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El Cabecicubo

Qué se puede esperar
de la sexta temporada
de Mad Men

ÁLVARO GONZÁLEZ. 02/02/2013

MADRID. Las series de televisión ahora son un "nuevo vehículo para el arte", se dice. Esto se debe a que gente que se gana la vida en el negocio de la cultura de repente ha comprobado que puede decir en público que sigue una serie de televisión. No sólo eso, no sólo quedar bien, sino que incluso es necesario estar enganchado a alguna para ser una persona de hoy, con sus problemas e inquietudes contemporáneas. O sea, alguien a quien prestar atención en los corrillos de una fiesta. Tu Kindle, tu iPod, tu boina ladeada y tu serie. Y si no, te sientas solo en una esquina. Todo gracias a un fenómeno televisivo antagónico al de la vergüenza ajena y otros programas de mal vivir: el de los culebrones para universitarios.

Que nadie se llame a engaño. Las series gloriosas de HBO o Mad Men no son otra cosa que culebrones. Que tengan una presentación y tramas más cuidadas, argumentos ultrarrealistas y menos tabúes no las convierte en un formato diferente a Agujetas de color de rosa. Con Los Soprano, usted no está interesado en el mundo contemporáneo de la mafia. Con The Wire, a usted le importan tres narices los tejemanejes de ciudades devastadas por la deslocalización industrial.

Usted en su santa vida ha tenido interés en los años sesenta, el desarrollo de la profesión publicitaria y la estética vintage de Mad Men. Usted lo que quiere es droga. A Usted lo que le vuelve loco es la adicción, estar enganchado. Ver la papelina -el logo de HBO-; sentir la aguja atravesar su piel -la cabecera-; y estar todo el día colocado viendo siete capítulos de una tacada. No engañe a sus hijos, usted es una Maruja, con estudios, vale, pero una Maruja al fin y al cabo que ve culebrones por televisión. Que tengan más o menos calidad es discutible, pero lo que es usted, no.

Así que vaya poniéndose su mejor boatiné que la sexta temporada de Mad Men ya tiene fecha de estreno. Será el 7 de abril con un capítulo-película de dos horas. Luego, el 14, onomástica de la II República española, la temporada continúa con el formato habitual de una hora y con un capítulo dirigido por John Hamm, el protagonista. Un tipo cuya vida como actor puede que sea hasta más enigmática e interesante que la de su personaje, que se caracteriza precisamente por eso. Hamm fue huérfano, camarero, encargado del atrezzo de películas porno, enfermo de depresión crónica y, muy al final de su vida, actor de éxito. Un tío tan raro que es capaz de mantener una relación duradera con su pareja en pleno Hollywood.

Pero la serie se centra en su personaje, Don Draper, que es el máximo atractivo de Mad Men, al menos para el público femenino. En la próxima temporada es de esperar que su vida pegue otro giro. Al final de la cuarta experimentó una serie de cambios importantes. Decidió dejar de beber y serle fiel a la mujer de la que estaba enamorado. Asearse un poco mental y moralmente, en esencia.

Después, la quinta temporada sirvió par ver el fruto de esos cambios. Y descubrimos que Don Draper, sin beber y sin tirarse a todas las mujeres que se le ponen tiro, es ni más ni menos que un gilipollas. El perfecto gilipollas ejecutivo de cualquier empresa. Un sonrisas preocupado de lucir el palmito de su esposa florero y poco más. Lo único estimulante es que se gasta la temporada intentando eludir los ecos y fantasmas del pasado, de cuando era otro hombre, que amenazan con romper su matrimonio.

Afortunadamente, su propia mediocridad y los problemas de su mujer para abrirse paso como actriz prometen que en la sexta temporada toda la ‘normalidad' reviente, como nos gusta a los del boatiné, que nuestra negra alma, como la del que ve 1.000 maneras de morir, se alimenta de tragedias humanas.

La sexta temporada de Mad Men pasa por la playa

El ambiguo final de la quinta temporada, en la que una señorita se le acercaba a Don en la barra de un bar con intenciones más que amigables, al menos así lo hacía presagiar. Antes de irse a pimplar había dejado a su mujer completamente entregada a él y eso, según el sota, caballo y rey de la psicología, le debería haber hecho perder el interés en ella.

