MADRID. El mismo día que conocíamos la espeluznante cifra de desempleo española que alcanzaba el máximo nivel de su historia en las 6.200.000 personas, el ministro de Economía alemán, Rösler, hacía la declaración triunfalista y evidentemente electoral de que su país empezaba a remontar y que este año será el de la historia de un éxito de Alemania. Algo huele muy mal en Europa.
Poco antes, Ángela Merkel manifestaba sin el menor atisbo de vergüenza que un recorte de los tipos de interés por el Banco Central Europeo (BCE) no le vendría bien a Alemania y que por el contrario a su país le convendrían tipos de interés más altos. Pero, ¿a que vamos señora? le diría yo, ¿a buscar setas o Rolex?
Ya éramos conscientes de que Europa -desde el principio de esta ya tan larga crisis- se había polarizado y se había convertido en dos, la de los acreedores y la de los deudores, pero oírlo o leerlo de manera tan cruda y descarada no deja de sorprender por no decir alarmar.
Los ciudadanos de los países acreedores se han resistido cada vez más a responsabilizarse de la deuda de los demás sin asegurarse mecanismos para controlar el gasto de éstos.
INTERFERENCIAS
Hasta el punto que lo que antes era una regla no escrita -la no interferencia de la comisión y organismos europeo en las políticas económicas nacionales-, ya no se cumple y ha pasado a llevarse a cabo un control férreo de las políticas presupuestarias y a exigirse recortes en terrenos antes intocables como pensiones, sanidad y funcionariado público.
Pero no nos engañemos, no estamos viviendo algo nuevo e insólito. Lo que presenciamos es tan antiguo como lo es esta Humanidad, tal y como la conocemos hasta ahora. Y precisamente eso es lo preocupante, que volvemos a las mismas andadas. No hemos aprendido nada.
ANTIGÜEDAD
Desde hace más de 5.000 años se tiene constancia por diferentes medios que los hombres han prestado y han contraido deudas. Se podría decir que la historia económica de la humanidad, que al fin y al cabo es la que ha originado el resto de las historias y acontecimientos que conocemos y que nos preocupan, es un enfrentamiento de poder entre acreedores y deudores, entre los que tienen y los que necesitan que le presten para sobrevivir.
Desde la más remota Antigüedad han existido leyes, costumbres o si no simplemente cuerpos armados para asegurar de una manera o de otra que se devuelva lo prestado y que quien no lo hiciera sufriera el castigo o pena correspondiente.
RESPONSABILIDAD
De un lado, estas medidas por si solas funcionaban de manera disuasoria para que el nivel de impago fuera inapreciable, pero también servían para que si el deudor se veía imposibilitado por el motivo que fuera para hacer frente a su responsabilidad pagara de alguna otra manera. Las expropiaciones de tierras de cultivo, pequeñas propiedades e incluso la conversión del deudor en esclavo del acreedor ha sido práctica normal durante miles de años.
El pago de lo que se debe dejó, hace ya mucho tiempo, de ser un asunto puramente económico para convertirse en uno moral. Quien no paga lo que debe se mueve en el terreno de lo no ético. Hasta tal punto ha llegado a calar este pensamiento, en mi opinión inducido, que, no por casualidad, en idiomas como el alemán y otros de su misma raíz, la palabra deuda 'Schulden' es la misma que culpa.
MORALIDAD
Poco se ha profundizado ni se profundiza en la moralidad de las condiciones impuestas en el préstamo ni en las situaciones de fuerza mayor en las que puede haber incurrido el prestatario. Sencillamente, mientras tengas deuda tienes culpa.
Esta es la corriente de pensamiento de escuelas económicas de moda en los últimos años a las que pocos se atreven a poner en duda, so pena de ser políticamente incorrecto.
IRRESPONSABILIDAD
¡Qué no se hubiese endeudado¡ Es el comentario. El mismo que harían de aquel 'irresponsable' que se metió en la droga
Pero muchos de ellos se olvidan, desconocen o será que no les da para más, de que la economía ha contribuido al desarrollo material de la humanidad (de momento, está claro que solamente material) cuando también ha favorecido el crédito y el flujo de dinero o medios de pago entre los agentes económicos.
En el año 1700 en Inglaterra, después de la gran crisis provocada por causas diversas entre otras, una temible epidemia de peste bubónica, la mayor parte de los comerciantes británicos se encontraban en la cárcel porque no habían podido hacer frente a sus obligaciones de deuda.
ENDEUDAMIENTO
El espíritu práctico prevaleció y se creó la primera ley de quiebras por la que en situaciones excepcionales, como era la que entonces vivían, no tuvieran que pagar con penas personales de privación de libertad y en casos más concretos, poder hacer una reducción de la cantidad adeudada. Al fin y al cabo se necesitaba que los industriales y comerciantes volvieran a la actividad. A nadie beneficiaba que estuvieran entre rejas, ni a los acreedores ni al resto de la población
Se fue progresando muy lentamente en este sentido, pero se pasó de convertir al deudor que no pagaba en esclavo, a promulgar leyes para proteger al que sin mala fe no podía afrontar sus responsabilidades y con ello se evitaba el estrangulamiento de la economía.
SOLIDARIDAD
Sin embargo en esta Europa Unida que se erigió apoyándose en los principios de la solidaridad con el noble objetivo de acabar con el enfrentamiento entre los europeos, sin que nos demos cuenta, como a escondidas, hemos vuelto hacia atrás y los que se consideran tener el derecho atávico de recuperar de cualquier manera lo que han prestado, lo defienden a toda costa y quieren recuperar su capital caiga quien caiga.
Con ello dan una penosa muestra de insolidaridad. Ya sé que esa palabra no está de moda y que la mayoría de los de las escuelas anteriormente mencionadas esbozarán una sonrisa irónica al leerla pero el problema es que esta insolidaridad -yo le llamaría quizás desconsideración- esta cortedad de miras provocada por la desconfianza y la avaricia que estamos padeciendo en Europa es el camino más corto para ahogar la economía, para frenar el desarrollo y para llevarnos a todos a la ruina.
JUBILACIÓN
A menos que lo que quieran es retrotraerse unos cuantos miles de años y pretendan convertir en sus esclavos a los que no paguen. Suena algo inverosímil ¿verdad? ¿O no tanto? De momento la Comisión Europea presiona a los países del sur para que bajen los salarios, para que se deroguen las leyes que protegen a los trabajadores con la excusa de que convierte el mercado laboral en inflexible, para que se rebajen las pensiones y lo último que hemos oído es que le están dando vueltas a eso de que la jubilación no llegue hasta los 70 años. ¿Desde cuándo han tenido jubilación los esclavos?
Si la Europa del siglo XXI es así, cada día que pasa me siento mejor de haber nacido en Ceuta y ser africano.
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Miguel Ángel Rodríguez es analista de XTB
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