MADRID. Mikel López Iturriaga hace cosas. Es un español de esos que, según nuestro presidente, van más allá, de los que no se conforman con ver en verano los toros y en invierno ver pasar los coches desde la ventana. Él hace cosas.
'El comidista', que así es como se le conoce por su blog, no habla de Twitter como un fenómeno que está llegando, lo último, ese bicho raro que tal vez oculte un plan maestro de Corea del Norte para conquistarnos. No, él lleva en Twitter años, tiene casi cien mil seguidores y sabe hacer de todo: contesta a otros tuits, pega enlaces con url reducidas, retuitea y también tiene ese gesto egoísta de marcar como favorito, eso de esto me lo guardo sólo para mí. Es uno más ‘de ellos'.
También navega por blogs. Está al tanto de las cabeceras online de diarios extranjeros. Este hombre lee libros en inglés. Si hasta sabe de series, de reality shows, puede hablar de videojuegos de la Play Station e incluso de algunos de la era de los 8-bits. Domina la historia del rock, está al tanto de las novedades discográficas más allá de ‘Papitwo'. Si hiciera más cosas habría ideado él solo el acelerador de partículas. Por supuesto, no es el único periodista de El País con este perfil, pero sí el que ha tenido un notable éxito. Estamos hablando de un fenómeno extraordinario ¡un cambio generacional en el diario de referencia! Claro, que Mikel peina canas, pero no vamos a estas alturas a mirarle también las encías.
Lo importante es que ha sacado un segundo libro. Otro despiece, con distinta presentación, de lo que es su blog. Así es como tiene que trabajar un experto en gastronomía. ‘La cocina pop del comidista' recoge otra colección de recetas, como ya lo hiciera ‘Las recetas del Comidista' en 2011, donde lo más reseñable era que las propuestas que hizo en su blog se publicaron modificadas con las sugerencias y aportaciones que hicieron los comentaristas de la bitácora.
No hace mucho, quien tenía un blog era un gilipuertas con ínfulas y sin talento del que se reían los prebostes de la industria literaria y periodística y le recomendaban que mejor siguiese con su trabajo y vida gris, que encima podía confundir a las buenas gentes que no sabían donde estaba la lectura de calidad de la buena. Ahora, abres un blog y te dan una columna en un periódico, escribes varios libros que son éxito de ventas y encima te salen mejor porque te ayudan las masas a enriquecerlos. Victoria del pueblo, derrota de la oligarquía cultural, que ahora a todo correr paga dinerales por cursos de Community Manager.
‘La cocina pop del comidista' vuelve con recetas. Aperitivos, primeros, segundos, postres y bebidas. Hasta ahí nada especial en un libro de cocina. Lo diferente viene después. Tomando el testigo de Elena Santoja invita a celebridades ajenas al mundo de la gastronomía para que aporten sus recetas. Javier Coronas y Toni Martínez, por ejemplo, se marcan una sopa castellana. También aparecen Miqui Puig, Elvira Lindo, su hermano Juanma López Iturriaga... en definitiva, familiares y amigos. Llama la atención la receta de Chico y Chica, un grupo indie que, con un poco de tontería satisfecha, proponen su 'Sandwich a la cinta de vídeo', un bocadillo de mermelada de naranja amarga, mostaza, jamón y rúcula aplastado con la caja de una cinta VHS.
Después vienen las recetas para series. Empieza por la buena, por Mad Men, de la que adapta las recetas del libro ‘The unofficial Mad Men cookbook' a su gusto personal. Son platos antiguos, "viejunos pero con el encanto de lo retro", dice Mikel, que están muy bien para una serie que entra por los ojos. En el resto de series se deja llevar por la imaginación, como jamón glaseado con mermelada y vino dulce que recomienda para Juego de Tronos, o los huevos revueltos con morcilla y alcachofas para Walking Dead, una serie de zombis. Igual que con Dexter, apartado en el que se limita a aderezar ingredientes propios de Miami con tomate rojo sangre. ¿Lo pillan?
