VALENCIA. ¿Quién no recuerda el nombre del campo de fútbol del equipo austriaco Sturm Graz, el 'Arnold Schwarzenegger Stadium', en honor de su hijo predilecto? La feliz idea finalizó el día que el musculoso gobernador de California se pronunció a favor de la pena de muerte en el año 2005...
Hoy en día, la venta de '
naming rights' de un campo de fútbol constituye una herramienta eficaz para aumentar los ingresos y mejorar, de paso, las maltrechas cuentas de resultados de clubes. ¿Quién no conoce el Allianz Arena o Emirates Stadium? Todo el mundo en el planeta fútbol sabe de memoria donde juegan el Bayern Munich o el Arsenal, y por extensión quiénes son sus grandes patrocinadores.
Estos procesos de búsqueda de sponsors corporativo, los más rentables, para un Stadium, Arena, Park, Field, Garden... no siempre han estado bien vistos, ni por los aficionados ni por lo propios dueños, ya que se relacionaban directamente con una pérdida de las señas de identidad del propio club. Hoy en día esta absurda melancolía de las hazañas del pasado está más que superada.
Como muestra el cambio de nombre del estadio de Newcastle FC la temporada pasada, el histórico St James' Park Stadium, por el del patrocinador inglés de una famosa cadena de tiendas deportivas Sports Direct. ¿El nombre elegido? el no menos polémico Sportsdirect.com@St James' Park Stadium.
Sin lugar a dudas, las mayores exigencias deportivas deben venir acompañadas por un aumento y diversificación de las fuentes de ingresos como mínimo de la misma intensidad. Y la venta de derechos para renombrar el estadio de fútbol es una buena opción. Los propietarios de los míticos Old Trafford (Manchester United FC), Stamford Bridge (Chelsea FC) o Anfield, (Liverpool FC) están diseñando acuerdos de
'naming rights' corporativos para sus estadios.
En la larga lista de competidores por el cambio de nombre de estos famosos estadios podemos encontrar a Coca-Cola, Nike, McDonald's, Adidas, Barclays, Anheuser-Busch InBev (dueña de la conocida Budweiser), Puma, Aon, VISA, Pepsi, Samsung, Carlsberg, Volkswagen, MasterCard, Bwin, Emirates, Red Bull...
Es evidente que el mayor mercado de compraventa de '
naming rights', y el más desarrollado, es el norteamericano, aunque la tendencia a generar ingresos por esta vía puede considerarse a escala global. Así, recientemente, el constructor alemán de coches Mercedes-Benz ha sido el primero en poner su nombre corporativo a un estadio chino. Concretamente el Shanghai Mercedes Benz Arena.
El acuerdo, que entrará en vigor a partir de 2011, ya ha reportado importantes beneficios para la marca de coches alemana, aumentado en más de 55% la venta de sus vehículos en China (más de 57.000 unidades), nueve meses después de la firma del acuerdo.
Si la búsqueda de nombres corporativos (los reputados Boluda, Mercadona, Iberdrola,...) va acompañada de la puesta de largo de un nuevo estadio (Nou Mestalla), los ingresos conjuntos del nuevo estadio y nuevo patrocinador corporativo pueden alcanzar cifras realmente exorbitantes (como para amortizar deuda). Como ejemplo más significativo, los más de 100 millones de libras pagados por la compañía aérea dubaití Emirates Airlines por colocar su nombre en el estadio del Arsenal FC.
La semana pasada compareció nuestro insigne presidente, el señor Llorente, para dar cumplida cuenta del estado de situación de las cuentas del Valencia SAD. Habló mucho de la reducción de la deuda del club.
A priori magnífica noticia aunque se olvidó de explicar qué camino ha seguido para reducir esos 150 millones de euros y dejar la deuda en unos excepcionales 400 millones de euros. ¿Quizá una ampliación de capital con garantía pública pendiente de resolución? ¿quizá venta de activos estratégicos? ¿quizá una contabilización inmobiliaria....?
Pero más allá de las diferentes interpretaciones que sobre la reducción de deuda se puedan realizar (que ya habrá momento de analizar una vez las cuentas anuales hayan sido presentadas en el Registro Mercantil), lo más sorprendentemente es el estado de situación del Nuevo Mestalla.
El señor Llorente calificó de "inversión" los más de 150 millones destinados a su construcción dos años después de que se iniciaran las obras. Con sus decisiones e inacción, el señor Llorente ha convertido al Nuevo Mestalla (junto al viejo Mestalla aún sin vender) en todo un símbolo de la burbuja inmobiliaria valenciana (con la inestimable ayuda de sus financiadores).
El proyecto de inversión más importante en la historia del club (sobre todo por su capacidad para generar ingresos adicionales), y de sus aficionados (orgullo de tener uno de los estadios más espectaculares de Europa), ha quedado reducido al sueño de los justos.
Señor presidente, ni una sola idea para reflotar esta gigantesca obra. Ni un solo motivo para albergar alguna esperanza para su reanudación. Recuerde que llegará un momento donde ya no pueda vender más cosas. Quizá ese día se acuerde que la deuda también puede reducirse aumentando los ingresos.
Mientras lo piensa le ofrezco una idea interesante: canjear deuda por ponerle el nombre a su nuevo estadio. Piénselo, no es tan descabellado. Propóngaselo a sus jefes.
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