incesante de la ciudad: "Entre semana los bares estaban más llenos que en Barcelona". "Madrid es una ciudad con mucha gente de paso y es más fácil salir por la noche". Y si hay que salir, que sea con los compañeros de partido o con el PNV. "Se hace mucha vida de partido", explicaba Baldoví. "Tengo una relación cordial con los diputados valencianos, pero al final acabo saliendo con los del Grupo Mixto".

Carmen Alborch en un acto de presentación de su libro 'La ciudad y la vida' 

CARMEN ALBORCH, LA SENADORA DE CORAZÓN DIVIDIDO

La primera vez que Carmen Alborch vino a Madrid fue con sus padres. Y de aquella visita lo que más recuerda es el Museo del Prado. "Desde entonces, vuelvo siempre".

La generación de Carmen Alborch se movía más por Barcelona que por la capital de España, cuenta ella, porque había más conciertos de rock. "Madrid era una ciudad más gris, más oficialista... Y no nos apetecía mucho". Pero entonces llegó la Movida. "A finales de los 80 empecé a ir más asiduamente. Madrid pasó a ser una ciudad más moderna, más transgresora. Un punto de encuentro en el que se fomentaban las relaciones".

En el año 93, Felipe González puso a Alborch al frente de la cartera de Cultura y su vinculación con Madrid pasó a estar mucho más relacionada con el mundo del arte. Por eso Carmen habla de Casa Manolo para comer y de del bar-librería Tipos infames para tomar algo, pero pronto pasa a mencionar nombres de museos, centros culturales y galerías.

"Mi trabajo me permitió disfrutar de una situación privilegiada". "La actividad cultural de Madrid no se puede comparar con la de Valencia", dice Carmen, que no ha dejado de visitar el Teatro Real (del que es patrona), el Museo del Prado, el Thyssen, el Reina Sofía, la Real Academia de la Lengua, la de Bellas Artes, la Casa Encendida, el CBA, la Fundación Mapfre...

Carmen Alborch estuvo presente en la primera feria ARCO y en el último Photoespaña (PHE). Ha participado en decenas de debates y presentaciones de libros, se define a sí misma como "activista" y "feminista" y por encima de todo destaca su "libertad". "Reparto el trabajo entre aquí y allá y aprovecho lo mejor de ambas ciudades".

Esto es posible gracias a su matrimonio con La Caixa, con quien comparte apartamento en el barrio de Chueca. "Salió Solas y pude reunir algún dinerillo", detalla. Y con un piso en el centro y otro en Valencia es más fácil acercarse para visitar exposiciones o escapar del "calor de Madrid" cuando le apetezca. Porque ella echa de menos "la Malva".

BELÉN HOYO: BENJAMINA Y MADRE

La popular Belén Hoyo sólo lleva una legislatura en el Congreso, pero fue entrar y alcanzar su primer logro: el de ser la diputada más joven del hemiciclo. Valenciana hasta la médula, esta madre de dos hijas (una de ellas de dos meses), apenas ha tenido tiempo de disfrutar de la capital, aunque ya se atreve a recomendar algunos sitios.

Empieza con el Poncelet, un restaurante especializado en quesos ubicado junto a la parada de Gregorio Marañón, justo al lado de la Castellana. Y se reserva un puñado de buenas palabras para los mercados de San Miguel y San Antón, "para picar algo por la noche", explica, aunque a veces "se llenan demasiado". Y dice que no, que todavía no ha coincidido con Campuzano.

La finca de Susana, a escasos metros del Congreso, es otro de sus lugares fijos aunque, matiza, suele comer mucho en el comedor del Congreso. "Los días de pleno se trabaja muy intensamente y apenas queda tiempo, por lo que si salgo suele ser cuando terminan la sesiones". "El café de media mañana también lo tomo dentro".

Y es que Belén se coge el AVE de vuelta siempre que puede: "No duermo todas las noches en Madrid". "Gracias al AVE tenemos una combinación muy buena y puedo volver al día siguiente en el tren de las 06:40".

"A mí no me gusta Madrid más que Valencia", sentencia saltándose todos los protocolos. No tiene nada en contra de la ciudad, es más, defiende sus "muchísimas posibilidades" y su "amplia oferta cultural y en todos los sentidos", pero prefiere estar junto a su familia y disfrutar las 'suaves' temperaturas de la terreta: "El clima de Madrid es lo que peor llevo. Las temperaturas extremas de Madrid tanto en invierno como en verano...". "Yo en Valencia, por mucho que digan de la humedad, llevo mejor esto".

Para refugiarse del calor y relajarse Belén suele escaparse al Retiro: "Andar me gusta bastante". Por eso lleva mal los atascos aunque, por suerte, no los sufre a menudo. "Madrid puede llegar a ser agobiante por su tamaño, pero teniendo más tiempo para disfrutar la ciudad resultaría acogedora". Porque los madrileños en sí, según Hoyo, son... somos acogedores. 

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