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La secuela para el fin de semana del Intermedio es cancelada con un 4% de share tras dejar un rosario de chistes fáciles, cuando no cutres, sobre extranjeros

VALENCIA. Durante el mes de marzo, a excepción de los días en que ha habido fiesta religiosa, esto es, Champions League, El Intermedio ha hecho unos índices de audiencia que han superado los dos millones de espectadores. Todo parecía indicar que su hermano, hijo o secuela, el Intermedio International Edition, iba a cosechar también un éxito importante, pero no. Al haberse quedado en alrededor de un 4% de share ha sido cancelado.

El programa del Gran Wyoming, cada día, es uno de los espacios que más merece la pena ver en la televisión en estos tiempos que corren. Es un programa de humor sobre la actualidad política, pero hay quien lo ve también para informarse. Las bromas que se hacen con las andanzas de Bárcenas, Rajoy o Rubalcaba no son de un humor exquisito, pero como la realidad es tan dramática, nunca ha sido más importante un alivio cómico.

Sin embargo, uno siempre ha tenido la sospecha de que la imagen que dan los partidos políticos en televisión, los discursos de sus representantes, las excusas zafias con las que eluden las preguntas comprometidas, son humorísticos por sí solos. De hecho, los mejores momentos del Wyoming son sus silencios, sus pausas dramáticas. Es poner un corte de Carlos Floriano y no hace falta un esfuerzo muy sesudo para que el público pueda sentir vergüenza ajena por todos los poros -motor de la televisión moderna, decimos en cada entrega de esta columna- y reírse a carcajadas.

El caso es que con la aparición de una nueva versión del Intermedio presentada por Dani Mateo, las sospechas se han convertido en certezas. Sin el cutrerío de nuestro día a día político, la cosa ya no es igual. No es lo mismo coger en un renuncio a Cospedal o en un donde dije digo, digo Diego a Rajoy, que reírse del chándal de Chávez o los gorros folclóricos de Evo Morales.

Porque si algo ha adolecido esta edición internacional es de humor de trazo grueso. A veces, hasta de mal gusto y no porque ofenda, sino por lo cutre. Con el actor Jimmy Castro, que hacía de colaborador para el continente africano, todos los chistes, pero todos, en cada entrega, eran sobre que era negro. Chistes de negros, del pene de los negros o de que si un posible papable no sería el negro de la canción Mami qué será lo que tiene el negro.

Como ejemplo reciente, en el último programa emitido el 17 de marzo se bromeaba en su sección con la leyenda urbana de que los negros huelen mal. Humor de altura. Qué pereza.

Pero donde más se han cebado los guionistas es con el papel de Jianyang Huang. Es el único de los colaboradores que no tenía experiencia en medios de comunicación. Lleva nueve años en España para estudiar, ha hecho un Máster de formación de profesores de español como lengua extranjera. Y ha resultado ser el colaborador más simpático.

El personaje daba en cámara, su risa era contagiosa. Telegenia a tope, se dice. No obstante, para lo único que se le ha utilizado ha sido para reírse de él, de su condición de chino, de forma un tanto chusca. Si es que hacer chistes de asiáticos tres veces por programa no puede ser otra cosa que no sea chusca.

Cierto es que él salvaba la sección sólo con su sonrisa, pero no había necesidad de que todo el humor a su alrededor tuviera que hacerse con lo mal que pronuncia nuestro idioma, su desconocimiento de nuestros famosos o con lo pintoresco ante nuestros ojos de las costumbres de su país.

Sobre todo porque mientras resultaba muy gracioso escuchar cómo se equivoca un chino con la sintaxis y pronunciación del castellano, Dani Mateo se ha hartado de decir "internachional edichion" cada vez que ha tenido que decir el nombre de su programa. En general, el show a veces daba pena.

No es que en este espacio, precisamente, nos vayamos a llevar las manos a la cabeza por lo políticamente incorrecto. Lo que ocurre es que una cosa es transgredir y otra muy distinta es la creatividad de andamio, que si encima es reiterativa, sí llega a ofender, pero por molesta, no por otra cosa.

Aunque en esta línea también hay que destacar que la edición internacional del Intermedio no ha sabido bromear con la actualidad del resto del mundo como lo hace con la española cada día. Del resto de países del planeta lo que ha desfilado ha sido la información que más se acoplaba a los topicazos o vídeos extravagantes del Youtube.

Siempre decimos que Salvados, por ejemplo, es todo un éxito en televisión por cosechar grandes audiencias tratando temas a priori aburridos o entrevistando ¡a un inspector de Hacienda! La edición internacional del Intermedio antes de estrenarse tenía el atractivo de comprobar si La Sexta se iba a atrever con un más imposible todavía de hacer sugerente y divertida la información internacional.

Es preciso recordar que los españoles cada vez son más como los estadounidenses y no saben colocar el ochenta por ciento de países que hay en el mundo en un mapa, no hablemos ya de las capitales. Tenía mérito, pues, ir a por el share con estos temas.

Sin embargo, el resultado al final ha sido muy decepcionante. Ha puesto de manifiesto que somos muy catetos en este país, por un lado, y que la influencia del humor de Francisco Ibáñez no quedó reducida al ámbito de los tebeos.

En la penúltima entrega, habrá una última definitiva el 24 de marzo, disfrutamos con la presencia de Jorge Sanz. El actor, al que todos conocemos porque durante años el cine español se ha basado en verle a él perder la virginidad bajo la atenta mirada de Gabino Diego, habló de su papel en Conan y otras curiosidades.

Pero lo mejor fue su discurso político, que vino antes de una serie de chistes sobre gordos -muy en la línea del programa todo-. Dijo que no sabía cómo es que no había una revolución en España para exigir listas abiertas en los partidos políticos: "Tener que votar a un ente que manda Botín y que no se sabe a quién votas y quién no votas es el cáncer de la democracia en España". Le aplaudieron a rabiar. Y repitió después "¡listas abiertas ya!". Al margen de otras consideraciones, ¿qué tiene eso de ‘internachional edichion'?

El encuentro duró más de diez minutos. Una demostración fehaciente de que los españoles, ni haciendo un programa sobre el extranjero somos capaces de dejar de mirarnos el culo.