VALENCIA. Popularizado en los años 60 el término "estoy de Rodríguez", se ha convertido en parte de nuestra acervo popular, principalmente en las grandes urbes y en clases acomodadas. Huyendo del asfalto y del calor del verano la madre de familia -y ahora también muchos padres, según- se trasladan con sus vástagos a su segunda residencia, dejando al padre/madre de familia solo y encadenado a la ciudad.
Como todo en la vida, estar de Rodríguez tiene cosas buenas y cosas malas. Como es objeto de esta sección, nos centraremos en lo que comen o pueden comer esta especie en extinción. No obstante pienso que quedarse sólo en la city produce un estado de inconformismo permanente enmascarado de una aparente libertad.
Los hay que no saben ni freír un huevo y son esclavos de bares, casas de comidas para llevar, precocinados y latas de todo tipo. Como recién nacidos, buscan cobijo en el regazo de sus madres, asaltando las cocinas a su antojo, en un take away familiar.
Otros saben algo de esto, de cocinar, y ante la moda televisiva sobre aprendices a cocineros, intentan emular a sus amigos cocinillas y demostrar que eso de cocinar no es tan complicado. Suelen acabar con gastroenteritis y volviendo a su habitat natural: el bar bajo su oficina y las pizzas en cajas de cartón.
Y finalmente, los que sí saben cocinar y ejercen normalmente de amos de casa, deleitando a su pareja e hijos con todo tipo de manjares. Es una especie en claro aumento, cocinar no es más que transmitir felicidad y no hay nada mejor que cocinar para los que quieres.
BÚSQUEDAS COMPULSIVAS
Parece que al estar solos, pierden su motivacion y estos Rodríguez buscan compañeros de mesa para visitar compulsivamente los restaurantes recomendados y que normalmente el día a día les impide hacerlo.
Hay una máxima que todos deben cumplir: comer como mínimo igual que cuando sus familias están con ellos. Y por favor, no llenar la cocina con cajas de cartón con comida dentro ni la nevera de latas abiertas y sobras de comida congelada. Tampoco quemar absurdamente la tarjeta de crédito con tickets de restaurantes. ¡Sean equilibrados¡
Les recomiendo varios lugares en donde saciar su hambre, solos o acompañados,. en el entorno de esta ciudad. O sea, Valencia.
El primero para comer como en casa es el veterano El Ventorro en la calle Bonaire. Si sus paredes hablaran, muchos tendrían que callar. Alfredo ha mejorado el servicio de sala y la calidad de los platos. Recomiendo los platos de cuchara, las carnes y los platos con verduras de temporada.
MUY BIO, MUY TRENDY
Podemos elegir algo más ligero e informal. La nueva terraza de Be Green en la Calle Dr. Romagosa. Ensaladas y wraps al momento, crema y pasta del día. Todo muy light, muy bio y muy trendy. Un buen lugar para encontrarse con gente guapa de la zona. No olviden tener cuidado con las compañías y con el espionaje empresarial.
La barra de Vuelve Carolina siempre es una opción acertada. Recientemente ha renovado su carta. No debemos perder de vista a sus jefes de cocina, German Carrizo y Carito Lourenço. Con una divertida variedad, nos presentan nuevos platos reflejo de su inquietud desbordante, siempre sabrosos y bien ejecutados. Les recomiendo las mollejas, el falso risoto y la ensalada de primavera.
Existen varios lugares clásicos para los Rodríguez más aburridos y cuyo valor principal es su rancio abolengo como las barras de El Corte Inglés y la de Sierra Aitana. No me olvido del número uno de este grupo, Aquarium. Un lugar curioso, en el que día a día, se demuestra el nivel gastronómico de la seudoclase pudiente valenciana.
Para la cena, ya en su casa, les recomiendo dos platos sencillos que pueden tomar solos o en compañía de algún buen amigo. Pueden comprar los ingredientes en el supermercado gourmet que hay cerca de su oficina, al terminar el trabajo. Por cierto, alguien debería preguntarle a Isidoro Álvarez porqué tenemos el centro gourmet más pequeño del mundo.
Para los más temerosos una ensalada muy fácil: atún rojo y leche de coco. Trocear en cuadraditos un tomate grande del Perelló, un pepino sin piel, medio pimiento verde y medio amarillo. Trocear también en tacos el atún (200 gr.), pero por separado y rociarle el jugo de dos limas. Después mezclar todo con energía en un bol, junto con sal Maldon y pimienta recién molida. Verter medio bote de leche de coco y volver a mezclar.
Para los aspirantes, Tagliarelle de Cipriani (200 gramos por ración), con ajo, aceite y guindillas. Freír suavemente cuatro cabezas de ajos laminados y una guindilla tipo cayena con aceite Lágrima de la Cooperativa de Viver. Después de cocer la pasta, siempre al dente, mezclar todo y rallar en abundancia queso Granna Padano ayudados de un rallador Microplane, por encima de la pasta ya servida en el plato.
Por cierto, está muy de moda hablar de universidad y empresa. La gastronomía es uno de los sectores que más exporta y que mejor imagen dan a nuestro país en el extranjero. ¿Debería extenderse la unión entre la universidad y la gastronomía igual que sucede en otros sectores? ¿Es la televisión la alternativa a la universidad y con MasterChef tenemos suficiente?
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