El exdelfín de Fraga en Alianza Popular, que ha evolucionado hacia posturas de izquierda previo paso por el PSOE, detalla su visión de la crisis actual
MADRID. El 4 de mayo de 1983, hace exactamente treinta años, Jorge Vestrynge, candidato a la Alcaldía de Madrid, acudió a repartir propaganda electoral a un mercado del barrio de Palomeras, en Vallecas. Esto es lo que sucedió según el relato deL diario El País:
"La actitud contraria de una parte del público se puso de manifiesto desde el principio, cuando algunas personas rompieron el programa que el candidato les entregaba y se lo tiraron a la cara (...) un grupo formado por unas doscientas personas arreció en sus gritos e insultos (...) El grupo de vecinos comenzó a tirar tomates, lechugas, pepinos y huevos contra la comitiva de AP. Una señora, desde una ventana, lanzó una botella que se rompió a un metro escaso de Verstrynge. En medio de la confusión, uno de los que increpaban golpeó al candidato en el costado (...) Vicente Givica, de 42 años, encargado de la megafonía de un automóvil de AP, recibió una fuerte patada en el bajo vientre que le hizo perder el conocimiento. 'Esperábamos oposición pero no tanta', declaró".
Felipe González, que se encontraba en Bonn defendiendo la instalación de más armas nucleares en Europa, los ‘euromisiles', si no había un acuerdo con la URSS, condenó el incidente desde allí. Vestrynge a las pocas horas volvió a Vallecas. Se interesó por un anciano que recogía cartones y esta vez un transeúnte le gritó que le diera dinero en lugar de propaganda. El candidato, a la vista de todos, le dio mil pesetas.
Pues las vueltas que da la vida. Con los años, Vestrynge abandonaría Alianza Popular, entraría en el PSOE de donde también se marcharía para posteriormente centrarse en la docencia y publicar sus trabajos en El Viejo Topo, revista y editorial de izquierda. Al margen de sus alumnos y un público selecto, las masas poco sabían de él hasta que ha saltado a la palestra en tertulias televisivas, como la del Gato al agua, defendiendo los escraches a políticos ante la misma delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes. Para rematar, su último libro se titula ‘Contra quienes luchar'. Y en la portada, antidisturbios faenando.
Este trabajo, según explica la editorial Península, nace a petición de los lectores de su obra anterior ‘¡Viva la desobediencia!', que le habían instado a señalar más claramente los objetivos, a los malos. En su libro, Vestrynge lo detalla con gusto: a las oligarquías.
En las primeras páginas cuestiona la legitimidad democrática de los líderes electos. Explica que los candidatos siempre pertenecen a una elite y muestran de cara al público un perfil adecuado, no el real. Documenta que Aristóteles o Montesquieu también consideraban democrático elegirlos por sorteo. El hecho de que el político para ser designado tenga que presentar un perfil que inspire confianza, sostiene, reduce el compromiso programático. Ergo menos democracia.
No obstante, la situación salida de la II Guerra Mundial suponía "una relación de fuerzas favorable a la clase obrera" hasta que, y entramos en el terreno de los lugares comunes o bastante sobados, se cae el muro y Gran Bretaña, caballo de Troya de Estados Unidos en Euro
pa, orienta la UE hacia políticas de, digamos, todo por y para el mercado. Así hasta llegar a hoy, momento en el cual "la demanda pública y privada sólo se sostiene por la vía del endeudamiento". Y sus salarios ya saben ustedes con quién compiten, con los de los caballeros soterrados en Bangladesh.
Con un lenguaje académico y apoyándose en citas de otros autores, Vestrynge, después de esta contextualización por todos conocida, pasa a agitar el monigote del club Bilderberg. Este oscuro grupo serviría para imponer la ‘mundialización', un proyecto político nacido en Estados Unidos, adoptado por "un grupo social convencido y homogeneo" a los países occidentales y el resto del planeta. Las pruebas, condicionar las políticas de ayuda al desarrollo a la desregulación del mercado en cada país, etcétera. Casi como la desindustrialización española de los ochenta a cambio de autopistas y aeropuertos.
Según el autor, se nos vende como modernización un proyecto que consiste en destruir salarios y servicios sociales, en el que "los pueblos no puedan decidir por sí mismos y sean sustituidos por un elenco de superadinerados y de tecnócratas a su servicio". Es decir, una jerarquía de oligarquías anglosajonas que gobiernan a las oligarquías locales. Sin embargo, esta crisis nos llevará a un proceso contrario, afirma. Una renacionalización. Algo que ya se ve en la defensa de las fronteras, dice, que hizo Sarkozy o la línea soberanista que presentan otros líderes como Putin en Rusia.
Vale. Y entonces, ¿Contra quiénes luchar? Para Vestrynge hay que irse al pensamiento de Jacques Généreux, economista cercano a Jean-Luc Melenchon, que propone recurrir al compromiso de Luxemburgo de 1966 por el cual los estados europeos pueden vetar las decisiones del Consejo de Ministros de la UE "si intereses importantes están en juego". En este asunto el ex delfín de Fraga pone admiraciones porque, a su juicio, han "independizado" al Estado de su pueblo. Y ya.
La verdad, es más interesante el personaje y su trayectoria que este libro. Sobre todo porque desde distintos espacios se le ha acusado directamente de participar en los escraches para vender ejemplares. "No os preocupéis porque en un par de semanas, cuando termine la promoción del panfleto, volverá a recogerse", dicen en Patrulla de Salvación, un blog sobre el mundo editorial y sus tejemanejes que es más interesante y divertido que tres cuartas partes de lo que se publica. Le califican a él y a su editor de "marxistas de salón" con una entrada y debate posterior en los comentarios, muy amenos.
El autor de este libro fue destituido fulminantemente de su puesto al frente del aparato de Alianza Popular a raíz del nombramiento de José María Aznar como secretario general adjunto. El expresidente estaba alineado con Herrero de Miñón, enemigo de Vestrynge. En su lugar, Fraga designó a Ruiz Gallardón. Vestrynge mantuvo durante su etapa como delfín de Fraga un talante liberal. Decían que para disimular su pasado ultraderechista. De Gallardón, su propio padre decía "yo no soy de derechas, el que es de derechas es mi hijo", antes de que con sólo 27 años alcanzara este cargo. Después, fue conocido como el rostro más abierto, cosmopolita y liberal del PP, pero, actualmente, está alineado con los sectores más conservadores.
Unas trayectorias de bola de pinball, la de los líderes de la vieja AP. Cuando Vestrynge dejó el cargo, comentó: "Soy consciente de que entro en una nueva fase de mi vida política". Caray. Y tanto. Tenía 38 años.
Álvaro, por si no lo has visto, en jot down hay una entrevista interesantísima al personaje por parte de Julio Tovar/pornosawa: http://www.jotdown.es/2013/03/jorge-verstrynge-el-caracter-neutral-de-la-monarquia-es-una-mentira-nada-importante-se-hace-contra-la-opinion-del-rey/
Probablemente será uno de los invitados a la boda-funeral de Di Stefano si finalmente se casa.
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