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OPINIÓN

¿Se deberían conceder las becas en base al mérito?

Por MANUEL BAGUES *. 22/06/2013 "El desempeño de los estudiantes españoles no es tan malo al principio del examen pero a medida que avanza la prueba el desempeño empeora drásticamente..."

VALENCIA. La propuesta del ministro Wert de endurecer las exigencias de rendimiento académico para poder optar a becas ha reabierto el tradicional debate entre un sistema de becas basado en el mérito y un sistema sistema basado en la renta.

El ministro sostiene que la reforma mejorará el rendimiento de los alumnos, pero ha recibido escasos apoyos. Una de las principales críticas es que se rompería la igualdad de oportunidades, al dificultar que los alumnos provenientes de familias con pocos recursos puedan proseguir sus estudios.

Esta idea es consistente con la evidencia que presentan en un reciente trabajo Gabrielle Fack y Julien Grenet, quienes estiman el efecto de recibir una beca universitaria de unos 1,500 euros anuales. Los estudiantes que no pueden optar a esta ayuda debido a que su renta supera ligeramente el máximo permitido tienen una probabilidad de seguir estudiando entre un 2 y un 4 por ciento inferior.

Los sistemas de becas en base al mérito también pueden presentar otros problemas. El rendimiento académico podría no ser una buena medida del esfuerzo del alumno. Por ejemplo, el consejero de Educación de Castilla y León, ha indicado que "las calificaciones no dependen solo del esfuerzo del alumno sino de los profesores y del centro". Las becas basadas en el mérito también podrían provocar que los estudiantes se concentrasen en exceso en la preparación de contenidos evaluables en los exámenes y descuidasen otras dimensiones del aprendizaje que no son fácilmente medibles.

Pero también es cierto que los incentivos monetarios podrían mejorar el rendimiento de los alumnos, aunque la evidencia empírica sugiere que en los países desarrollados estos efectos son limitados. Como Pedro Rey nos explicaba hace unos meses, "(p)agar a los estudiantes puede ser efectivo si lo que se pretende es que adquieran una nueva capacidad, como aprender a leer, o cuando los alumnos tienen claro cómo su esfuerzo se traslada en un mejor resultado (ser puntual, o llevar uniforme), pero [...] (p)or mucho que un estudiante entienda el mensaje de que con un incentivo tiene mayores razones para esforzarse, puede no ser suficiente si no sabe cómo mejorar sus notas para obtener el incentivo". El artíclo de  Roland Fryer que en su día explicó Antonio Cabrales también llega a conclusiones muy similares.

Los incentivos monetarios quizás podrían tener más éxito si la recompensa es más inmediata. Levitt et al. (2011) muestran que simplemente ofreciendo una pequeña recompensa de 10-20$ el mismo día del examen es posible mejorar de una manera significativa (entre 0.2 y 0.4 desviaciones estándar) las notas que obtienen los estudiantes de algunos de los peores suburbios de Chicago. Y el efecto es aún mayor si se explota la aversión a las pérdidas de los individuos (ver post de Antonio Cabrales).

Es decir, resulta más efectivo entregar al alumno la recompensa por anticipado, y obligarle a devolverla si no cumple unos determinados objetivos. De hecho, la normativa que propone Wert explota, consciente o inconscientemente, esta idea: "Los beneficiarios de dichas becas, deberán, además, superar como mínimo el 50 por 100 de los créditos o asignaturas en que se hubieren matriculado. El incumplimiento de esta última obligación comportará el reintegro de todos los componentes de la beca".

En cualquier caso, aunque un sistema de becas ligadas al mérito bien diseñado podría quizás ayudar a mejorar el rendimiento educativo en el corto plazo, conviene ser prudente acerca de sus posibles efectos en el largo plazo. Un interesantísimo trabajo  de Carmit Segal muestra que uno de los mejores predictores del éxito profesional es precisamente la capacidad del individuo de hacer bien las cosas en ausencia de incentivos. Es decir, una de las cualidades más importantes es la capacidad de esforzarse cuando no hay una recompensa inmediata, quizás porque esto es lo que ocurre a menudo en el ámbito laboral.

En el caso de España, la falta de motivación intrínseca quizás sea uno de los principales problemas. Es un factor difícil de medir, pero un reciente estudio de Borghans y Schils (2012) sugiere que el bajo rendimiento de España en las evaluaciones de PISA se debe en parte a la falta de motivación por parte de los alumnos. En concreto, el desempeño de los estudiantes españoles no es tan malo al principio del examen pero a medida que avanza la prueba el desempeño empeora drásticamente, lo que podría deberse tanto al cansancio como a la falta de motivación intrínseca en un examen cuyo resultado no tiene ninguna consecuencia para los alumnos.

Según los cálculos de los autores, España mejoraría seis plazas en el ranking de PISA, desde la 22 a la 16, si el esfuerzo de los estudiantes españoles no disminuyera de una manera tan abrupta a medida que avanza el examen. Un sistema de becas basado en el mérito podría quizás contribuir a que los alumnos españoles mejoren (temporalmente) su rendimiento, pero el reto pendiente sigue siendo cómo conseguir que estos alumnos sigan esforzándose una vez que los incentivos hayan desaparecido.
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* Este artículo es una reproducción autorizada de su original en el blog Nada es Gratis

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