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VALENCIA / LA CIUDAD Y sus VICIOS

Casino Valencia: esperando a Mr. Adelson

VICENT MOLINS. 23/02/2013

Justo cuando pasan por sus peores años, los casinos vuelven a estar de actualidad. Algunos, como el que abrió Cirsa en Valencia, reinventan la visión clásica

VALENCIA. Kiribati es un archipiélago al noreste de Australia al que le quedan pocos años de vida a causa de la subida del nivel del mar. El gobierno ya estudia comprar tierras del vecino Fiji y trasladar allí a sus 100.000 habitantes. Una nación de mudanza.

Apostar parte de la recuperación económica de un país a un negocio menguante como el de los casinos (a tenor de los proyectos de Sheldon Adelson en Alcorcón y el de Enrique Bañuelos en Tarragona) se parece mucho a empezar a construir repentinamente urbanizaciones en medio de Kiribati. A veces se hacen estas cosas.

Los casinos vivieron su última gran irrupción tras la dictadura, que hasta entonces los había condenado a la ilegalidad. El casino hegemónico en Valencia fue el del Monte Picayo. Su trascendencia iba mucho más allá de la de una simple terminal de juegos, al punto que en su inauguración, un domingo de febrero de 1979 en las laderas de la montaña, acudieron el capitán general (un tal Jaime Milans del Bosch), el gobernador militar Luis Caruana, y el gobernador civil Fernández del Río. Un cocktail explosivo entre fichas y whiskies.

El Papa Juan Pablo II tomó presencia a través de una cRuleta en el Casino Valenciaarta de bendición al casino, conseguida gracias a la insistencia y buenos contactos vaticanos de su propietario Jesús Gómez Escardó. Era un ambiente de pompa expresiva. Pero incluso para los casinos -donde se suelen esconder los relojes para difuminar la realidad- el tiempo pasa.

El sector del juego se ve amenazado ahora por su particular subida del nivel del mar. Frente al repunte en el hábito, sobre todo del póquer online, la industria parece tan poco estable como el archipiélago de Kiribati. La facturación en casinos señeros como los de Madrid o Aranjuez ha caído un 40%. El de Torrelodones, en otra época el más rentable de España, lleva despedidos a cerca de 400 empleados. El de Peñíscola cerró hace poco más de un año, igual que el de Villajoyosa, éste con unas pérdidas de 14 millones.

La recaudación autonómica en el sector del juego circula por el sumidero. Para el año 2013 la Generalitat Valenciana ha previsto unos ingresos de 241 millones, prácticamente la mitad que hace tres años. Aunque tampoco convendría fiarse mucho de las previsiones de la Conselleria de Hacienda en lo referente al juego. Normalmente suelen fallar mucho. Como apuntó en este mismo medio Miguel Mazón -doctor en Economía y especialista en legislación sobre el juego- en 2010 la Conselleria de Hacienda sólo recaudó del juego el 51% de lo que había presupuestado. En 2011 la cifra no llegó ni al 40%. Presupuestos en los estantes de las obras de ficción.

Pero tal vez el microcosmos más anegado sea el de los bingos. La falta de innovación (que ha llevado a la mayoría de bingos a parecerse a un tomate olvidado un par de años en el fondo del frigorífico), la "rigidez normativa" que les afecta, la ley del tabaco y la competencia de internet, vacía los que quedan abiertos. Uno de los más representativos, el bingo Samoa, cerró en 2011, como el Mare Nostrum. Y alguno -es el caso de El Palau- acabó reconvertido en sede oficial del Valencia. Únicamente los establecimientos de casas de apuestas deportivas ganan terreno físico en la ciudad. Si bien no dejan de ser un mínimo complemento a sus actividades online.

Cómo recibir a Adelson

Que sobre un sector en tan evidente decadencia se apuntalen proyectos como el de Eurovegas y Barcelona World (con el regreso de Enrique Bañuelos a la fiesta), parece una temeraria huida hacia adelante digerida con un brebaje de juego y construcción.

Un brebaje que también quiso probar curioso Alberto Fabra. Tras la postulación de Marina D'Or como sede de Eurovegas, el president destacó las virtudes del complejo de Oropesa: "Es un espacio que está aprobado urbanísticamente". Adelson desestimó el ofrecimiento educadamente.

¿Pero cómo esperan los grandes casinos a los nuevos invitados? Javier Gutiérrez, uno de los responsables del casino Cirsa Valencia, indica que, "si los proyectos de Eurovegas y Barcelona World se llevan a cabo", pueden "dinamizar un sector que hasta ahora no ha podido avanzar". "Grandes proyectos como estos sólo son viables en entornos de libre competencia". Traducido: esperan contagiarse de la nueva regulación de la que disfrute Eurovegas y del influjo positivo que produzca. Si es que lo produce.

La nueva noche en el casino de Valencia

Cirsa es la gran corporación española del juego, ligada inseparablemente a Manuel Lao (que es de Almería pero catalán de vida), su fundador en 1978 (junto con su hermano, de quien se separaría 20 años más tarde despuès de pagarle su parte)y un hombre que habla constantemente de innovación, riesgo y alta tecnología.

Cuando UCD prohibió las máquinas tragaperras en los bares a punto estuvieron los hermanos Lao de irse al traste, pero no sólo no besaron la lona sino que acabaron convertidos en el gran imperio. Cirsa pertenece a Nortia Corporation (holding de Lao) y cuenta con más de 150.000 empleados y presencia en 70 países.

 Javier GutiérrezUno de sus emblemas recientes es el casino Cirsa Valencia, abierto hace menos de tres años en el noroeste de la ciudad tras modificarse la ley que sólo permitía ubicar casinos a 20 kilómetros de los núcleos urbanos. Una nueva muesca para esta área hipotéticamente epicentro del turismo de lujo.

La noche del Casino Valencia dista mucho de parecerse a aquellas veladas suntuosas del Monte Picayo. La planta principal está atestada de máquinas de azar (muchas de ellas traídas del reino de Adelson) y la planta superior de mesas donde domina la gran esperanza blanca: el póquer, cuya relevancia online, lejos de perjudicar, retroalimenta y exporta eventos a los casinos.

El elitismo de antaño se ha derretido y las estrategias de las nuevas terminales de juego pasan, precisamente, por ser cada vez menos casinos y más un conglomerado de ocio en el que quepa cualquiera dispuesto a gastar algo de dinero. El director comercial de Cirsa Valencia, Javier Gutiérrez, suele ejemplificar esta nueva orientación señalando que un casino comienza a ser como un centro comercial, donde "el público no sólo busca juego, sino espectáculos, una oferta de restauración equilibrada o eventos sociales".

Y ofreciendo un poco de todo esto pretenden atenuar la que, según Gutiérrez, es su gran amenaza: la "domesticación" del ocio. "Cada vez consumimos más ocio desde casa, ya sea fútbol, cine, juego online... Estamos adoptando hábitos del norte en un país del sur", razona.

Si bien todo ello no impide que se cuelen éxitos promocionales sobre el elemento tótem de un casino: el dinero. Como el de la turista italiana que en su primera visita ganó 23.000 euros tras colar 40 en una máquina. Los turistas extranjeros suponen un tercio de los clientes. Este año serán sede de cuatro eventos internacionales de póquer que "traerán a la ciudad a más de 5.000 jugadores". Javier Gutiérrez define el casino como "el centro de ocio con mayor volumen de actividad en la ciudad y el espacio donde todo el mundo encaja".

De cifras no se habla. Al principio de la charla desde Cirsa dejaron claro que no aportarían ningún dato sobre facturación.

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