VALENCIA. La muerte, esta semana, del actor Pepe Sancho sirvió para recuperar la serie Crematorio, el producto televisivo que narraba las peripecias del promotor inmobiliario corrupto (valga la redundancia) Rubén Bertomeu. A lo largo de sus ocho episodios, asistíamos a la podredumbre de la sociedad española actual en la que todo y todos tienen un precio. Bertomeu se reunía con políticos, abogados, y con mafiosos que dirigían clubs de fútbol, y a todos ellos untaba generosamente gracias a los montones de dinero que conseguía con las recalificaciones urbanísticas, la especulación, la explotación de la costa y la construcción de más y más casas, chalets y apartamentos.
La serie se movía dentro de las coordenadas del género negro, caracterizado, entre otras cosas, por la exposición de los aspectos más turbios de la sociedad a partir de una trama detectivesca. En Crematorio, la investigación de la justicia a Bertomeu era el vehículo que articulaba la narración, que iba desvelando esta turbiedad.
Al presentar un retrato popular, es decir, al acercar al receptor las claves del funcionamiento del sistema, el género negro siempre se ha inscrito en los formatos culturales considerados menores. Así, su desarrollo de manera constante se inició con Dashiell Hammett, un detective que empezó a publicar relatos en la década de 1920 en revistas de literatura de consumo rápido, para, poco después, publicar novelas como Cosecha roja o El halcón maltés, auténticos best sellers en la época, y ya sabemos la idea que se nos vende siempre de los best sellers como obras a las que no hay que tomarse demasiado en serio.
Sin embargo, el género negro sí es cosa seria porque es una herramienta fundamental con la que escritores y cineastas han puesto de manifiesto las mentiras de esta sociedad idílica que tanto se nos pregona. Y esta denuncia ha tenido una amplia penetración ya que el género negro se ha desarrollado en los medios populares, y no sólo la literatura "barata", sino también el cine y el cómic, que eran aún vistos, en los años 20 y 30, como formas de entretenimiento poco respetables. Sin ir más lejos, el propio Hammett trabajó en todos ellos, tanto como guionista de Hollywood como de cómics (El agente secreto X-9).
Todo el mundo sabe que, en los últimos años, el cine ha perdido la vigencia y la capacidad de alcance como herramienta cultural en beneficio de la televisión. Eso ha implicado también un trasvase hacia el medio televisivo de todos los géneros y formatos más trascendentales, como es el caso del género negro. Por eso, han triunfado series como Los Soprano o The Wire. Y por ello, cuando en España se ha intentado importar el modelo HBO, se ha adaptado una historia con políticos y abogados corruptos y con una investigación judicial, es decir, Crematorio.
Con todo, y pese a este viaje hacia la televisión, en Hollywood aún se siguen realizando películas policiacas con un afán de denuncia social. Es el caso de La trama, ambientada en el Nueva York actual, y protagonizada por un detective (Mark Wahlberg) y el alcalde de la ciudad (Russell Crowe). El alcalde le encarga al detective que investigue a su esposa, de quien sospecha que le pone los cuernos. Al aparecer muerto el amante de la mujer, la historia empieza a complicarse y a revelar los verdaderos intereses del político: un ambicioso proyecto de remodelación urbanística con empresarios afines. Es decir, como los de Crematorio pero con la Estatua de Libertad al fondo.
Toda la historia se desenvuelve en plena campaña electoral para la alcaldía, en la que el personaje de Crowe se juega su reelección. Se trata de un tío muy popular, que lleva muchos años en el gobierno municipal, muy simpático, campechano y dicharachero, alegre y jovial, que se lleva bien con todo el mundo y que genera un amplio consenso entre la población: todos están muy orgullosos porque ha dejado Nueva York muy bonita.
Antes de llegar él a la alcaldía, todo era suciedad, tristeza y la gente alicaída porque no había trabajo y los antiguos gobernantes habían hecho una chapuza. Sin embargo, este alcalde saca pecho porque él sí que es un neoyorquino de verdad, no como su rival, que es catalán y nos quiere robar el agua. Bueno, en realidad, en esta película dicen que el aspirante es de Connecticut y que quiere quitarle el dinero a los especuladores, pero para el caso, es lo mismo.
Lo que importa es que la película remite bastante a cualquier ejemplo en el que podamos pensar en los tiempos que corren. Porque de lo que se habla es de la corrupción urbanística y sus conexiones con la clase política, una clase que, según se ve en la cinta, no pestañea a la hora de delinquir. Y si hay que acabar con alguien que estorba, pues se acaba con él y punto, que el objetivo es forrarse a costa de las viviendas y de los impuestos de los ciudadanos.
De este modo, llama la atención en La trama la actualización a nuestro contexto actual de las constantes del género negro, siguiendo incluso con la estructura narrativa de Hammett y Raymond Chandler: desde el momento en el que el detective recibe el encargo de investigar la infidelidad, sabemos que eso es sólo la excusa que oculta algo más, que será el pequeño hueco por el que se meterá el investigador para hurgar en las entrañas de una ciudad que no parece tan resplandeciente ni bonita.
Por otro lado, el carácter nocturno (casi toda la cinta transcurre de noche) y la ambigüedad de los personajes son otras de las características del género negro. El pasado atormentado del detective, con alcoholismo, asesinatos y venganzas, remiten muy bien a personajes como Sam Spade o Philip Marlowe, que sí, que eran los "buenos", pero que tampoco eran virtuosos y podían echarlo todo por la borda en cualquier momento por una copa de whisky o por una mujer.
No obstante, La trama tiene una importante conexión más con Crematorio, aparte de su supuesta denuncia social, y es su carácter de cuento de hadas. Porque lo que también nos dice la película es que los malos siempre acaban pagando por sus crímenes, que la justicia funciona y que los corruptos tienen que rendir cuentas por sus fechorías. Vamos, que el sistema funciona a la perfección, que se regenera porque, en este sistema, la corrupción no es la norma sino la excepción.
Eso es todo lo contrario de lo que decían Hammett y Chandler, de lo que han seguido diciendo Los Soprano y The Wire y que conforma el discurso que han adoptado las buenas series televisivas. Eso explica el motivo por el que Hollywood ha perdido toda su vigencia porque, aun cuando sigue intentándolo haciendo películas policiacas, se le va el asunto de las manos y acaba legitimando un sistema que parecía que iba a denunciar. No todo es culpa de la gente que prefiere no ir al cine: si no va, es porque su principal industria ha perdido su conexión, su carácter popular. Con estas muestras, es fácil intuir que la crisis del cine norteamericano durará mucho tiempo.
Ficha técnica
La trama (Broken City)
EE.UU., 2013, 109'
Director: Allen Hughes
Intérpretes: Mark Wahlberg, Russell Crowe, Catherine Zeta-Jones, Jeffrey Wright
Sinopsis: Un detective privado recibe el encargo del alcalde de Nueva York de investigar una posible infidelidad de su esposa. Tras el encargo, se oculta una oscura trama de corrupción urbanística y asesinatos de rivales políticos.
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