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MADRID (VP/EP). Miguel Palacio dejó clara cuál es su mejor prenda para la primavera-verano de 2011: los vestidos. Con tonos negros y contrastes con rojo y azul, Palacio muestra una colección atrevida y asimétrica donde combina la rigidez y la soltura de las prendas. La mujer que presenta vive la noche y deslumbra gracias a las lentejuelas.

El color de esta nueva colección es el negro, que se contrasta en ocasiones con el rojo pasión y el azul eléctrico para dar a los modelos más intensidad. Las lentejuelas también están presentes en la mayoría de los diseños, llevando a las modelos a otra galaxia. Combinadas con el negro y aportando motivos dorados a las prendas, son idóneas para brillar en las fiestas.

El diseñador rompe con la monotonía del negro combinando vestidos blancos y azules con grandes cinturones dorados o verdes. Palacio también incluye algún que otro vestido salmón vaporoso y definido por tablas. El arriesgado conjunto del azul y el verde hace de sus diseños algo singular y poco frecuente.

Palacio ha experimentado con las formas de sus vestidos. Lo rígido y lo vaporoso se combinan a la perfección. Las formas de los modelos, aunque sencillas, parecen imposibles, dando prioridad al volumen en las distintas partes del cuerpo femenino. Los vestidos están sujetos al cuerpo, con escotes nuevos y terminaciones redondeadas que dejan la pierna al desnudo. Sólo Miguel Palacio es capaz de crear volúmenes tan inesperados gracias a los fruncidos y bieses en las prendas.

Los complementos para estos diseños son sencillos, primando los botones dorados y tacones altos del mismo color, sin arriesgar demasiado en el rostro ni en el peinado para no quitarle protagonismo a los diseños.

La mujer que presenta el diseñador es femenina, pero no abandona los pantalones, que se tornan muy acampanados y anchos. Se aleja de los estereotipos para convertirla en una fémina urbana y sexy pero sobria a la vez que sabe arriesgar. Con ello, Palacio aporta una propuesta completamente diferente en esta Pasarela Cibeles para la primavera-verano 2010, cargada de sensualidad, innovación y formas de vértigo