VALENCIA. En los inicios de un romance a veces se corre el riesgo de creer que se está ante un amor definitivo y no pasajero. El negocio del sector helado se encuentra en ese momento. Quienes lo representan repiten el mismo mensaje: "El yogur helado no es una moda” (Pedro Espinosa, LlaoLlao). “Es un fenómeno parecido al de Starbucks. No será pasajero” (Ana Picó, Ö!Mygood).
Moda o no, la fase expansiva de las cadenas de yogur helado se cincela a base de cifras. Segmento estrella en el último Salón Internacional de la Franquicia de Valencia, en la Comunidad Valenciana ya son más de 50 establecimientos los que han subido las persianas en apenas dos años. Algunas compañías, como LlaoLlao, prevén superar los 35 millones de facturación en breve. Pocos nichos de mercado han tenido un crecimiento tan explosivo en tan poco tiempo, desde la inauguración del primer local piloto en Denia (junio de 2009).
Cuando casi nada crece, el yogur helado se desparrama por las ciudades a velocidad de la lava ligera. Los establecimientos de yogur participan con protagonismo del cambio en el semblante de los centros urbanos, donde el encogimiento de los comercios tradicionales (han desaparecido 25.000 en una década) coincide con la escalada de negocios como el de las yogurterías.
Valencia asiste a la defunción continuada de algunos de sus comercios señeros, como Mantequerías Castillo, Confitería Villanueva, la tienda de muebles del Negrito, Joyería Atenea o Abanicos Rosalen en lo reciente. Varios de ellos acaban dando paso a locales de colores vivos, bandejas de toppings y yogur en abundancia. El primer local de Bañón en la ciudad cerró para dar paso a Smöoy, una de las grandes enseñas del yogur helado. Ley natural.
UN ASUNTO DE FAMILIA
Pero, ¿quién está detrás del fulgor yogurtero? Básicamente, una familia. Los Sirvent de Murcia, de gran tradición heladera. Una dinastía de la que nacen las dos grandes del sector: LlaoLlao y Smöoy. Primero lo hace LlaoLlao, dirigida por un jovencísimo ingeniero industrial, Pedro Espinosa Martínez.
Posteriormente, las hermanas de su madre crean Smöoy con una fórmula e imagen idénticas. Desde entonces se desatan las hostilidades familiares. LlaoLlao acusa a Smöoy de plagio. Smöoy culpa a LlaoLlao de crear la compañía ocultándoselo al resto de la familia. Un cruce de declaraciones más propio de una soap opera de los ochenta.
La beligerancia se traslada a la calle, donde mantienen una competencia feroz para dominar el mercado y su expansión. LlaoLlao tiene cerca de 100 franquicias en España (cada una requiere una inversión cercana a los 120.000 euros). Pretende abrir otras cien entre Portugal, Marruecos y los Países Bajos. Cuenta con 16 establecimientos en la Comunidad Valenciana.
Smöoy anuncia 150 locales al finalizar 2013, proyecta consolidarse en Portugal y llegar a EEUU, Latinoamérica y Asia. En la Comunidad Valenciana han abierto 18 franquicias en dos años. Una carrera sin frenos entre dos bólidos de la misma familia. Finalmente, todo queda en casa.
EL AMANCIO ORTEGA DEL YOGUR HELADO Y LA EJECUTIVA PUBLICITARIA
Quien pone cara al fenómeno es el joven Pedro Espinosa. Se explica con símiles taurinos y una claridad apabullante. Estudió en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI, y poco después fue contratado por la British Petroleum (BP), donde al mismo tiempo se enroló en el programa de futuros directivos.
Tras dos años en la compañía cambió el petróleo por el yogur helado de LlaoLlao. Clavó una pica en Denia con su primera apertura. Hoy, con menos de 30 años, está henchido de ambición: “Nos queremos comer el mundo”.
Ana Picó es la creadora del "tercero de la Liga", Ö!Mygood, con 25 franquicias en el país. Era directora de marketing en el grupo publicitario Havas, pero renunció al puesto para montar su propia compañía heladera tras una experiencia mística con el frozen yogurt en la Quinta Avenida de Nueva York.
LA PÓCIMA MÁGICA
Aunque al ministro Arias Cañete le traería sin cuidado, una de las estrategias que explican el éxito ha sido emparentar el producto con lo saludable. Y, por qué no, enfrentarlo al helado tradicional. Ana Picó expone que "cien gramos de yogur helado tienen 96 calorías, frente a las 150 del helado". Pedro Espinosa, como si estuviera refiriéndose a una pócima mágica, detalla los beneficios: es rico en calcio, previene formación de bacterias en el intestino, facilita las digestiones…
Y como en el principio de un romance vuelven a insistir que han venido para quedarse. La colonización de las calles continúa. De momento.
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un verano Y digo yo... nadie se acuerda de "avigur, helado de yogur, avigur"? juraría que aquellos sí fueron los pioneros del tema. al menos en España. Recuerdo enamorarme un verano, currando de camata en Matet, de una preciosidad que siempre pedía avigur de fresa.
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