VALENCIA. Estos días he escrito un correo al director de un colegio. Hace tiempo hablamos de la posibilidad de impartir mis cursos de oratoria a los alumnos para enseñarles a hablar en público, tal como hago en otros colegios. Van a volver a estudiarlo, ya lo hicieron hace tiempo, y me dirá algo cuanto antes.
Llevo varios años tratando de concienciar a los responsables de los centros de enseñanza sobre la importancia de que nuestros escolares reciban cuanto antes esa formación, que les será tan necesaria, no sólo en su futura vida profesional, sino ya mismo, en su vida escolar y su futura vida universitaria.
A la mayoría de los adultos, por no decir todos, no nos enseñaron a exponer con claridad y seguridad nuestras ideas cuando nos poníamos de pie, delante del resto de la clase, para "dar la lección" o para resolver un problema en la pizarra. Teníamos que hacerlo, pero no sabíamos cómo. Y nadie se preocupaba por enseñarnos a superar los miedos y las vergüenzas. Teníamos que soportar las miradas, a menudo burlonas, acompañadas de risitas, de nuestros compañeros de clase.
Y si alguno era un poco tímido todavía era peor. La masa cruel se cebaba todavía más con el pobre niño, que soportaba la situación muerto de miedo, sudando pánico, con la mirada perdida y la mente bloqueada, incapaz de responder a las preguntas del profesor. Sabía la respuesta, pero su mente era incapaz de procesarla y enviar a su garganta y su boca las órdenes necesarias para emitir el mensaje a través de su voz. Y el problema se agravaba si, encima, el profesor hacía leña del árbol caído y ridiculizaba al pobre escolar con alguna observación sarcástica.
Entonces, las risotadas de la masa cruel eran como el rugido de una manada de leones hambrientos, mezclado con el bramar de la turba de romanos pidiendo desde las gradas del circo el espectáculo de sangre fresca. Pobre niño.
EL ESTRÉS BLOQUEA LA MENTE
En las anteriores circunstancias, ¿cómo iba a poder pensar con tranquilidad ese niño, para dar una respuesta acertada al profesor? ¡Es imposible! El estrés provoca el bloqueo de la mente. Como dice Daniel Goleman en su libro "La inteligencia emocional": "Cuando las emociones dificultan la concentración, se dificulta el funcionamiento de la capacidad cognitiva que los científicos llaman "memoria de trabajo", que es la capacidad de mantener en la mente toda la información relevante para la tarea que se esté llevando a cabo...".
"...La memoria de trabajo es la función ejecutiva por excelencia de la vida mental, la que hace posible cualquier otra actividad intelectual, desde pronunciar una frase hasta formular una compleja proposición lógica (o, como en el caso del niño, responder a las preguntas del profesor). La región cerebral encargada de procesar la memoria de trabajo es el córtex prefrontal, la misma región en donde se entrecruzan los sentimientos y las emociones. Por eso, la tensión emocional compromete el buen funcionamiento de la memoria de trabajo, dificultando así toda posibilidad de pensar con claridad". ("La inteligencia emocional", página 129; Edit. Kairós, Colección Ensayo)
Ahí tenemos la explicación científica del tan temido "me he quedado en blanco". Las emociones negativas provocan un tapón físico, a nivel neuronal, de las corrientes nerviosas cerebrales que tienen que procesar el conocimiento y su manifestación mediante la palabra.
Así lo confirma en su libro Goleman cuando, un poco más adelante, explica: "Las emociones dificultan o favorecen nuestra capacidad de pensar, de planificar, de acometer el adiestramiento necesario para alcanzar un objetivo a largo plazo, de solucionar problemas, etc., y, en este mismo sentido, establecen los límites de nuestras capacidades mentales innatas y determinan así los logros que podemos alcanzar en nuestra vida" (O. cit., p. 131). Después de esto, ¿todavía no vemos con claridad la importancia de esta formación?
Volviendo a nuestro escolar atemorizado, tenemos que concluir que el colegio y, con él, los distintos sistemas de enseñanza y planes que se han sucedido en las últimas décadas en España, son responsables de la situación que se producía cuando yo era niño, hace muchos años, se siguió produciendo en las siguientes generaciones de niños, continuó más adelante y, por desgracia, sigue produciéndose ¡porque ni el sistema de enseñanza ni los colegios por su cuenta, han puesto solución a este grave problema! Pero, claro, ¿cómo van a ponerle solución si los responsables lo consideran "un tema menor"? ¡Ignorantes!
HABLAR ES TAN IMPORTANTE COMO LEER Y ESCRIBIR
No estamos hablando de que sea bueno que los escolares aprendan habilidades interesantes pero, en definitiva, no esenciales para su vida. Estamos hablando de que la comunicación humana se compone de cuatro patas fundamentales: la lectura, la escritura, la expresión oral y la comprensión auditiva; es decir, que tan importante como leer y escribir es la capacidad de expresar correctamente nuestras ideas mediante la palabra hablada, y la capacidad de entender perfectamente lo que se nos dice mediante la escucha activa y la comprensión oral.
En los colegios españoles se ha insistido toda la vida en la lectura y la escritura, pero se ha descuidado por completo la formación en la expresión oral en cualquier ámbito, personal o público; es decir, la comunicación interpersonal y el hablar en público, y en la comprensión oral mediante la escucha activa. Y digo "colegios españoles" porque en los colegios anglosajones, franceses e incluso italianos, sí que se han preocupado y se preocupan por formar a sus alumnos en estas habilidades básicas, tan importante, como decía, como las de la escritura y la lectura. Los profesionales españoles se dan cuenta de esa diferencia cuando contemplan con envidia la seguridad, la confianza y la capacidad de convicción que tienen sus colegas americanos, británicos, franceses o italianos al hablar en público. Por suerte, algunos directores de colegios españoles, y valencianos en concreto, han comprendido el problema y están poniéndole solución.
Con esa descompensada formación, se producen aberraciones frecuentes como la del típico personaje que escribe maravillosamente, pero que es incapaz de expresarse en público con una mínima seguridad y claridad. Es una clara consecuencia deformante de nuestro sistema educativo. Yo, por mi parte, me esfuerzo por abrirles los ojos a los responsables. Otra cosa es que se dejen y que abran su mente para solucionar este grave problema.
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PACO GRAU
Periodista. Director de Marketing de Trivisión
[email protected]
www.comunicayveras.blogspot.com
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