VALENCIA. La semana que hoy termina ha estado ocupada por la continuación de los dos escándalos que ya acapararon el interés en la semana anterior: los papeles del extesorero del PP, Luis Bárcenas, y la financiación de viajes, regalos y vacaciones de la ministra de Sanidad, Ana Mato, por parte de la trama Gürtel. Frente a ambos escándalos, el PP, y muy particularmente su presidente, Mariano Rajoy, han adoptado su estrategia favorita: resistir y dejar que pase el tiempo.
Inicialmente, la respuesta del PP, por vía de Dolores de Cospedal y del propio presidente del Gobierno, aunque sumamente torpe en las formas, tuvo cierta apariencia de firmeza: el PP se querellaría contra Bárcenas y contra todo aquél que hubiese publicado los papeles o difundido informaciones "injuriosas" contra el PP. En cuanto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, adoptaba el compromiso firme de publicar sus declaraciones de la renta en los años en los que supuestamente cobró sobresueldos del PP. Transparencia relativa (si los sobresueldos eran en negro, en poco ayudaría la declaración de la renta), pero transparencia al fin.
Una semana después... poco a poco, el PP va respondiendo a algunos de los compromisos que asumió. El sábado hizo pública la declaración de la renta de Rajoy y el viernes las cuentas del partido en los últimos años. Dos iniciativas que, sin duda, cabe reconocer, aunque no contribuyan demasiado a despejar la incógnita sobre la veracidad de los papeles de Bárcenas.
Al mismo tiempo, llama poderosamente la atención el cambio de discurso del Gobierno con otra de sus promesas: la de querellarse contra Bárcenas.. Puesto que Bárcenas afirma que él no filtró los papeles, ¿por qué querellarse contra él? Día tras día, la amenazadora lluvia de querellas se disuelve cual azucarillo (no vaya a ser que Bárcenas nos saque más y más y más papeles y tengamos que querellarnos también, podrían estar razonando en el PP).
Dimitir en Moscú
Circula por las redes sociales una broma, ciertamente ingeniosa, que asegura que, a pesar de lo que creen algunos políticos españoles, "Dimitir" no es un nombre ruso. La indignación ciudadana, que ha llevado a algunos a manifestarse, día tras día, delante de las sedes del PP, y a muchos más a adoptar medidas de protesta de diversa intensidad, se dirige no sólo hacia los actos que se están evaluando (los sobresueldos, sean "en negro" o en "blanco", como el gato cazador de ratones de Deng Xiao Ping que tanto le gustó a Felipe González), sino hacia la aparente incapacidad del partido en el Gobierno para asumir, en alguna medida, sus responsabilidades.
Que no derivan sólo de los famosos sobresueldos, cuya intensidad e incidencia aún están por demostrarse, sino del obsceno enriquecimiento de Bárcenas, de la lamentable utilización del Ministerio de Hacienda para desinformar mediante comunicados en los que se afirmaba que el extesorero nunca se había acogido a la amnistía fiscal, o de las dificultades de la ministra de Sanidad, Ana Mato, para percibir la realidad circundante".
Causa estupor, en particular, que Ana Mato no haya presentado aún su dimisión. La argumentación del PP (que no está imputada), resulta claramente insuficiente. Estamos ante una acumulación de evidencias que ubican a la ministra en una posición insostenible. Evidencias que, además, resultan ridículas: confeti, globos gigantes, payasos,... rodean a una ministra que asegura no enterarse de nada de lo que hace su ex marido, ni aun manteniendo el régimen de gananciales con él, compartiendo viajes con él, ... Desde la opinión pública, la opinión publicada, e incluso algunos miembros del propio PP (en primera fila, como siempre, Esperanza Aguirre), se ha solicitado su dimisión, sin ningún éxito. Rajoy, una vez más, ha optado por resistir el envite.
Ana Mato y más allá
Hay tres posibles razones, a cual peor, que justifican la permanencia de Ana Mato en el Gobierno. En primer lugar, la ministra no dimite, ni la destituyen... Porque ello, tal y como se percibe desde el poder, en un país como España, es síntoma de debilidad, de que se es sensible a la opinión pública y a la publicada. ¡Y eso nunca! En relación con lo anterior, quizás desde el Gobierno se intente fijar una empalizada esencialista, tan impresentable como ajena a las necesidades de rendición de cuentas y asunción de responsabilidades en un sistema democrático, porque se teme que, si Mato se va, no sea la única en irse.
Es decir, explicándolo claramente: que, si se ofrenda al pueblo la cabeza de la ministra, a continuación haya que aportar también la mucho más importante dimisión del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, obviamente muy debilitado por las consecuencias de la amnistía fiscal y el entusiasmo con el que muchos imputados del caso Gürtel se han acogido a ella.
