Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• Heródoto, el clásico que nos enseñó a entender al otro
• Nolan, interesado en un remake ‘humano' de Akira
• Las óperas de Palermo y Montecarlo se suman al festival del Mediterráneo

Toda la música está en la FNAC... ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por singles, LPs y artículos de colección resiste todavía al invasor...

MADRID.  No hay nada que haya muerto tantas veces como el disco de vinilo. Salvo, quizá, Fidel Castro. Y sin embargo ahí siguen. En Madrid aún quedan algunas tiendas especializadas en el primero: un formato que resiste el paso del tiempo y que amenaza con sobrevivir a su hijo bastardo, el CD.

Una de estas tiendas es La metralleta (Plaza de las Descalzas, s/n). Sobre ella ya está todo escrito. Lleva vendiendo discos desde hace aproximadamente treinta años y este negocio familiar que está en manos de José, hijo de sus fundadores, se ha convertido en un icono para los amantes del LP. No hay madrileño con tocadiscos en casa que no se haya llenado los dedos de polvo rebuscando entre las estanterías de La metralleta mientras de fondo suena Radiolé.

José es parco en palabras pero el negocio parece ir bien. Prueba de ello es la remodelación que está llevando a cabo en uno de los locales de este subterráneo, donde albergarán parte de los "300.000-400.000 ejemplares de todos los estilos" que José dice tener.

A escasos metros de La metralleta, en la calle Postigo de San Martín, 4, se encuentra otro clásico del género: La gramola. Al frente está María, que cambió Chicago por Madrid y a sus 55 años se considera "una roquera" que escucha "un poquito de flamenco de vez en cuando". Este eclecticismo se ve reflejado en el interior de este reducido espacio donde una bandera republicana convive con la rojigualda, intercaladas con las de artistas como Bob Marley o Misfits.

Este es también un negocio familiar. Su marido dirige otra tienda de idéntico nombre en San Bernardo, 52, donde siguen adquiriendo discos de segunda mano para poner a la venta, y ambos cuentan con sus hijos como ayudantes cuando uno falta. La variedad de la oferta es notable. Abren los domingos.

Hacia el oeste, sin salir de esta aldea del vinilo, se encuentra Escridiscos (calle de las Navas de Tolosa, 4). A pesar de la escasa distancia que guarda con las anteriores, la tienda de Pepe Escribano e Inés no tiene nada que ver con ninguna de las otras dos. "Los discos de la movida los vendimos nosotros", cuenta Inés. Sin embargo, en Escridiscos no han querido quedarse estancados como almacén de viejas glorias y han apostado por ofrecer lo más fresco del panorama actual.
Tienen clásicos, por supuesto, y originales como una primera edición del Sgt. Pepper's de los Beatles, recién vendido por 160 euros. Pero lo que les diferencia del resto son los ejemplares de algunos grupos españoles y extranjeros que publican sus trabajos tanto en vinilo como en Spotify (Brighton 64 y Help me devil son buenos ejemplos de ello). En CD, reconoce Inés, venden cada vez menos. "Ayer no vendimos ni un CD; sólo vinilos", detalla. Y ya lo dice ella: "El vinilo nunca debería de haber dejado de existir".

La ruta continúa hacia el oeste, pasa por Rock & Roll Circus (Calle de las Conchas, 4) y llega hasta Bangla Desh (Costanilla de los Ángeles, 5), una delicia para coleccionistas que lleva 15 años en esta ubicación, compartiendo número de portal con Discos Babel. ¿El negocio? "El negocio va, pero va mal", ironiza Manuel, que acumula cinco lustros dedicándose a este oficio.

Bangla Desh es una tienda que atrapa al comprador nada más entrar. Antonio, el jefe, ofrece buena charla y crea un ambiente en el que el visitante se siente como en casa. De hecho, el establecimiento parece más bien una habitación de estudiante de Erasmus que un espacio de paso para clientes: cajas esparcidas por el suelo, montañas de discos apilados, un peluche de Alf...

