VALENCIA. De niño fue su nombre objeto de risas. De joven, su apellido. Aristóteles Cañero (Valencia, 1969), se identifica con la filosofía de ir dando caña por la vida, pero con equilibrio. Director de la escuela de negocios Inede de la Universidad Católica de Valencia y decano del Colegio de Ingenieros de Telecomunicaciones de Valencia, considera que las empresas valencianas tienen que superar la fase del dueño por la de profesionalizar a los directivos; que en las escuelas se enseña más que los negocios cortoplacistas están abocados al fracaso y cree mucho en la juventud a la que ve preparada y con sólidos valores morales para hacer frente al futuro próximo.
Le encanta el deporte, pero lo practica poco. Y sobre todo la música. En su juventud se recorrió el mundo a ritmo de "clavelitos" con la tuna de ingenieros, en su madurez prefiere la ópera. Padre de dos niños a los que no ha transmitido el legado familiar del nombre, aunque sí el apellido del que se siente muy orgulloso.
-¿Cuándo descubrió que su nombre se estudiaba en todas las escuelas?
-Desde niño. A mis padres les encanta la filosofía, y por supuesto Aristóteles, por lo que además del nombre que me habían puesto, ya conocía al personaje en mi niñez. Si tuviera que quedarme con una de sus ideas filosóficas me quedaría con la del equilibrio. Los extremos en la vida pueden ser inevitables en una persona, pero nunca les permitirán obtener el mismo éxito y buen resultado que si aplican el equilibrio. Los extremos alarman y crispan, y el equilibrio suma.
-¿Es fácil practicar el equilibrio siendo director de negocios en la Universidad Católica y decano del Colegio de Ingenieros de Telecomunicaciones?
-Sí, porque este último cargo es como una ONG para mí. Una labor atractiva y no remunerada en la que estaré los próximos tres años. Digamos que ocupa mi tiempo libre. El resto del tiempo, me encargo de dirigir la escuela de negocios, a la que llegué el verano pasado. Previamente estudié en EE.UU, hice un MBA, trabaje en Pricewaterhouse Coopers, monté un par de empresas, una de publicidad y una consultora, trabaje en la Universidad Politécnica como responsable del campus virtual, director técnico de una startup, etcétera.
-¿Usted no se parece para nada a la imagen típica del ingeniero de telecomunicaciones?
-Probablemente. Una cosa es la actividad típica a la que te puedes dedicar y otra en la que finalmente te embarcas. De todos modos muchos altos cargos de la banca o las empresas son ingenieros de telecomunicaciones, no soy el primero que se dedica a otra cosa.
-Siempre se ha dicho que la teoría se experimenta con la práctica, ¿en una escuela de negocios más?
-Por supuesto. En general siempre hay un abismo entre lo que se estudia y lo que se utiliza después, pero nuestro compromiso en la escuela es que no sea así. Los profesores trabajan en empresas y cuentan lo que saben porque lo practican diariamente. Paralelamente los alumnos practican con casos reales sus conocimientos.
-¿Quién acude hoy en día a una escuela de negocios?
-El recién titulado de cualquier titulación que esté trabajando. Un MBA es una formación empresarial que debería estudiar cualquier persona que quiera dirigir una empresa y cuyas miras sean crecer. Otro perfil es el de los directivos.
-¿Los empresarios tienen tiempo para estudiar un MBA?
-En Valencia hay que distinguir entre el dueño y el director. A veces se unen en la misma persona, pero aquí no enseñamos al dueño, sino al directivo. El objetivo es formar directivos. Además creo que si algo va mal en las empresas valencianas es precisamente que la persona no ejerce de directivo, ejerce de dueño. Hay que aprender cómo puede una empresa ir más allá del dueño, que se contrate a más gente, que produzca más etcétera, sin embargo lo que prevalece en la mayoría de los casos, son argumentos como: "esto es mío, y aquí mando yo".
-Con un 90% de pymes en la Comunidad Valenciana...
-Se repite mucha esta situación. ¿Y cuándo se produce el conflicto? Cuando son segundas y terceras generaciones. Al no haber gestionado profesionalmente y no existir el líder, se fragmenta el liderazgo y la empresa. Si en su lugar se coloca a un director general, éste está al servicio de la empresa, aunque la empresa pertenezca a uno o varios empresarios.
-¿La crisis ha cambiado el estilo de negocios de los últimos años?
-Si se refiere a valores, es lo último que cambia. Antes se adaptan las profesiones que cambian los valores, pero de hecho estamos inmersos en uno de estos cambios. Los empresarios españoles, en general, son poco dados a la colaboración. "Yo tengo que ganar y no me preocupa que otros ganen". Es una frase que hay que cambiar por: "si otros ganan conmigo yo gano más". La suma siempre proporciona mejores resultados que la división.
-¿De su experiencia empresarial le quedan buenos recuerdos?
-Sí, pero reconozco que no sirvo para ser empresario. Carezco de la capacidad de riesgo que asumen habitualmente los empresarios. La experiencia fue suficiente. En EE.UU cuando una persona fracasa tiene más valor porque se sobreentiende que en su segundo intento no repetirá errores y lo hará mejor. Se valora positivamente el fracaso. En España nos cuesta creer, cuando muchos grandes empresarios fracasaron en sus primeros intentos.
-¿Qué le falta a España por exportar?