Por último, cabe recordar que, a pesar de su natural despistado, tal y como se nos aparece en sus declaraciones públicas, Ana Mato no es una pieza menor, en absoluto, dentro del PP. Se trata de una dirigente histórica, estrechamente vinculada a José María Aznar nada menos que desde 1987, cuando éste ascendió a la jefatura de la Junta de Castilla y León y la nombró asesora en su gabinete. Ana Mato fue, desde entonces, un significado miembro del "Clan de Valladolid" crecido a la sombra de Aznar, y que contó en sus filas con gente tan relevante en los gobiernos de Aznar como Miguel Ángel Rodríguez o Pilar del Castillo. Y, también, con Jesús Sepúlveda, actualmente separado de Ana Mato.
El ascendiente de la ministra de Sanidad en la organización del Partido Popular es considerable. Lleva veinte años como diputada, en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento Europeo, y figura en la Ejecutiva Nacional del PP desde finales de los años 90. Su poder orgánico dentro del PP tocó techo en 2008, al ser nombrada por Rajoy la "número tres" del PP: vicesecretaria de Organización y de asuntos electorales, puesto en el que fue sucedida por Carlos Floriano en 2012.
Por tanto, y en resumen: puede que no sepa nada de lo que hace su exmarido, pero, sin duda, sabe muchas cosas del PP. Otra posible razón para mantenerla contra viento y marea (o para amagar querellas que nunca llegan contra el extesorero, Luis Bárcenas).
___________________________
#prayfor... Ana Rosa Quintana
El pasado domingo volvió a las pantallas el programa Salvados, presentado por Jordi Évole, que se ha convertido, por méritos propios, en uno de los espacios televisivos más populares. Como periodismo de análisis e interpretación de la realidad social, constituye una cita inexcusable para cada vez más gente. Así lo muestran, sin duda, los datos del programa del domingo 3 de febrero, que comparó el sistema educativo español con el finlandés. Un tema que consiguió un 20% de audiencia, más de cuatro millones de espectadores y el liderazgo indiscutible en su franja horaria. Y todo ello... ¡Sin recurrir al fútbol o a Belén Esteban!
El programa consiguió también una enorme repercusión en las redes sociales, aunque no fue plato de gusto para todo el mundo. Una persona, también vinculada con la televisión, manifestó una opinión desfavorable. Centrada, más que en el sistema educativo finlandés, en Finlandia en su conjunto:
Los términos de la discusión parecen claros: puede que en Finlandia estudien mucho y sus alumnos salgan muy bien preparados, pero eso es porque hace mucho frío y la gente, como no puede tomarse unas cañitas al aire libre, se deprime y se suicida. De manera que... ¿Qué hacemos? ¿Dejamos de estudiar, para así parecernos más a Ana Rosa Quintana?
Es de justicia reconocer que la presentadora de Tele 5 afirmó posteriormente que su tuit era irónico y que lo que pasa es que la gente no tiene sentido del humor (¡casi parece que algunos españoles vivan en Finlandia!). No es que sea una gran excusa, pero en todo caso mejor que aquel momento notable de la historia de España, en el que Ana Rosa Quintana, tras ser pillada in fraganti publicando una novela, "Sabor a hiel", plagiada de la escritora estadounidense Danielle Steel, afirmó que se había liado con el corrector del Word y, claro, la novela se publicó sola.
_________________________________________________________
(*) Guillermo López García
es profesor titular de Periodismo
de la Universitat de València. @GuillermoLPD
Jose: no sé si me parezco, pero lo notable del asunto es que ambos fuimos al mismo instituto (en diferentes años, puesto que yo soy mucho, mucho más joven que él)
No entiendo qué puede demostrar la declaración de la renta de Rajoy. Si cobró dinero en negro es lógico que no lo declarase a Hacienda, y si lo hubiera declarado lo lógico es que Hacienda le hubiese impuesto alguna sanción y eso habría trascendido a los medios de comunicación. Son ganas de marear la perdiz. Pienso que no tiene ningún sentido que los diputados muestren su patrimonio y sus ganancias a la opinión pública. Me parece algo frívolo, más propio de las revistas del corazón, interesadas en averiguar todo lo relativo a la vida privada de los personajes públicos. Creo que lo esencial para acabar con la corrupción es que los mecanismos de control funcionen eficazmente, es decir, aquél que defrauda a Hacienda ha de pagar las consecuencias. Mientras haya impunidad habrá corrupción.
Yo no me preocuparía por la tasa de suicidios en Finlandia si no por el alarmante incremento de suicidios en los países mediterráneos (desde Portugal a Israel pasando por Túnez y España) a causa de esta crisis económica que nos azota.
Guillermo pisha, te pareces a Arturo Valls en la foto del pie. Saludos
EL PÈRFUME DE LA INMUNDICIA // La contratación pública, es el verdadero detonante de múltiples ilegalidades, y factor causante de los cada vez mas reiterados casos de corrupción// http://es.globedia.com/el-perfume-de-la-inmundicia
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.