Mina Marcelo Jorissen | ETSI de Minas
MADRID. Ya habíamos visto las '1001 películas que hay que ver antes de morir', leído los '1001 libros que hay que leer antes de morir' y escuchado los '1001 discos que hay que escuchar antes de morir'. Y cuando ya nada parecía tener sentido, llega Ángeles Vázquez y saca sus '100 cosas que hacer en Madrid al menos una vez en la vida'. Porque no quiere que la gente se muera.
Ángeles Vázquez es periodista y autora de este libro que comenzó a escribir por encargo hace aproximadamente un año. 'Público', el diario para el que trabajaba, estaba a punto de cerrar y fue precisamente en esos días de incertidumbre cuando le llegó la oferta. A partir de entonces dedicó más de ocho meses a documentarse sobre cada rincón de la capital, obteniendo como resultado una guía de viaje desenfadada que anima al lector a visitar cada uno de los sitios por los que ella ha pasado.
"Nos vamos a sentir convocados a conocer cosas que harán que nos arrepintamos por no haberlas conocido antes", decía el ex alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón durante la presentación del libro. El actual ministro de Justicia sólo tuvo buenas palabras para la chica que ahora trabaja en el gabinete de prensa de su cartera. Incluso él, que ha pasado tanto tiempo viviendo y mandando en Madrid, reconoció que Vázquez le ha descubierto muchas cosas.
"Luis Carandell decía que lo que más le gustaba de Madrid es el ambiente —citó Gallardón— y eso es lo que se refleja en el libro". La editorial no quería una guía para turistas al uso, sino que buscaba dirigirse —y sorprender— tanto a madrileños de toda la vida como a forasteros. Así, salen los principales museos de la ciudad, sí, pero contados de forma diferente. Del Museo del Prado, por ejemplo, Vázquez destaca el reciente "descubrimiento" de la que ha sido bautizada como 'la Gioconda del Prado'.
¿Cómo pudo pasar desapercibida durante tantos años y reaparecer hace tan solo unos meses como si fuese el hallazgo más importante de este siglo? Quizá se deba al carácter de los madrileños. Dice Gallardón que los habitantes de Madrid atraviesan su ciudad, pero no se paran a mirarla. La gran metrópoli se ha convertido en un espacio "donde transitan nuestras vidas", explica. Y sobre la gente de la capital, puntualiza: "Los madrileños no tienen 'esa cosa' de turistas nacidos en su propia ciudad como sí ocurre en otras ciudades como Barcelona o Sevilla". "A los madrileños no nos pasa".
Partiendo de esta premisa, la autora sitúa al lector en el kilómetro cero de la sobradamente conocida Puerta del Sol y allí empieza su anecdotario, hablando de deseos: "Se dice que, si pisas la baldosa en la que se dibujan en dorado las autovías y formulas uno, se hará realidad". El capítulo sigue y Vázquez propone que sea el curioso 'excursionista' el que escoja su propia aventura, como en aquella famosa colección de libros juveniles. Si se decanta por tomar la calle Arenal acabará en el Teatro Real (capítulo 8); si va por Alcalá, en Cibeles (49)... y así, calle tras calle, barrio tras barrio, hasta terminar en el desconcertante lugar del último episodio: 'De Madrid al cielo'.
"La numeración atiende a criterios de proximidad geográfica —cuenta Ángeles—, pero puedes saltar de una historia a otra". Si se escoge ir por la calle Alcalá, uno puede terminar en un jardín de 21,5 hectáreas que, a pesar de sus dimensiones, pasa bastante desapercibido para los madrileños. Se trata de La Quinta de los Molinos, junto a la parada de Suanzes. En 2012 cumplió su 30 aniversario desde que el recinto pasara a ser de uso público y se convirtiese en un lugar privilegiado en el que poder ver almendros en flor, hacer ejercicio o salir de picnic con la llegada del buen tiempo.
A escasos metros, en el distrito de Barajas, hay otro espacio ajardinado, todavía más idílico, en el que el picnic no está permitido. Porque allí uno va a lucir su romanticismo. "Declara tu amor en el Capricho", titula Ángeles. Y es que en este parque (que en su día fue finca de recreo de la duquesa de Osuna) es frecuente cruzarse con parejitas de todo tipo: formándose en ese instante, haciéndose las fotos de la boda o compartiendo las horas libres que llegan con la jubilación. Si un guiri cayera en mitad de estos jardines y no saliese de ahí hasta tomar el avión de vuelta se iría pensando que el tradicional traje de flamenca es blanco con velos de Rosa Clará.