-Nada en especial, pero creo que hay que exportar tecnología. Hacerla aquí y exportarla. Y no renunciar a la industria. La industria no está agotada. La construcción no está agotada, pero sí hay demasiada oferta para crecer. Industria y tecnología es una buena combinación. Para ser competitivos con sitios donde la mano de obra es muy barata lo que tenemos que ser es eficientes. Estudiar al detalle los procesos para ofrecer productos competitivos en precio y en calidad. Esta vía es la que hay que seguir explotando.
-¿Qué se hace mal?
-Es difícil generalizar, pero falta confianza en ver que hay otras formas de hacer las cosas e incluso nuevas necesidades de consumo.
-¿En tiempos de crisis los grandes empresarios deberían ser más responsables y pagar más impuestos en España?
-Es complicado responder. Lo que está claro es que las grandes empresas se mueven dentro de los márgenes de la ley, y ésta les permite realizar inversiones, sobre todo en materia on line, en otros países europeos donde pagan menos impuestos. No es un problema de los empresarios, sino de los legisladores que permiten que eso se haga así. Quizá desde un punto de vista responsable no lo es, pero legalmente sí.
-¿La corrupción que vive España cómo se traduce en las escuelas de negocios?
-Lo que está claro es que si uno es honesto no cabe la corrupción. Mi experiencia es que los jóvenes son cada vez mejores, están mejor preparados, tienen más información y juicio. Creo que por ahí no cojeamos. Lo que puedan aprender de otros, se sale de nuestro control. Lo que se ve es que en la etapa de formación tienen los valores más acentuados.
-¿Lo de "como tengo un amigo en el PP/PSOE tengo trabajo seguro" es más español que europeo?
-Siempre que hay un gran crecimiento económico y mucho dinero en escena, se reproduce la frase en todos los países, aunque también es cierto que dado nuestro carácter en España se escucha más. Desde las escuelas intentamos que se ponga el acento en la preparación más que en los contactos. Lo que sí ha cambiado en las escuelas debido a la crisis es la visión de los proyectos. Antes eran cortoplacistas, se buscaba crecimiento y dinero rápidamente; ahora el acento se pone en los proyectos sostenibles, responsables y a largo plazo. La corrupción va asociada con el individuo. Tu puedes formarlo bien y al final, si lo decide se va a corromper.
-¿Pueden crecer los empresarios sin la banca?
-La banca es necesaria para que el empresario crezca. Dinero hay. Esta es otra cosa que ha cambiado. Hace años los empresarios crecían apalancados. Y se veía bien. Esto es, el 80% del dinero de la empresa era capital prestado. La tendencia actual es el equilibrio. Necesitas financiación, pero también crecimiento para no depender exclusivamente de los bancos.
-¿El papel de los bancos ha cambiado?
-Y se han quedado descapitalizados por sus propios errores y lo estamos pagando todos porque el Estado evalúa los riesgos que supone dejar que un banco se hunda y toma decisiones.
-¿Pero lo evalúa bien?
-Todo depende de cómo se mire.
-¿Pasar de la economía productiva a la especulativa adonde nos lleva?
-Lo que está claro es que los empresarios tienen que invertir en economía productiva y las entidades financieras, e inversores llevan el dinero donde piensan que van a obtener mayor rentabilidad. De todos modos no hay que olvidar que también gente da más valor a los dividendos que a otros valores. La gente no piensa cuando adquiere acciones de una empresa si es una empresa responsable, sostenible, etc, sino cuántos dividendos puede obtener con dichas acciones.
-¿Las normativas legales de la economía especulativa no son más laxas?
-Hay más, pero es más compleja. La normativa que circula en el mundo financiero es más compleja que la que hay en una empresa, pero también está claro que debería haber más porque a día de hoy hay muchos agujeros. Por ejemplo en el tema de los paraísos fiscales debería haber un gran acuerdo de muchos países para impedir su existencia.
-¿Por qué sólo lo plantea la sociedad y no las instancias que lo pueden aprobar?
-Eso habría que preguntárselo a ellos. Desde luego son necesarios controles, pero también hay que educar al ciudadano. Éste sólo mira si una inversión le da un 5% o 6% y no le preocupa qué se va hacer con ese dinero.
-¿De todos modos, cree que el ciudadano medio puede entender todo el mundo de economía financiera en el que se ve inmerso?
-Rotundamente no. Sí saben qué les da más rentabilidad. Se vela por los intereses particulares y la suma de todos ellos te lleva a un mundo egoísta en el que es fácil entender que si lo más barato lo producen en China, pues traigámoslo de allí. La economía es la suma de millones de microeconomías.
-¿Cómo decano del Colegio de Ingenieros de Telecomunicaciones cuál es su mayor preocupación?
-Que no tenemos desempleados. Esto es, se están marchando al extranjero muchos ingenieros.
-¿Cómo director de una escuela de negocios en la Universidad Católica tiene que ser católico?
-No, pero yo si lo soy. Este es un centro con valores cristianos que no exige ni a sus profesores, alumnos, etc que comulguen con sus preceptos. Lo que está claro es que los valores que se difunden, y más en materia de negocios están vinculados, a la ética y moral.
-¿Es hombre de hobbies?
-No, soy padrazo. Bueno, tengo uno, pero no lo cuento en público.
-Pues yo lo voy a contar
-No, no, no. Fui tuno y me recorrí todo el mundo durante mucho tiempo. Eran viajes cortos de un mes o una semana cantando... Aprendí muchísimo.
-¿Las tunas de mujeres eran tan habituales en su generación?
-Sí, había varias. Pero era curioso. Nos contaban que a los hombres no les gustaba tanto como a las mujeres que les cantaran, por eso quizá no prosperaron.
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