A juzgar por la apariencia resulta imposible pensar que este vendedor de 53 años sepa qué hay en la tienda y qué no, pero como buen estudiante, dentro de este aspecto de desorden está todo bajo control. Aquí es posible ver el single de ‘Skyfall' de Adele junto a Raimon y su imperecedero ‘Al vent' y mil rarezas más. Ni rastro, por ejemplo, de lo último de Melendi o Juan Magan, aunque si alguien lo solicita harán lo que esté en sus manos para ofrecerlo dentro de un mismo pedido.

Uno de los últimos encargos, sin ir más lejos, ha sido un disco de David Bustamante, "de cuando estaba en OT", que estaban preparando para enviar a un cliente chino dispuesto a pagar los 12 euros de gastos de envío internacional por él. Esta es una de las curiosidades de las miles que en cuestión de minutos van dejando caer. Hay más: son amigos del mánager de Amaral y conocen algún secreto de la banda, venden discos firmados por artistas como Mónica Naranjo, Los Ronaldos, Mark Knopfler...

Y aunque no corran buenos tiempos para la música, en caso de desastre Antonio piensa morir con las botas puestas: "Yo voy a ser el último mohicano". "Algunos cierran, otros están pensando en cerrar. Y estoy yo, que soy el más joven —entre las tiendas de la zona— y voy a ser el último que se quede".

De momento, el recorrido por este pentágono de la resistencia musical lo cierra Yunke (calle de las Hileras, 14), otro comercio con solera. La bienvenida a la tienda la da una imprevista sección de películas X situada a la izquierda, pero no es esto lo que más llama la atención, sino el precio de lo que venden: desde CDs relativamente recientes por menos de 6 euros hasta vinilos y singles a un precio fijo de 1 euro por unidad. No extraña que sea una de las que más público congrega.

Mucho público coincide también estos días en Radio City (Calle del Conde Duque, 14), un local ligeramente apartado del centro que el pasado mes de enero estrenó emplazamiento (muy cerca de su situación anterior). En este espacio, más grande y todavía con olor a nuevo, puede sonar ‘Shadows', de Maston: un álbum que salió un martes y que el miércoles Jesús ya tenía en su colección.

Todo parece joven en Radio City, incluso Jesús (37 años), que es quien lleva aquí desde 2005, ofreciendo LPs de música pop, rock, soul, alternativa "y discos de importación que no encuentras fuera", explica un ingeniero aeronáutico que siempre que puede se deja ver por el lugar.

Así, unos abren, reabren y otros quedan en el aire. Es el caso de Eduardo, de Discos Melocotón (Calle de la Salud, 10). Este histórico de la venta de vinilos se encuentra en un momento en el que no sabe si echará el cierre o no. Él dice que tiene una duda: "No sé si cerrará antes España o cerraré yo". "Igual un día vengo a la tienda y España ya ha cerrado. O igual un día viene el PP a casa y se lleva mis discos".

Melocotón es prácticamente un museo. De sus paredes cuelgan carteles y algunas figuras que Eduardo, de 64 años, ha ido coleccionando a lo largo de toda su vida. En su tienda habrá también unos 4.000 discos, pero él confiesa que en su casa tiene más.

El estilo predominante es el rock and roll, sobre todo de los años 60 y 70: "Entre los Beatles y Frank Zappa, todo lo que hay por medio". Dylan, Hendrix, Pink Floyd... Marcelo, un fiel cliente argentino, se lo conoce bien. Comenta con Eduardo las subastas de LPs por eBay y como arquitecto que publica libros, comparte alguna de sus preocupaciones. "Si esto sigue así en 3 o 5 años no habrá tiendas de discos, ni cines, ni librerías... Mira, parezco Rajoy".

En crisis o no, lo que está claro es que el mercado del vinilo se mantiene con vida. Parece no estar atravesando su mejor momento, como un falso Chávez entubado en una cama de hospital, pero sus defensores de siempre siguen y seguirán estando ahí mientras las tiendas se transforman, se especializan y tratan de subsistir. Quién sabe, quizá un día de estos el vinilo vuelva a estar de moda. Si es que alguna vez lo ha dejado de estar.