VALENCIA. Existen zonas de las ciudades a las que un buen día se les apagó la luz, quizá porque estaba muy cara. Se les cerró la puerta con llave y después se cogió la llave y se lanzó al mar, cuestión que en el caso de Valencia no costó demasiado porque ya se sabe que en la espalda tenemos el mar. Velluters fue una de esas zonas que se quedó sin luz y sin llaves. Y hasta hoy.
Con la peculiaridad de que se trata de una franja -agarrándose a las paredes del Mercado Central y la Avenida Barón de Cárcer- repleta de testigos por su posición céntrica. Aunque a efectos prácticos tiene más de periferia. Ahora afronta un nuevo ciclo, vuelve a la agenda y se proponen soluciones para encontrar la llave que reabra el barrio.
Si detrás de cada decadencia hay un gran esplendor, el de Velluters tuvo lugar cuando concentró entre sus muros parte de la industria de la seda y el terciopelo (vellut). Pero poco a poco la tela del barrio se fue rasgando. Con motín incluido (El Motín de Velluters), cuando en 1856 los sederos se sublevaron hasta provocar la intervención del Ejército. El barrio fue consolidándose como una suerte de pequeño pueblo de industriales y comerciantes con casas bajas que compatibilizaban la sede del negocio con la propia vivienda.
Pero los negocios acabaron desapareciendo por un desencadenante multifactorial: abandono social, especulación, desaparición de servicios básicos... A muchos de los edificios, habitados por grupos sociales envejecidos y con bajos ingresos, les faltó el mantenimiento, y dibujarían la imagen colectiva que se tiene del área: repleta de solares y edificios torpedeados.
En el desplazamiento hasta su posición periférica colaboraron algunas decisiones, como la apertura de la Avenida del Oeste (Avenida Barón de Cárcer), que cercenó la conexión directa de Velluters con la ciudad; o, en un hecho a priori anecdótico, el cierre de la comisaría de la calle Balmes, en pleno cogollo de 'El chino', que terminó por acrecentar los problemas con el tráfico de droga y la prostitución.
Calles estigmatizadas y nueva normativa para la prostitución
Un 33% de los residentes reconoce que evita pasar por calles como la de Viana, según la encuesta realizada por el proyecto Imagina Velluters. Son vías estigmatizadas en medio del centro de Valencia.
Desde la asociación de vecinos, su portavoz María Jose Volta, recalca los retrasos de hasta dos años en ejecutar resoluciones de cierres de bares, cuyo objeto social es realmente servir de apeadero para la prostitución. Los carteles "Velluters sin prostitución" adornan parte del paisaje como una localidad en fiestas patronales.
La última esperanza llega de la mano de la ordenanza municipal que, tras un largo proceso, por fin intenta regular la prostitución de 'El Chino', multando con hasta 2.000 euros a quienes soliciten servicios sexuales. La medida de disuasión acaba de activarse, pero los resultados, a tenor de las evidencias, tendrán que esperar: a plena luz del día, durante toda la semana, prostitutas, residentes fijos y especuladores esporádicos se agolpan alrededor de un par de bares, con un tumulto más propio de las puertas de El Corte Inglés antes de abrir el primer día de rebajas. Vecinos y policías también apuntan a un incremento en la presencia de heroína.
Concurso de ideas políticas
Más allá de 'El Chino', el estado de Vellluters viene suscitando en lo reciente todo un concurso de ideas políticas. A pesar de un censo discreto (apenas 3.200 personas), inclinado en un 49% hacia el PP en las últimas municipales y con una caída brusca del PSOE en beneficio de otras izquierdas (una tendencia en los centros históricos), el barrio es un suculento pedazo, con el que apuntarse un buen tanto regenerador o, en su defecto, realizar pruebas urbanas.
Jorge Bellver, en sus últimos días como concejal de Urbanismo, quiso zanjar cualquier debate asegurando que "Velluters es un barrio vivo y con mucha actividad gracias al esfuerzo de todos los valencianos", "los que tienen que reactivarse y actualizarse son los socialistas". El PSPV propone un plan de actuación urbanística "para frenar la degradación que sufre Velluters". La concejal de Compromís, Consol Castillo, defiende "la necesidad de una mesa para la convivencia con la que se establezcan normas claras sobre dónde no se puede ejercer la prostitución de ninguna de las maneras", acompañada de un plan local de lucha contra el tráfico de drogas.
El portavoz socialista Joan Calabuig incide en la necesidad de que la sociedad municipal Aumsa adquiera viviendas abandonadas, las rehabilite y las saque a alquiler como método con el que dar uso a "los solares y edificios abandonados". "La población no ha aumentado desde hace más de una década", señala Calabuig.
Claves para el futuro
En realidad, y según el último padrón de 2012, la población sí ha aumentado. Discretamente (Velluters tiene la mitad de habitantes que tenía en los 70), pero supone la primera crecida demográfica en varios años. Frena la caída y contrasta con la mayoría de barrios de Valencia, con pérdida de habitantes.
Es un pequeño suministro de vitalidad que, acompañado de otros síntomas, como la llegada de apartamentos para universitarios, la apertura de organismos oficiales, nuevos edificios recién estrenados o la inauguración este mes del aparcamiento de la plaza de Viriato (sólo una década después de terminarse...) deslizan brisas de renovación.
El hecho más importante es la llegada a una etapa de propuestas. En el fragor renovador tiene mucho que ver la iniciativa Imagina Velluters, nacida en 2010 al calor de varias asociaciones de arquitectos y que planteó un certamen de soluciones al que respondieron más de 80 propuestas. Una de sus impulsoras, la arquitecta Mariola Fortuño, de la asociación de arquitectos Sostre, valora la experiencia como una manera de "tener a mucha gente pensando en Velluters, viendo Velluters en positivo". Aunque reconoce que nunca tuvieron una respuesta firme de la Administración: "Nos enviaron al área de grandes eventos...".
Entre las necesidades, Fortuño destaca que "a Velluters le hacen falta espacios de respiración, de relación. Tiene muchísimas oportunidades por su emplazamiento, pero no puede continuar con esta imagen de bombardeo y abandono".
Muchas de las propuestas de Imagina Velluters se inspiran en el programa 'Esto no es un solar', que, con la implicación del Ayuntamiento de Zaragoza, ha logrado convertir 70 solares abandonados del casco histórico y la ribera del Ebro en provisionales plazas, módulos para hostelería o pistas de básket. "Un primero paso debería ser rehabilitar los solares de Velluters mediante una cesión transitoria de los propietarios hasta que decidan construir", señala la arquitecta. Entre los solares, el más preciado es el del viejo teatro Princesa.
La franja de Velluters sigue buscando sus llaves.
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.