VALENCIA. La verdad es que a mí no me extrañaría que mañana Florentino Pérez anunciase el fichaje de un jugador que dé garantías de que puede liderar al Real Madrid y devolverle los títulos que no ha ganado este año: el regreso de Alfredo Di Stefano. Con 86 años nada más, a punto de casarse otra vez ¿por qué no podría ser el killer del área que necesita el Bernabeu? En la radio, un chaval que también está empezando, Luis del Olmo, ha regresado a las ondas con sólo 76 años. Su programa, Protagonistas, data de 1973. Sangre fresca.
Para trabajar en medios, obviamente, no hay que estar en forma, pero igual Di Stefano sí que conectaría más con los seguidores jóvenes del Real Madrid de lo que va a hacerlo Del Olmo con la audiencia menor de sesenta y cinco años.
Pero eso no es nada comparado con la tele. En 2013, en las tardes de Televisión Española han sido avistados Ramón Sánchez Ocaña y Javier Urra. Más vale prevenir, el espacio que dio fama al primero, empezó a emitirse en 1979. Y Javier Urra es el encargado de hablar de menores en televisión pues como el corresponsal en el Vaticano cada vez que se toca la actualidad del Papa. Y ojo, que según la web de RTVE también forma parte del "grupo de expertos del Instituto Coca-Cola de la Felicidad". Punset, chúpate esa.
Estos, entre otros expertos, acompañan a Ana García Lozano en Tenemos que hablar que, efectivamente, es un talk show. Igual lo han adivinado porque Ana, la sobrina de Manolo Escobar, lleva presentándolos desde 1994.
Como ven, la apuesta del ente público para las tardes es tan arriesgada, novedosa y vanguardista como una tarta de Santiago. Pero... ¿Y qué es un talk show, se preguntarán ustedes? Pues esta sección, El Cabecicubo, también tiene sus expertos. Démosles paso: Un talk show es básicamente esto:
Decíamos que Ana García Lozano es la imagen de los más exitosos desde los años noventa. Hoy no logra superar el 5% de share, pero en su día llegó a marcar un 40%. Fue capaz derrotar en 1997 a Ana Rosa Quintana, una en Telecinco y la otra en Antena 3. Y podríamos calificarla ya alegremente como la Oprah española. Tal vez, su mayor momento de gloria fuera una discusión en Esta es mi historia (TVE, 2001) con el doctor Cabeza sobre si el periodo hace que la mujer esté en inferioridad de condiciones frente al hombre. La presentadora le llevó la contraria. Como prueba, dijo, que ella lo tenía en ese mismo momento y estaba trabajando alegremente. Igual usted se lo perdió porque se estaba echando la siesta a esas horas.
Estos espacios, los talk show españoles, tienen mucho de un viejo programa de radio, Hablar por hablar, que aún sigue emitiendo la Cadena Ser. De hecho, su presentadora más emblemática, Gemma Nierga, también dio el salto a los talk show televisivos. Este espacio para noctámbulos, trabajadores nocturnos, presidiarios y personas con insomnio consistía en que cualquiera, hombres de a pie, el españolito cualesquiera, podía llamar y contar lo que le venía en gana.
Así se escucharon testimonios con la voz entrecortada, jadeando, de, por ejemplo, el típico señor de Burgos que se le había colado la suegra desnuda en la ducha, que ya le venía persiguiendo, y en un momento de enajenación transitoria impenitentemente se la había tirado. Gemma le contestaba imperturbable, con su sereno acento catalán: ¿Sí, y eso, señor de Burgos, cómo ha sido? Y cuando el otro rompía a llorar porque había arruinado su matrimonio y su reputación, ella: Ay, venga, señor de Burgos, arriba los corazones, hombre, caray.
Sin embargo, en televisión el formato perdió mucho morbo y ganó en miseria. La presentadora, cualquiera de todas las que ha habido, reían condescendientes con esas extravagancias que tiene el pueblo llano. O daban órdenes, como vimos hace poco a Ana en Tenemos que hablar, en plan: ¡No me llores! Maripuri ¡no me llores! Una cosa muy sosa.
Dicen los expertos que la televisión actual ha venido a sustituir al patio de vecinos, a la esquina del pueblo donde se sentaban grupos de jubilados y amas de casa a parlamentar durante horas, mirar con recelo a los extraños y emitir gritos característicos destinados a los nietos o menores de edad que hacen que un barrio español sea un barrio español.
Como nuestra vida en sociedad se va perdiendo por todos los males occidentales que a usted le apetezcan, pues estos espacios televisivos se convierten en el nuevo entorno social de estas personas, son neocorralas. Sobre todo en las ciudades, donde si una persona mayor baja a la calle y pretende hablar con un viandante le hacen una ruleta de Zidane de las de dar luego en DVD con el Marca. Ya lo dijo Gemma Nierga: "El telespectador se siente a gusto con estos programas, ya que tiene la sensación de que estás con él en el salón de casa".
Pero en Tenemos que hablar, por ahora, la audiencia no está respondiendo. Parece que hasta los amantes de empezar un banquete de bodas con un cóctel de gambas también se aburren si les pones durante veinte años el mismo formato de sobremesa. Unas horas que no son para reír, deben pensar los guionistas, que en las últimas entregas de este programa han llevado a gente que ha tenido que vivir en la calle, un hombre al que había abandonado su mujer o enfermos de aerofobia -miedo a volar- o amaxofobia -miedo a conducir. Cosas bonitas.
La coartada para dar estos contenidos es que el programa, según decía la nota de prensa de su presentación, ha de servir para "conocer mejor la sociedad que nos rodea". Vienen a robar a la cárcel, porque cuando Ana estrenó también en RTVE un reality Préstame tu vida, se dijo exactamente lo mismo, que pretendía "abordar de forma abierta la realidad social española". Investigaciones sociológicas de altura.
En el último programa antes de entregar este artículo se ha hablado de avistamientos de OVNIS. Ya ven, otro tema novedoso que puso de moda en televisión Jiménez del Oso antes de ayer mismo, alrededor de 1974. Efectivamente, el talk show sirve para conocer la sociedad española que nos rodea. Concretamente, los estereotipos que no nos quitamos de encima ni con agua hirviendo.
No será algo tan típico español si se lama "talk show"
Corregido el error. Gracias a ambos por el aviso.
madre mía, sí sé lo que es la aerofagia y si pinchan en el enlace verán que hacía referencia a aerofobia. O misterios del cerebro, o del word o qué sé yo.
¡Qué osada es la ignorancia! Así mocito que todo huele a naftalina. ¿Tú sabes quienes son el 90% de los "pobladores" de las redacciones de los medios? Pues gente como tú que "pontifica" de "lo viejo" y su "basta" cultura llega a confundir aerofagia con la aerofobia. Ferpecto: La Maestra Ciruela que no sabía leer ¡montó una escuela! Ay dios por madrugar...
Me temo que la aerofagia tiene que ver con volar, pero no es exactamente... Por lo demás, excelente artículo con algunas frases memorables.
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