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EL LENGUAJE DEL CINE

El hombre tranquilo,
La restauración del paraíso

MANUEL DE LA FUENTE. 23/03/2013 "

"La imagen de Irlanda como un paraíso ancestral y conformador de la identidad estadounidense ha sido alimentada por Hollywood...

VALENCIA. Hay un momento en la película de Clint Eastwood Million Dollar Baby que explica bastante bien la presencia de Irlanda en la sociedad estadounidense. El entrenador de boxeo tiene que elegir un nombre con el que el público identifique a Maggie, la promesa que está dispuesta a ser la campeona femenina de peso welter. Da pronto con la solución: "Mo cushla", una expresión de afecto en gaélico. "Pero si ella no es irlandesa", le contesta su ayudante. "Ya", responde el personaje de Eastwood, "pero al público le gustará pensar que sí".

Esta imagen de Irlanda como un paraíso ancestral y conformador de la identidad estadounidense ha sido alimentada por el cine clásico de Hollywood. Porque el cine sirve también para establecer las identidades colectivas. Por eso es una idiotez mayúscula pretender que el cine es una actividad ociosa que no debería subvencionarse. Que se lo digan a los estadounidenses, que tienen la industria cinematográfica más subvencionada del mundo, por mucho disfraz empresarial y emprendedor que se le quiera poner a un negocio basado en acaparar todos los mercados de producción y distribución internacionales.

El caso es que el cine de Hollywood ha ido modulando desde el principio unas señas de identidad para unificar un país fracturado tras la guerra de Secesión. Así pues, se establecieron unos cánones que integraran a los perdedores de ese conflicto, y proliferó en las películas el prototipo del personaje sureño que ha perdido la guerra, sí, pero que atesora los auténticos valores del ser estadounidense: el honor, el respeto, el valor. Es un discurso sobre el que se han construido películas tan fundamentales como El nacimiento de una nación, El maquinista de La General o Centauros del desierto.

Precisamente, el director de esta última, John Ford, fue el gran forjador de mitologías del cine norteamericano, explicando la historia de la Conquista del Oeste o la ascendencia irlandesa del ser norteamericano. Lo curioso, a vistas de los ojos actuales, es que esta construcción se hacía desde un punto de vista liberal, de tal manera que no estamos hablando de patrioterismo sino de patriotismo. Vamos, no el discurso fascista de George Bush y compañía, sino el de la integración.

Ford entendía la patria como un espacio de tolerancia, de azote a todos los fundamentalismos religiosos y políticos. Basta con ver las tres películas que hizo en los años 30 con Will Rogers: Doctor Bull, El juez Priest y Barco a la deriva.

En este ideario es en el que inscribe Irlanda como núcleo fundacional de Estados Unidos. Un empeño al que se dedicó el cineasta, estadounidense de padres irlandeses, buscando una Arcadia que explicase los rasgos constitutivos del ser norteamericano como un punto de consenso, como una mezcla de culturas.

Esto se puede ver en El hombre tranquilo, una de sus películas más célebres, estrenada en 1952 y de la que esta semana se ha anunciado su restauración. Un trabajo esperado durante décadas, ya que el hecho de que Ford la hubiese realizado para una pequeña productora, Republic Pictures, la había dejado en un limbo peligroso en la labor de recuperación del cine clásico.

El hombre tranquilo es la historia de Sean Thornton, un boxeador que decide dejar Estados Unidos tras una pelea en la que noquea de muerte a su rival para ir al pueblo de su infancia, Innisfree, en Irlanda. Nada más llegar, descubre que allí se vive de otro modo: los trenes salen siempre con horas de retraso, la gente se lo toma todo con calma y se integra al extranjero sin problemas.

Hay dos iglesias, la protestante y la católica, pero se ayudan entre sí y no existen distinciones por clases sociales: todo se soluciona con una buena pelea de hermandad porque, justo después, los que se pelean se van de borrachera juntos. Qué distintas son las cosas en un sitio en el que una pelea no acaba en muerte, sino en todo lo contrario.

