MADRID. El corresponsal en Roma de la agencia Colpisa, Íñigo Domínguez, ha publicado una nota de prensa muy interesante. Comentaba que recientemente ha habido varios incidentes mafiosos en Nápoles. Asesinatos, concretamente. Uno a la puerta de un colegio. Y otro, un atentado con bomba que había herido a tres niños. Ninguno de ellos tuvo repercusión mediática fuera de la región, pero el presidente del distrito de Scampia, donde transcurre la novela Gomorra, de Roberto Saviano, ha prohibido que se ruede en el barrio la serie de televisión basada en la obra. ¡Que se paren las rotativas!
Angelo Pisani, que así se llama el político que niega el permiso a Cattleya, la productora que tiene el encargo de rodar la serie para el canal Sky Italia, sostiene que la filmación dañará la imagen del barrio, ya de por sí bastante deteriorada por lo que sucede en realidad en sus calles. Y Saviano ha replicado que éste es "el viejo y conocido juego del poder de asociar el relato de la realidad a la difamación".
Al margen de otras consideraciones, lo cierto es que no es la primera vez que esto ocurre en Italia con otros productos audiovisuales sobre a mafia. Y no fue precisamente porque dieran mala imagen del país, sino demasiado buena. El ministro de Justicia, Clemente Mastella, pidió que se cancelara la emisión de ‘Il capo dei capi', una adaptación de la vida de Salvatore ‘Toto' Riina, puede que el mafioso más sanguinario de todos los tiempos, porque arrojaba una imagen demasiado benevolente del protagonista, lo humanizaba. Y eso se comparó con emitir pornografía en horario infantil.
Hay un hecho en todo este tipo de polémicas que no se puede negar. En Cahiers du cinema dijeron que Los Soprano y The Wire eran "implacables con las estructuras dominantes de la sociedad: sea la cultura del poder y la imagen o el fracaso institucional y político de la era posindustrial" ¿Y qué ha hecho el público con ellas? ¿Temblar desnudo hecho un ovillo a oscuras en una esquina del baño por la crisis de valores de Occidente? No, se lo han pasado pipa, han hecho fiestas, maratones para ver temporadas enteras del tirón y se han comprado todos los souvenirs que han podido.
El romance de los mafiosos con el gran público no sorprende a estas alturas a nadie. Es innegable. Claro que, allí donde los sufren, no es extraño que un juez, o algún político, quiera hacer como ocurrió con ‘Il capo dei capi', que se emitía en el Canale 5 de don Silvio Berlusconi, porque no le guste ver en el prime time un relato que los humanice hasta el punto de despertar simpatías. Podemos hacer la prueba del algodón emitiendo en España una serie con Javier Bardem interpretando al Josu Ternera más cercano, que profundice, que saque lo que todos tenemos en común con él. A ver cómo se nos ponen los papeles y telepredicadores al día siguiente.
Habrá quien piense que todo esto es propio de una sociedad inmadura y quien diga lo contrario. No es objetivo de este espacio filosofarlo. Lo importante aquí es que en Italia ‘Il capo dei capi' alcanzó un share de casi el 30%, entre los seis y los siete millones y pico de espectadores por capítulo. Y la verdad, merecía la pena.
La serie se iniciaba con la infancia de ‘Toto'. Perdió a su padre de niño, tuvo que ocuparse de la familia y se conoce que se le atragantó la pobreza. A partir de ese momento, en el Sur de Italia, el chico optó por, digamos, abreviar sus vías de desarrollo.
Hasta ahí, nada nuevo bajo el sol, la parte interesante llega cuando el mafioso tiene que dirigir sus operaciones desde la sombra. Riina se fue a su huerto, con sus tomates y sus gallinas, a ordenar multitud de asesinatos indiscriminados y ¡ser feliz!
El personaje disfruta con la vida del campo, con los placeres sencillos de la naturaleza. Y uno se pregunta si para andar por el corral con excrementos de gallina entre los dedos de los pies y sentirse libre era necesario poner en jaque a la República de Italia. Entre otras muchas, su hazaña más recordada fue el atentado con bomba que acabó con la vida del juez Falcone, que también tiene varios productos audiovisuales sobre su biografía.
Poro peor fue el mafioso que le sucedió, Bernardo Provenzano, que permaneció cuarenta años oculto. Según Gilberto Caldarozzi, alto cargo de la Policía: "Se mantuvo en Sicilia, en la provincia de Palermo. Y pudo escaparse por su bestial capacidad de aguante en condiciones de vida horribles. Provenzano es un campesino, y su forma de vida espartana le ha permitido no cometer errores. En todos estos años apenas vio a su familia".
Dudamos que Frank Sinatra estuviera loco por tomarse algo con él en Las Vegas. Lo cierto es que a la hora de buscarle el glamour hollywoodiense a estos personajes, cuando la productora planea hacer souvenirs, con los naturales de Corleone auténticos no es nada fácil. En términos de marketing, donde The Wire tiene gangstarap, o Los Soprano el rollo neoyorquino, con éstos... ¿qué van a vender, azadas y alpargatas por eBay? De todas formas, Provenzano también tiene su miniserie, de dos capítulos nada más, pero que ya comentaremos.
En el lado bueno, para introducir un contrapeso a este sujeto tan carismático, los guionistas se inventaron un policía, parcialmente inspirado en un personaje real, que lo persiguió durante toda su vida. Por el contrario, Mario Francese, un periodista que investigó durante años a esta familia mafiosa, y por ello fue asesinado, no figura. Y su familia protestó a Mediaset.
‘Il capo dei capi' no llegó al nivel de calidad que han tenido otras miniseries recientes, como ‘Carlos' de Olivier Assayas, sobre el famoso terrorista internacional que, en este caso, fue el único que puso el grito en el cielo cuando vio la serie. Aunque está cuidada y tiene un ritmo trepidante, al trabajo sobre ‘Toto' se le nota que está hecho para la televisión de consumo rápido, y presupuesto equivalente, pero aún así no hay que dejarla pasar.
También porque no faltan fechas, nombres, juicios y más de un detalle de la connivencia del poder político con los mafiosos. Aunque triunfe el bien sobre el mal, de una forma bastante clara dijera lo que dijera el aludido ministro, las fisuras del estado quedan bastante patentes.
La comparación con España es forzosa. Aquí no falta talento para rodar la biografía de nuestra extensa nómina de corruptos, como llamamos en España a las mafias locales, pero que alguien ponga el dinero y otro se comprometa a emitirlo ya es otro cantar.
Estoy estudiando italiano y leí una encuesta que se hizo en Nápoles hace unos pocos años. La mayor parte de los adolescentes (un 55%)consideraban que el Estado italiano era peor que la Camorra. Lo curioso es que ser "antiestado" allí no significa, ni mucho menos, ser "antiitaliano" muchas veces es al contrario. El hecho que hayan descubierto una infiltración poderosísima de la Ndrangheta en el norte de Italia; no sólo en el poder político sino sobretodo en la sociedad civil, muestra el fracaso del Estado legal. El crimen organizado en Italia es un fenómeno sociológicamente muy interesante.
Como te pille mi compañero italiano (de Nápoles, precisamente) llamando «mafia» a cualquier organización criminal italiana, sin distinción, te corta los güevos. La mafia es solamente de Sicilia, en la Campania está la Camorra, y en Calabria la 'ndrangheta. Y no son lo mismo, ni mucho menos. Eso dice él, al menos.
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