El director Zubin Mehta
VALENCIA. Pierre Boulez acaba de cumplir 88 años y lo ha hecho en activo. Es cierto que no como compositor, o no mucho, pero sí como director de orquesta. Continúa dirigiendo conciertos y hasta 2006, si no me falla la memoria, se sumergía en el foso de Bayreuth para dirigir una obra tan extensa e intensa como Parsifal, de Wagner, a pesar de la lamentable puesta en escena del recientemente desaparecido Christoph Schliengensief.
En Valencia sigue dirigiendo en el Festival del Mediterrani Zubin Mehta, que ha cumplido 77 años, y hasta no hace mucho Lorin Maazel ocupó la titularidad musical del Palau de les Arts y ahora hace lo propio a la cabeza de la Filarmónica de Múnich, una de las primeras orquestas de Alemania y del mundo, con 83 años y una excelente forma física.
¿Es la música lo que da la longevidad? No está claro, pero hay otros ejemplos más extremos. Günter Wand había cumplido la centena cuando falleció en febrero del año pasado, después de una carrera que llegó a su cima precisamente en las últimas décadas, y se consagró como uno de los más grandes intérpretes de Bruckner cuando ya tenía una edad avanzada. En abril pasado, como ya di cuenta en esta sección, falleció Colin Davis a los 85 años de edad.
Herbert von Karajan, que sufrió graves problemas de columna vertebral durante una parte importante de su vida, murió en 1989 con 81 años (y una ingente producción fonográfica en Decca, EMI y Deutsche Grammophon), y Karl Böhm (Deutsche Grammophon), en 1981, a punto de cumplir los 87. Sergiu Celebidache desapareció el 96, con 84 cumplidos, y tras su muerte sus herederos exhumaron su legado, que él vetó en vida, en EMI y Deutsche Grammophon). Y Georg Solti en el 97, con 85 y un impresionante legado discográfico en Decca.
SIN JUBILACIONES
Son largas carreras. Quizás anima la longevidad el dedicarse a una actividad tan vocacional y satisfactoria que prácticamente no registra jubilaciones, excepto en el caso de los cantantes por razones fisiológicas obvias. Pero no olvidemos que Alfredo Kraus permaneció en activo casi hasta su muerte con 71 años, ocasionada por un cáncer, pero no por el deterioro físico, y que Plácido Domingo continúa en activo, bien que como barítono o director, con 72 años.
Quizás influye en la longevidad de estos artistas también el hecho psicológico, común a directores y solistas, de trabajar sin un superior que esté continuamente ofreciendo directrices con las que a menudo el inferior discrepa.
LAS MUERTES PREMATURAS
No obstante, y casi como excepción que confirma la regla, citaré algunos casos contrarios. El gran director alemán Klaus Tennstedt, de impresionante técnica y refinada sensibilidad expresiva, murió sin haber cumplido los 62 a causa de un cáncer que padeció durante años, parece que relacionado con su compulsiva adicción al tabaco. Recomiendo encarecidamente sus interpretaciones de Mahler, Wagner y Beethoven, entre otros compositores, que se pueden encontrar en los sellos EMI, Testament, BBC Legends y LSO.
Otro caso de prematura desaparición de un gran director es el de Yakob Kreizberg (PentaTone), con 51 años en 2011, al que tuvimos ocasión de escuchar en el Palau de la Música acompañando a la extraordinaria violinista Julia Fischer. Hay otros casos célebres, como del de Guido Cantelli (en 1956, con 35 años) o el de Ataúlfo Argenta (en 1958, con 44), cuyas prematuras desapariciones fueron originadas por desafortunados accidentes.
Pero ahí tenemos, por ejemplo, a Daniel Barenboim, con 70 años cumplidos en noviembre pasado, que dirige Wagner o Beethoven y asume agotadores programas de piano solo con un ímpetu envidiable (Deutsche Grammophon, Decca, Warner, Teldec). Un año más tiene el pianista Maurizio Pollini (Deutsche Grammophon), que sigue tocando con envidiable maestría. Otro gran pianista, Claudio Arrau (impresionantes grabaciones en Philips, ahora en el catálogo Decca), murió con 88 en 1991 y el gran Rubinstein con 95 en 1982 (CBS, ahora Sony).
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