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diario de gastronomía

Dos valientes

SERGIO ADELANTADO. 29/03/2013 La Terraza del Patriarca y Valen&Cía, dos nuevas propuestas para dejarse ver con virtudes y defectos

VALENCIA. Siempre hay algo de inconsciencia y de ingenuidad ligada a cualquier nuevo proyecto. Si echamos la vista atrás, descubrimos con sorpresa los caminos que tomamos en el pasado, guiados por nuestra ilusión y el tiempo oportuno.

Muchos de los restaurantes que hoy son premiados y reconocidos son fruto de esos sueños inconscientes de sus propietarios. Nunca hicieron un plan de negocio o una provisión de capital. Simplemente trabajaron duro en algo que creían, se esforzaron, aprendieron de sus errores y siguieron currando.

Creemos que sin esa dosis de espontaneidad y sacrificio, la vida sería muy aburrida. Sin embargo recientemente hemos pasado por una época en la que esa ilusión emprendedora no ha ido unida al espíritu de sacrificio y el trabajo bien hecho, causando grandes fracasos en el mundo de la restauración, que han frenado y minado otros proyectos realmente merecedores de más tiempo.

Hoy en día no solo hace falta un poco de inconsciencia, mucha ilusión, osadía y muchísimo trabajo para abrir y hacer funcionar un nuevo restaurante. También hace falta tener una idea realmente buena, estar muy cerca de la excelencia en lo que ofreces a tus clientes y luchar todos los días por mejorar.

En los últimos meses han abierto dos nuevos restaurantes en Valencia, dirigidos por personas jóvenes, con experiencias pasadas en el mundo de la restauración. Pensamos que son dos proyectos con cabida en la ciudad aunque todavía tienen mucho por mejorar.

Primero fue La Terraza del Patriarca, situado en la plaza del mismo nombre, nace con la vocación de ser un lugar de encuentro para vecinos del selecto barrio, paseantes, familias los fines de semana y gente guapa en general. Vamos un local para todos los públicos, excepto para los gourmets más exigentes.

Y es ahí donde creemos que el proyecto flojea. Son un acierto la ubicación, la terraza, los precios de la carta y las animadoras para los niños los fines de semana. Pero no podemos olvidar de que estamos hablando de un restaurante y lo más importante es lo que comemos.

Conceptos como los de utilizar los productos más frescos, elaboraciones sencillas y no platos pretenciosos sin sabor y artificialmente elaborados deberían regir en un local de estas características.

Y sobre todo, en un restaurante con terraza y de un cierto tamaño, los camareros son fundamentales. En el Patriarca la profesionalidad de los camareros es bastante escasa, son lentos y despistados. A su paso, la incomodidad se extiende por los clientes.

Sobre la comida varios ejemplos: una hamburguesa premium aceptable pero con un pan demasiado grande para la porción de carne que le acompaña y de guarnición patatas fritas congeladas. Las pizzas tienen lo mas difícil: una buena masa, pero las estropean con lo mas fácil: colocando sobre la masa un queso de muy mala calidad y una mezcla de ingredientes extraños y sin sentido.

La originalidad está muy bien pero nunca en detrimento del sabor. No se puede hacer una pizza de camarones con sabor a pescado congelado, o una con queso azul de calidad take away. Sería mucho más fácil hacer pizzas sencillas pero de calidad.

Un plato llamado Blanc y Negre es muy sabroso pero con una estética bastante discutible. El resto de los platos sigue todo la tónica de las pizzas, con complicaciones innecesarias que enmascaran la falta de sabor y calidad. Bravas, ensaladillas guacamole y croquetas deberían salir de la cocina perfectas, sencillas y rápidas, sin más. 

El otro local de apertura más reciente es Valen&Cía. Aparece como una oportunidad, aprovechando las instalaciones del antiguo restaurante Albahacar de la calle Sorní y con la ilusión de Valentín Sánchez, miembro de la familia del clásico Leixuri.

Joven y fresco, con excesivas referencias a locales de la capital, tanto en la decoración como en la carta, tuvimos una experiencia aceptable comiendo la pasada semana con una vieja amiga.

Una carta basada en el producto de calidad y con denominación de origen, principalmente del Norte de España y del Mar. Una vez conseguido un nivel de comida aceptable, lo realmente diferenciador en este tipo de locales es la clientela, el ambiente, el color, el poder reunir a la gente guapa de la ciudad. Convertirse en un lugar para dejarse ver y para observar.

Existen en la ciudad otros locales con ofertas gastronómicas muy parecidos y de un precio algo menor, con los que Valen&Cía deberá competir con su clientela fiel y dinamismo.

La verdad es que cuando estuvimos el ambiente era de los más heterogéneo: algún matrimonio despistado con un bebé, dos grupos de jubilados renteros del barrio, una mesa con dos universitarias monas, algún pretendido gourmet y dos turistas despistados.

Os recomendamos las cocas de burrata o de berenjena, servidas en pequeñas sartenes de hierro francés, el producto fresco del mar fuera de carta, las mini hamburguesas y la tarta de queso mascarpone con galleta triturada.

Se puede terminar la comida o cena con un espléndido vodka tonic, preparado por Valentín, mientras contamos insistentemente hasta el número diez.

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