Otras líneas argumentales, como que Roger Sterling (John Slattery) haya descubierto el LSD y, por lo que también se vio a final, repitiera la experiencia, también prometen. Lo mejor de las series de la escuela de HBO, donde el creador de Mad Men, Matthew Weiner, comenzó como guionista y productor de Los Soprano, es la naturalidad y el rigor con el que se trata el tema de la droga.

Cristal, heroína, cocaína, speed, pasta base, cannabis, opio y jarabe para la tos han campado por sus respetos en 'A dos metros bajo tierra', 'Deadwood', 'The Wire' o la aludida serie de mafiosos. Y nunca han sido tratados de forma peyorativa o moralizante. Mad Men ahora tiene el caramelito de contar cómo se puso de moda la droga en Estados Unidos durante los años sesenta. Cómo el consumo pasó a ser cool, joven y enrollado.

Ya hemos visto en las últimas temporadas aparecer los porros poco a poco, primero entre los beatniks, luego en la propia oficina y en salas de cine de sesión matutina, y ahora le toca el turno al glorioso LSD. Si esta serie se ha hecho famosa por lo que beben y fuman (tabaco) sus personajes, que ahora unos cuantos se vuelvan drogadictos me hace agitar el boatiné en lo alto como la bufanda de un equipo de fútbol.

Matthew Weiner también ha adelantado en TV Guide que a mediados de los 60, conforme se recrudecía la guerra de Vietnam y los movimientos contestatarios, los estadounidenses tuvieron un problema de autoestima colectiva. Estas filosofadas ya se advertían en la anterior entrega cuando personajes como Peggy Olson (Elisabeth Moss) o Pete Campbell (Vincent Kartheiser) dejan ver que están viviendo para trabajar y no al revés, sumidos en una soledad inmensa.

El reto que Weiner dice haber afrontado para dar salida a estas tramas es el de no caer en los topicazos de la época, la liberación hippie y todo eso. El creador pone el ejemplo del la música. Se tiene comúnmente asumido que eran los tiempos de los Beatles y Jefferson Airplane, pero en Estados Unidos Frank Sinatra seguía de número uno en los charts.

Hasta el momento, esa faceta ha sido también atractiva para los seguidores de Mad Men, la que se ha salido de los arquetipos culturales, porque ha descubierto muchas referencias que se suelen desconocer. Por ejemplo, mucha gente se piensa que entre el rock de los 50 y los Beatles no había nada, pero el periodo entre 1958 y 1964 fue el apogeo de los teen idols y el doo wop.

Estas referencias, que adornan las primeras cuatro temporadas, son muy refrescantes para quien, por lo que sea, no conoce más que el saber enciclopédico habitual de la música popular o la, digamos, historia oficial. De hecho, aparecieron toneladas de artículos en su momento sobre todo lo ‘olvidado' que Mad Men había puesto de moda, con sus correspondientes fiestas en discotecas con todo el mundo disfrazado.

Es una bonita forma, esa de disfrazarse, de rendir culto a una serie que precisamente trata de eso. De las máscaras, disfraces y todas las tonterías que nos impiden llevar una existencia más sencilla y apacible en un mundo contemporáneo moldeado directa e indirectamente por los estereotipos de la publicidad. Como el cretino que ve estas series con monóculo... ¡póngase boatiné, desustanciao, y hágase con de seis a nueve gatos!

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3 comentarios

Sofia Martínez escribió
27/03/2014 23:18

Fue una buena temporada que como todas con sus aciertos y desaciertos sin embargo en general funcionó muy bien. Por otro lado estamos a semanas del estreno de la <a href="http://www.hbomax.tv/mad-men-7 ">Season 7 Mad Men </a>, la última y de verdad estoy muy emocionada por saber qué pasará.

paola escribió
11/04/2013 02:29

Es buenísima sinceramente, creo <a href="http://www.hbomax.tv/mad-men-6//">Mad Men</a> es de las mejores series que hay en la actualidad, me parece que tiene todo lo necesario para cautivarnos, simplemente es extraordinaria, a veces odio y otras lo amo a Don Draper pero nunca me la pierdo

perri el sucio escribió
08/02/2013 16:51

No sé si es errata o sólo confusión mía como lector, pero el camello de esta droja en particular que se zumba en medias temporadas por día es AMC y no HBO. ...qué demonios es un boatiné?

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