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Un siglo del escándalo de
‘La consagración de la primavera'

MANUEL MUÑOZ. 25/05/2013 El estreno en 1913 en París de la obra de Stravinski, que abrió las nuevas vías musicales del siglo XX, generó un gran tumulto y enfrentamientos

VALENCIA. Dicen que aquel 29 de mayo hacía en París 30 grados centígrados, un calor excepcional para la habitualmente suave cuando no marcadamente fresca primavera parisina. Pero el verdadero calor fue el que animó el tumulto de los asistentes con que acabó es estreno mundial de La consagración de la primavera, de Ígor Stravinski, con ballet de Diaguílev y coreografía de Nijinski. No es la única -porque hay quien habla, como Alex Ross, del estreno de la Salome de Richard Stauss, en Graz en 1906, o podríamos referirnos a las primeras obras dodecafónicas de Schoenberg-, pero sin duda es una de las grandes puertas de la música del siglo XX.

La sesión se desarrollaba el año anterior al inicio de la Primera Guerra Mundial, que para muchos historiadores marca el verdadero comienzo del siglo XX, y la obra suponía un torrente innovador, por cuanto ya contenía algunos de los elementos que iban a ser constantes del siglo XX musical: los ritmos complejos, los acordes disonantes, la descomposición melódica y la incorporación de melodías modales. Sin olvidar la raíz nacional y popular de muchos de los temas utilizados, que sería común a otros compositores de la primera mitad del siglo, como Béla Bartók, Manuel de Falla, Leos Janácek y Maurice Ravel, entre otros.

El antigermanismo

También anunciaba un movimiento musical que se extendería por muchos países acentuado por la inmediata contienda bélica: el antigermanismo. Todo un ejército de compositores empezó a buscar nuevos timbres y sensaciones sonoras huyendo de la tradición germánica de Beethoven, Brahms y Wagner, del empleo de la sonoridad tradicional de la orquesta, basada en el protagonismo de los instrumentos de arco. Ahora será el viento, y especialmente en los instrumentos de madera, el que pasará a primer plano. Esa renovación es brillantemente anunciada por la aguda melodía del fagot que introduce la obra.

Todo ocurría en el Théâtre des Champs Elysées de París. El descontento de muchos espectadores se empezó a exteriorizar de forma marcada en la primera parte, La adoración de la tierra. En la segunda, El sacrificio, ya fue el paroxismo. Lo relata Gertrude Stein (citada por Alex Ross): "Era literalmente imposible, durante toda la interpretación, oír el sonido de la música. Nuestra atención se veía constantemente distraída por el hombre del palco de al lado del nuestro que agitaba su bastón y, finalmente, en un violento altercado con un entusiasta sentado en el palco de al lado del suyo, su bastón aterrizó y destrozó el sombrero de copa que el otro acababa de ponerse a modo de desafío. Todo era increíblemente violento".

El triunfo inmediato

Contra lo que hacía presagiar tan tumultuoso estreno, La consagración de la primavera conquistó en seguida el público, empezando por el parisino. En las siguientes representaciones los aplausos fueron venciendo la batalla a las protestas y un año después Stravinski era unánimemente aclamado tras la interpretación de la obra en versión de concierto. Walt Disney incorporó música de la obra en uno de los episodios de su película Fantasía (1940), con dinosaurios y volcanes, y no tardó en instalarse en el repertorio como uno de las grandes referencias no solo del siglo XX sino de toda la historia de la música.

El veterano director español Rafael Frühbeck de Burgos tenía previsto interpretar la obra, con motivo del centenario, el pasado 12 de abril al frente de la Orquesta de Valencia en el Palau de la Música. Motivos de salud se lo impidieron; pero está previsto que lo haga el próximo día 31, fecha más próxima al centenario preciso.

Grabaciones

Hay incontables grabaciones de esta obra capital. Puede que la más reciente sea una que acaba de salir en CD en Sony, con la Orquesta Nacional de Francia dirigida por Daniele Gatti, que incluye también Petrushka. Yo tengo una en CD dirigida por el propio Stravinski a la Orquesta de la RAI de Roma, incluida en una colección de Planeta-Agostini que sin duda hoy será posible localizar en esa u otra edición por internet. Citaré otras dos espléndidas: La de Leonard Bernstein con la Filarmónica de Israel, en Deutsche Grammophon (1983), y la de Valeri Guerguiev con la Orquesta Kirov (1999), originalmente en Philips, hoy en el catálogo de Decca.

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