Mucho más ilustrativo es el capítulo de ensayo. El autor da recomendaciones para manejarse en un restaurante, consejos que a mi entender son propios del comportamiento de una madre que sobrepasa los cincuenta y avergüenza a sus hijos en la edad del pavo. Por ejemplo, siguiendo la primera recomendación: si el plato tiene alguna falta, devuélvelo a la cocina. O más adelante, donde aconseja no tener una relación cordial con el camarero y, a ser posible, "muéstrate maleducado". Todo un manual para suegras venidas de alta montaña que, al entender de Mikel, sirve para comer mejor que bien y que no te claven.
También harán las delicias del público más fiel de ‘Amar en tiempos revueltos' los consejos para comprar pescado: Mírale las transparencias del ojo, inclínate por los jureles o caballa antes que por atunes y merluzas... Seguro que además conoces gente y haces amigos ahí acercando los pescados al flexo.
Pero la mejor parte es también la que triunfa en el blog, la ‘Comida viejuna', un calificativo sacado de Muchachada Nui. Se trata de hilarantes entrevistas a inventos gastronómicos que muy bien pudieron servirse en la boda de Pedro Carrasco y Rocío Jurado: cóctel de gambas, dátiles con beicon, gambas a la gabardina, la Comtessa y la tarta al whisky. Con especial mención a lo que él llama ‘comida viejuna del futuro' donde asegura que dentro de muy poco serán casposas las reducciones de vinagre, el foie y el queso de cabra en las ensaladas.
En resumen, una obra amena para todo el que cocine sin más aspiración que no comer basura precocinada, echar el rato en algo productivo y estimulante sin necesidad de sentirse un gran chef. Porque ese es el principal mérito del Comidista. A excepción de las recetas Semana o Diez Minutos, el resto de páginas de gastronomía en la prensa era como ver una serie de fotografías tomadas por el Voyager a su paso por Júpiter en 1979. Él conecta y aprendes algo. Una cosa parecida al fenómeno Pepe Ribagorda, cuyo libro ‘Cocineros sin estrella' también ha alcanzado un éxito interesante recomendando tascas perdidas y la receta de los boquerones en vinagre.
De todas formas, donde mejor se desenvuelve Mikel es en sus columnas semanales. En ellas relaciona famoseo y gastronomía siguiendo la estela de la cultura popular, el amor por lo prohibido (reality shows, básicamente), ánimo de reírse y condenar iracundamente lo hortera y lo casposo, como por ejemplo, el pastel de la boda de Iniesta. Gracias a Mikel hemos sabido que el sabor favorito de Ferran Adrià es el del Bollicao o que las celebrities estadounidenses se zampan su propia placenta después de parir.
También hemos leído las críticas más duras a la panga, que la sirven hasta en el comedor de trabajadores de empresas de relumbrón, y a un problema mucho más grave aún, la desaparición de aquella cosa conocida como tomate y su sustitución por unas esferas rojas que contienen agua mineral. Hemos tenido desayunos idóneos para superar una resaca y necesarios anatemas a los odiosos cupcackes y los individuos que los rodean. En fin, risas y lecciones que no se olvidan. ¿Cuántas personas no habrán cocinado en grupo y, aparte de pensar "Santo Dios, si ve esto Chicote", no han interpelado un "Pues dice el Comidista...".
yo también soy seguidora del Comidista. Me enganché hace casi tres años con una entrada que se llamaba desastres en la cocina. Estuve varios días sin parar de reir.
No sé cómo lo descubrí, y me parto con sus respuestas.
yo, pecador, tengo el comidista entre mis favoritos, y con algunos artículos me he echado unas risas de impresión: http://blogs.elpais.com/el-comidista/2012/10/microwave-for-one-el-libro-de-cocina-mas-triste-de-la-historia.html además, por cosas del curro, le hice una entrevista y me pareció un tipo majo. sobre lo de seguir sus recetarios y demás, pues en fin. con saber batir un huevo, pues listos.
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