MADRID. Hace la friolera de más de cuarenta años, Ray Charles actuó en el Florida Park de Madrid, una sala de fiestas situada dentro del parque de El Retiro. Era 1972, antes del atentado de ETA a Carrero Blanco, cuando todavía faltaban algunos años para que un golpe de aire sacudiese todos los cimientos y le diera la vuelta a tantos dogmas de fe que después se cayeron solos tras el paso de apenas una ligerísima brisa.
Era cuando Madrid era un pueblo grande al que habían dejado sin tranvías y colocado algunos scalextrix, cuando se conocía por su nombre a la mitad del barrio. Un Madrid lleno de cines de programas dobles, de películas de gladiadores y del oeste. Pero también un Madrid de extremos, lleno de escupideros y rabia contenida, de mucho frío y mucho calor. Y también un poco soñoliento, de colores apagados, no de blanco y negro, pero casi....
Un grupo de tres o cuatro chavales entre 10 y 15 años, qué por supuesto no tenían ni idea de quién era el llamado "Rey del soul" Ray Charles, ni falta que les hacía, estaban esa tarde de septiembre, como tantas otras, haraganeando por El Retiro como era su costumbre cuando no estaban en el colegio y dado que vivían en las proximidades del parque.
Esos chicos se estaban criando en El Retiro, un parque mucho más boscoso que el actual, y conocían cada uno de sus senderos y escondites como la palma de su mano. Sabían donde pescar, desde los caníbales del estanque hasta ranas y renacuajos o galápagos, dónde estaban las mejores lianas para lanzarse de un árbol a otro, qué cuestas eran más empinadas para tirarse por ellas, los mejores caminos para huir de los guardias del parque cuando les pillaban infraganti, las mejores explanadas para practicar el lanzamiento de piedras con sus tirachinas y para retar a otros chicos a combates de boxeo improvisados en cuestión de segundos tras leer las crónicas sobre los combates de Carrasco, Legrá o Urtain... O dónde esconderse a prueba de todo en la montaña rusa, las zonas más apartadas para poder fumarse algún pitillo, y, por supuesto, los lugares de concentración de las chicas más guapas.
Los chavales vieron algo de jaleo en las proximidades del Florida Park y se acercaron a curiosear. Estaba entrando mucha gente aunque no era de noche. Como expertos en la zona sabían que la sala de fiestas estaba acristalada por el techo y que saltándose un par de vallas entre la floresta había un lugar apartado donde, subidos a un árbol, podían encaramarse sobre el muro al que daba el cierre de cristal del recinto. Y eso hicieron sin demora, comprobando como la sala estaba atestada de público, en su mayor parte sentado en mesas, y que sobre un escenario había un piano y numerosos atriles y sillas, es decir, que se estaba preparando un concierto.
Visto lo cual decidieron quedarse a ver lo que pasaba ya que les gustaba la música. Tampoco tenían otra cosa mejor que hacer.
Y lo que pasó, que está recogido en las páginas de ABC por la periodista Pilar Trenas, bajo el título "Ray Charles llegó, cantó y triunfó", fue lo siguiente....
A las ocho menos veinticinco una voz 'en off' anunció a la orquesta. Sucesivamente cada uno de los instrumentistas, todos uniformados, fueron interpretando algunas notas musicales. Primero un solo de trompeta, luego de saxofón, más tarde de trombón, para, después de un solo de batería, piano y contrabajo, cerrar con un conectado general de toda la orquesta. Nuevamente, en su segunda intervención musical cada uno de los componentes de la banda hizo un segundo "popurrí" con las canciones más famosas del patrón.
En seguida entraron en escena "The Raelettes", un coro de cinco chicas de color guapísimas con unos movimientos sincopados a los que los chavales no estaban acostumbrados. Las Raelettes, dijo Pilar Trenas, hicieron alarde de su gran "feeling" incorporando al público a su espectáculo. La canción "Rock Steady" original de Aretha Franklin y un blues fueron sus primeras dos interpretaciones a la que siguió "Tramp".
Luego se hizo el silencio e iluminado por un foco y acompañado por un asistente que le ayudó a sentarse al piano apareció Ray Charles. Con unos movimientos poco ortodoxos que a los chicos recordó a los de algún amigo suyo al que siempre definían como "eléctrico" al no saber hacia dónde daría el siguiente respingo, Charles empezó a tocar una melodía muy rítmica, una canción preciosa que al momento el público, que por lo visto la conocía, acompañó de palmas y aplausos. Se trataba de Hallelujah I love her so.
No es que les gustase a los chicos, es que les encantó la canción y su sonido pegadizo, aunque todavía estaban preocupados por si alguien descubría su escondite. Desde luego, si Ray Charles no hubiera sido ciego, podría haber detectado unas diminutas cabezas asomando tras el cristal, ya que no estaban a más de 10 o 15 metros del cantante.
Luego, sigue Trenas, tocó Georgia on my mind, canción que recuerda su infancia, cuando se quedó ciego por un glaucoma y no poder recibir un tratamiento médico debido a la pobreza de su familia, y más adelante la frenopática y divertida "What´d I say" que los chicos también corearon desde su escondite con el público. También canciones más recientes que hasta conocían los chavales, como versiones del "Eleanor Riggby" y de "Lucy in the sky with diamond" de los Beatles, que desde luego que les sonaban de la radio o de los guateques de sus hermanos mayores.
Según la cronista, acompañaban al cantante norteamericano más de treinta personas entre ellas 19 músicos en escena, sobre todo de viento, las cinco "raelettes", dos "road manager", dos guardaespaldas y su manager y en la sala había capacidad para unas seiscientas personas sentadas en mesas, pero llegaron a concentrarse hasta un millar, muchos de ellos de pie.
La crónica de Pilar Trenas hace mucho hincapié en la biografía de Ray Charles, su enfermedad, sus inicios en la música de forma autodidacta con el piano y el saxofón, de su estilo. "Ha creado su estilo propio: un "soul" en el que arroja todo su mundo interior con más fuerza, con más garra, con más rebeldía y arte que cualquier vidente" y cita al músico que se definió diciendo "intento rebelar mi alma (soul) para que la gente pueda comprender lo que soy yo. Quiero que la gente sienta mi alma.
Para la pandilla de chavales del barrio fue un pedazo de concierto. El primero que esos chicos contemplaban en directo y que no dejó de emocionarlos ni un segundo y eso que no sabían nada de nada, ni quién era ese tipo que parecía ciego y se movía de una forma tan rara, ni qué cantaba, ni qué representaba.
Aunque bien pensado, quizás todo eso fue lo mejor ya que no tenían prejuicios ni expectativas. Era una tarde más de septiembre, no tenían otra cosa que hacer y no se lo esperaban. Y escucharon una música que les emocionó, que les revolvió algo por dentro y hasta les hizo bailar en el árbol al que se sujetaban. Qué más se puede pedir.
A estas alturas ya se habrán dado cuenta de que uno de esos chavales del barrio era yo. Y les añado que desde entonces se me sigue poniendo la piel de gallina y se me van las piernas cada vez que escucho a Ray Charles cantar "Hallelujah I love her so"....
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