Pero no, un auténtico guiri no se irá de Madrid sin pisar un bar. Coca-Cola destaca la importancia de estos lugares en su última campaña publicitaria y, para muestra, el Partido Socialista Obrero Español, que se fundó en uno de manera clandestina en 1879. Se trataba de Casa Labra, donde aún hoy recomiendan probar sus croquetas y sus tajadas de bacalao. La autora tampoco se olvida de otros locales emblemáticos como el Café Gijón, que se salvó del cierre el año pasado tras varios meses de inquietud; o La Campana y sus bocatas de calamares a buen precio, muy cerca de la plaza Mayor.
El libro también trata cuestiones más polémicas, como la de escoger el mejor lugar de Madrid para ver una puesta de sol. Algunos dicen que la Dehesa de la Villa, punto de encuentro para los amantes de las aves. Otros defienden la zona del Templo de Debod, un regalo de Egipto a España, visitable y traído piedra a piedra desde allí. El 'parque de las tetas' (Cerro del Tío Pío) aspira al título desde el sur... pero Ángeles, guadalajareña de adopción vallecana, no se moja. Ella prefiere mojarse en su barrio, en su 'batalla naval'.
La Batalla Naval de Vallecas nace de una utópica reivindicación durante el verano de 1981: 'Vallekas, puerto de mar'. Como no parecía viable en pleno centro de la península, los vecinos comenzaron a lanzarse agua entre ellos y desde entonces se convirtió en una refrescante tradición. La Cofradía Marinera es hoy la encargada de organizar este evento que se celebra el domingo de julio más próximo a la festividad de la Virgen del Carmen.
Toca cambiar de espacio y aparecemos en Concha Espina, en el Parque de Berlín, donde nos dan la bienvenida tres antiestéticos bloques de hormigón. Frente a ellos, una placa nos muestra el siguiente mensaje: "En memoria del derribo del muro de Berlín, parte de él, queda aquí". Misterio resuelto. Ahora sabemos que las pintadas de este monumento son historia y no una "gamberrada" como pensó un miembro del personal de limpieza antes de su inauguración.
Quien no se haya sorprendido todavía quizá lo haga al descubrir que en el barrio de Carabanchel se disputa el derbi madrileño más esperado. Allí se encuentran todos los días el Atlético de Madrid y el Real Madrid, en una esquina en la que coinciden las calles con los nombres de cada equipo. El Real Betis también tiene la suya, con una placa más desgastada que la de los otros dos. Y nadie sabe qué pinta allí, pero está.
En el mismo Carabanchel hay, además, un pedacito de suelo británico. Haciendo esquina con las calles Inglaterra e Irlanda se encuentra el 'cementerio de los ingleses', donde reposan los restos de importantes familias como Loewe, Bauer y Boetticher, entre otras que no querían ser enterradas en las necrópolis católicas apostólicas romanas. Hablando de fallecidos, también se recomienda visitar el Panteón de Hombres Ilustres, muy cerca de Atocha.
También bajo tierra se encuentra una estación de Metro fantasma, la de Chamberí, y una mina. Sí, una mina, la de Marcelo Jorissen, de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid. Construida en la década de los sesenta con fines didácticos, hoy cumple con una función más turística, ya que puede ser visitada por aficionados y público en general el primer domingo de cada mes.
No se trata de una mina de verdad, puesto que Madrid no es Asturias y en Cuatro Caminos, junto a la línea 1 de Metro, no se podía excavar mucho más. Sin embargo, esta simulación (en diferido) de lo que sería una mina de carbón tradicional se ajustaba al "terreno de prácticas" que los estudiantes necesitaban para poner a prueba la teoría aprendida sin tener que salir de la capital.
Una capital a la que aún le quedan muchos capítulos por escribir. Una auténtica mina, en sentido figurado, que hace que 100 cosas parezcan pocas y que quiza consiga que Ángeles se anime con otras 100 más, porque ella se lo ha pasado muy bien: "Lo mejor para animar una conversación es que os inventéis que escribís un libro sobre Madrid. Enseguida os recomendarán sitios donde tomar las mejores bravas, las mejores cañas... Triunfáis seguro".
Puede empezar a leer los primeros capítulos del libro haciendo clic aquí.
Quiero desde aquí felicitar a Alejandro Rodríguez. ¡¡ BUEN TRABAJO, MUCHACHO ¡¡.
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