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BARCELONA (EFE). La compañía química La Seda de Barcelona, inmersa en una pugna entre su principal accionista, el grupo industrial portugués BA Vidro, y su principal acreedor, el 'fondo buitre' Anchorage, afronta un final de mes clave para garantizar su continuidad y evitar el concurso de acreedores.
A finales de mes vence, en un principio, el plazo para devolver un préstamo sindicado de 235 millones de euros, y la semana entrante también expira el plazo dado por Anchorage al resto de los acreedores para aceptar su propuesta.
Anchorage, que se ha comprometido a mantener la matriz de La Seda en Cataluña aunque se desconocen todos sus planes, tiene en su poder el 37% de esta deuda, pero necesita obtener el apoyo de otros acreedores hasta sumar el 75% del total de la deuda sindicada.
Este fondo especulativo tiene la intención de convertir su deuda en capital, para hacerse con el control de la compañía.
EN BUSCA DEL AVAL
Para lograrlo deberá conseguir el aval de la junta de accionistas, y ahí es donde topa con BA Vidro.
El grupo industrial portugués, liderado por Carlos Moreira, el expresidente de La Seda, quiere recuperar el control de la compañía, de la que tiene el 20% de las acciones.
Por ello forzó la convocatoria de una junta de accionistas que se deberá celebrar antes de que acabe el mes de junio.
Y es que si Anchorage consigue convertir su deuda en capital, los acreedores pasarían a tener un 82% del accionariado (un 26% del capital estaría en manos de Anchorage) y el 18% restante se lo repartirían los actuales accionistas.
DURA PUGNA
En toda esta pugna tiene un papel clave Caixa Geral, que es propietario del 15% de la deuda y a la vez es accionista de la sociedad.
BA Vidro ha ofrecido en varias ocasiones suscribir un aumento de capital por 40 millones de euros y ha alertado de que Anchorage tiene un plan oculto para La Seda, pero se ha topado con el rechazo del consejo, que busca una solución a contrarreloj para evitar el concurso.
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