MADRID. La entrevista a Luis María Anson en La Sexta Noche hace un par de sábados puso de manifiesto la existencia de un nuevo fenómeno. En España hemos pasado del ‘demócrata de toda la vida' al ‘indignado de toda la vida'. El exdirector de ABC y La Razón da fe de ello. Si no estuvo en Sol el 15 de mayo es porque se lo impidió, quién sabe, tal vez algún concurso de misses. Pero el discurso del 15-M lo tiene bien interiorizado. Habló de mediocridad de ‘la clase política', de corrupción, del desencanto de las nuevas generaciones, de que hacen falta más jóvenes en la política, etcétera.
No es para menos, el mensaje de marzo de 2011 caló hondo. Aquellas plazas abarrotadas fueron una demostración de fuerza, el único lenguaje que se comprende por estos lares, que volvió a poner de moda la política y generaron cierta conciencia social frente a la imperante cultura del éxito. Pero como al final de todo aquello no resultó ningún partido ni nada que realmente amenazase al capital o los poderes establecidos, un tipo como Anson puede estar ahora, también, muy indignado. Como el que más. Él también se anima a pronunciar ‘clase política' como si rimase con peste.
Lógicamente, el movimiento original ha perdido fuelle. Y quién sabe si por este motivo ha aparecido en nuestras librerías otra obra de Stéphane Hessel, autor del célebre ‘Indignaos', padre espiritual de todas estas corrientes, que ha fallecido recientemente. Ésta, su especie de testamento político, se titula ‘No os rindáis'.
En ‘Indignaos' la cosa estaba bastante clara. Este miembro de la resistencia contra los nazis dejaba claro que, tras la expulsión del invasor, en Francia se sentaron las bases de una nueva sociedad. El sistema estaría vertebrado por la Seguridad Social. Quien no podía trabajar, no se iba a pudrir, ya fuera joven o jubilado. Pero en el mundo contemporáneo, secuestrado por las finanzas internacionales, este tipo de sociedad, argumentan los malos, es "insostenible". Había que indignarse contra esto como contra los fascismos, decía Hessel. Y sin violencia.
Pero ahora, en ‘No os rindáis', el mensaje de este autor pasa por instar a los indignados a "no quedarse sólo en la protesta". Les pide dar un paso hacia delante que rompería el tabú más importante del 15-M, que es el de no adscribirse a nada que pueda parecer un movimiento político o sindical organizado.
El ejemplo que cita es el de Comisiones Obreras durante la dictadura y su doctrina del "entrismo", infiltrarse en el sindicato vertical del régimen para lograr desde ahí sus fines. Stéphane Hessel alecciona a los indignados con enseñanzas básicas como que nunca habrá un partido que les vaya a satisfacer al 100%. Pero que ni a ellos ni a nadie.
De esta manera, también pone como ejemplo el de las asociaciones de consumidores que se organizan para recibir productos del campo de calidad y manteniendo unos estándares ecológicos, un fenómeno que está creciendo en Francia. O, en el caso de nuevo de nuestro país, cita a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que según dice ha conseguido frenar algunas políticas y obligar al Gobierno a legislar para instaurar la dación en pago.
En definitiva, lo que viene a explicar a los llamados ‘indignados' es que no están solos en el mundo o que nadie va a hacer nada por ellos sólo porque lo demanden de simpática forma simbólica. Ciertamente, es bastante obvio lo que propone Hessel a estas alturas del partido, pero rompamos una lanza en su favor. Al menos en España, puede que las nuevas generaciones necesiten que se lo repitan.
En nuestro país es un hecho que la democracia llegó por fin justo en el inicio de la posmodernidad. La política se convirtió en aburrida cuando ya se podía influir en ella, el individualismo empezó a ser lo cool cuando por primera vez en medio siglo las masas podían organizarse sin que las metieran en la cárcel. La política llegó a un pueblo que se había vuelto apolítico. Con el aumento del nivel de vida, la entrada en Europa, un poco de droga de diseño y cuarto y mitad de tetas y fútbol en televisión, la sociedad civil española se fue al hoyo.
Una prueba fehaciente de ello es la reducción, por ejemplo, de las secciones de economía de los informativos nacionales de televisión sin que nadie se diera cuenta, o el desarrollo sin freno del Modelo Alzira en Madrid. La política sólo tenía interés con el morbo añadido del enfrentamiento pugilístico. Profundizar un poco más era aburrido de solemnidad.
No obstante, tras la debacle, ‘Salvados' hace tres millones de espectadores entrevistando a un inspector de Hacienda; los diarios y los informativos abren con la prima de riesgo y las calles se llenan para defender un modelo de asistencia sanitaria pública que no, no lo había puesto ahí Dios cuando creó España en el Génesis -o tal vez antes- hubo que pelearlo y obtenerlo mediante una ley aprobada en un parlamento democrático.
Por eso sería lógico que el descontento se articulase en plataformas, como ya ha ocurrido con las mareas, u organizaciones de cualquier clase, que en general desemboquen en una candidatura electoral. Ciertamente, entrando en el juego parlamentario el movimiento 15M pierde romanticismo, pero tampoco es que sus fines -muy lejos de los de mayo del 68, todos bastante pequeñoburgueses, andar protestándole al sistema porque no te permite obtener un trabajo y una casa- muy románticos no son.
Hasta ahí, la sucesión de acontecimientos provocados por Hessel con su ‘Indignaos' y culminados con este ‘No os rindáis' cobran cierta lógica y sentido. No obstante, lo que le deja a uno de piedra, concretamente de granito, es cierta referencia que se le escapa al autor a la hora de reivindicar una mayor cohesión europea, una federación o incluso unos Estados Unidos de Europa. Se queja de que Francia no haya tenido apoyos en la guerra de Mali.
"[los rebeldes de Mali pretendían] edificar un estado terrorista casi a nuestras puertas. El apoyo que ha recibido Francia no ha sido precisamente muy fuerte. ¡Es sorprendente la forma en la que Europa ha dejado a Francia sola en África"
Hombre, igual la opinión pública europea no se ha lanzado como un clamor a apoyar la intervención francesa en Mali porque el referente de los indignados no escribió a tiempo un ‘¡Apoyad las guerras!' que sirviera de guía a sus pupilos que, ahora sí, tienen motivos para estar desorientados. El mismo que les pidió que se alzaran contra el sistema sin violencia les sugiere ahora de paso que apoyen una intervención armada en un país tercermundista porque "ej que hay terroristas".
En otro orden de cosas, también hay espacio en estas escasas medio centenar de páginas para la independencia de Cataluña. Hessel no está de acuerdo con ella. Considera que no conduce a nada y que, además, "es imposible" lograrla. De modo que al final nos hemos quedado con un discurso de vaguedades sobre meter en cintura a las grandes fortunas y acabar con los estragos que provoca la deslocalización industrial. Mmm... no está mal, a la derecha del PSC, pero más radical que Bono.
Siempre le quedará un consuelo a todo el que se lleve las manos a la cabeza con las nuevas revelaciones del maestro. En una entrevista con la mujer de Hollande, Valerie Trierweiler, que es periodista y primera dama, dijo que en esta vida sólo esperaba "morir pronto". Y antes de hacerlo, según su prologuista, cuando contestaba al teléfono por lo solicitado que estaba, decía: "Si yo no digo más que banalidades".
El 15M fue en mayo, no en marzo.
Si los americanos van a la guerra por el petróleo, los franceses van por el cacao cuyo comercio mundial controlan. Y claro, el chocolate no despierta tantas adhesiones como el petróleo.
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