A su llegada a Innisfree, Sean encuentra que allí puede llevar a cabo lo que tantas veces se le prometió en Estados Unidos, el famoso "sueño americano": comprarse una casa, tener trabajo, formar un familia y vivir tranquilamente en comunidad. Los conflictos a los que tiene que enfrentarse son menores y sabemos desde el principio (puesto que se trata de una comedia) que se resolverán.

En su recorrido, vemos cómo son los irlandeses: alegres, divertidos y nobles, no como los estirados y flemáticos ingleses. Incluso aparecen militantes del IRA perfectamente integrados en el pueblo, y no sería la única vez que vemos esto en la filmografía de Ford: en otra de sus películas sobre Irlanda, La salida de la luna, los habitantes de toda una ciudad ayudan a escapar de la cárcel a un nacionalista irlandés.

John Ford realizó El hombre tranquilo en pleno apogeo de la caza de brujas, el período de persecución anticomunista paranoica que acabó por redefinir lo que significa la acción política en Estados Unidos. Hasta entonces, la construcción del país se hacía siguiendo estos ideales de respeto y tolerancia. Desde ese momento, se entendió como una política de exclusión, dando paso a presidentes nefastos (como Nixon, Reagan o Bush) que entendieron que el ser norteamericano implicaba ser mejor que el resto, un concepto basado en la política de "estás conmigo o contra mí".

Durante las sesiones anticomunistas del senador Joseph McCarthy, numerosos cineastas, artistas e intelectuales perdieron el empleo e incluso la vida. Todo en aras de reconducir una situación que se le estaba yendo de las manos a las clases dirigentes.

Una vez le preguntaron a Orson Welles quiénes eran sus tres directores favoritos. Respondió: "John Ford, John Ford y John Ford". Sin duda, se trata de una valoración de reivindicación de unos valores, pronunciadas por uno de los cineastas más represaliados de Hollywood. El hecho de que el norteamericano para triunfar necesite volver a sus orígenes, a los valores que se conservan aún en Irlanda, demuestra un momento de una sociedad en quiebra, que no acabaría de recuperarse de una crisis producida por el sistema político para buscar un enemigo cómodo con el que exorcizar los males propios. Una lección única de una de las principales guías del cine clásico.

Ficha técnica

The Quiet Man
EE.UU., 1952, 129'
Director: John Ford
Intérprete: John Wayne, Maureen O'Hara, Barry Fitzgerald, Ward Bond, Victor McLaglen, Jack MacGowran, Arthur Shields, Mildred Natwick

Sinopsis: Sean Thornton (John Wayne), un boxeador norteamericano, regresa a su Irlanda natal para recuperar su granja y escapar de su pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), una chica muy temperamental, aunque para conseguirla deberá luchar contra las costumbres locales, como el pago de la dote, y, además, contra la oposición del hermano de su prometida (Victor McLaglen).

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4 comentarios

fulanito escribió
23/03/2013 21:59

Totalmente de acuerdo. La productora controla el producto final dirigido a un consumidor sometido a las duras condiciones de la vida americana. De ahi que se busque un producto queayude a evadir la realidad. Los negros se incorporaron al musicaltardiamente. Se oculta la condicion de judio y homosexuales hasta hace relativamente poco.. La mujer, la familia y el matrimonio se presentan con rigidos estereotipos. Eso en la industria del cine que a la vez nos ha dado sus mejores y magnificos momentos.

Manuel de la Fuente escribió
23/03/2013 12:24

La construcción por parte de la industria de Hollywood, fulanito. Relea, ande, relea.

gottlieb escribió
23/03/2013 11:32

"Hasta Joseph McCarthy, la construcción del país se hacía siguiendo estos ideales de respeto y tolerancia... " Bueno, antes de McCarthy dicen que pasaba no sé que cosa con los negros, los chinos... Pero seguro que es mentira todo. Conspiraciones del loby Chino/Negro/RestodeMinorías

fulanito escribió
23/03/2013 10:23

Hasta Joseph McCarthy, la construcción del país se hacía siguiendo estos ideales de respeto y tolerancia... no se hable más! Las abundantes opiniones historicidas no empecen seguir con interés los comentarios sobre cine.

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