VALENCIA. Una de las cosas que distingue la cultura norteamericana de la española es la presencia constante de consensos. Mientras que en nuestro país la clase política anda a la gresca con chorradas silenciándose los grandes asuntos, en Estados Unidos, con todos sus peros, sucede más bien al contrario, hasta el punto de que incluso los políticos asumen responsabilidades, dan explicaciones públicas y dimiten.
Todo ello se debe, en parte, a que el gran consenso que articula el país es el concepto "democracia", de manera que los críos, cuando van allí al colegio, no recitan el padrenuestro, sino el juramento de lealtad a la Constitución. Y se manifiesta en hecho como que, en el cine, sean habituales las películas que analizan el sistema político sin tapujos así como la historia del país y las biografías de los presidentes.
De este modo, 2013 nos traerá la última biografía de Abraham Lincoln a cargo de Steven Spielberg (una cinta titulada Lincoln a secas). La vida del presidente ya ha merecido su traslado al cine por parte de directores como D.W. Griffith o John Ford, mientras que el cine contemporáneo sigue dedicándose a revisar las peripecias de otros dirigentes relevantes.
No sólo está el anuncio del documental sobre Bill Clinton que tiene proyectado Martin Scorsese, sino los recientes films de Clint Eastwood (sobre J. Edgar Hoover) o las vueltas que le ha dado Hollywood a la política norteamericana con distintos prismas, desde la biografía tanto crítica como complaciente (Nixon y JFK, ambas de Oliver Stone) hasta el funcionamiento de las primarias (Los idus de marzo, de George Clooney o Primary Colors, de Mike Nichols) pasando por episodios como la crisis de los misiles (Trece días, de Roger Donaldson).
No es la primera vez que Steven Spielberg aborda la política de manera explícita: en Munich partía del asesinato de los atletas israelíes en 1972 para lanzar un llamamiento de paz y de aprendizaje de los errores del pasado.
El plano final de las Torres Gemelas era una advertencia similar a ese final de La lista de Schindler, con los supervivientes reales rindiéndole tributo a su salvador del exterminio.
Además, en los últimos años, Spielberg parece interesado en los conflictos políticos y su afectación sobre los ciudadanos, en películas como La terminal o Atrápame si puedes, en las que vemos los entresijos kafkianos de nuestra sociedad actual, dominada por entes e instituciones que se escapan a nuestro control.
El segundo consenso que domina la fábrica de los sueños es el de la producción en cadena. Y ésta se ve claramente en la conversión de las películas de éxito en sagas, unidas en muchas ocasiones no por estructuras narrativas similares, sino por la aparición de personajes comunes.
La lista es interminable, ya que a lo largo de 2013 llegará el estreno de, entre otras, La jungla de cristal 5, The Amazing Spider-Man 2, Iron Man 3, Resacón 3, Paranormal Activity 5, Scary Movie 5, Sin City 2 o G.I. Joe 2. Además, para un futuro un poco más lejano, los anuncios parecen auténticas amenazas: Independence Day (2 y 3, casi nada), Transformers 4 o Los mercenarios 3 dan cuenta de la seriedad de lo que se nos avecina.
Lo que se avecina también son las viejas polémicas de siempre. La última viene de la mano de Spike Lee quien, en esto de las controversias gratuitas, parece un Lars von Trier descafeinado.
Preocupado siempre por llamar racista a quien no sea un hermano macarra violento como él, ahora le ha dado por atacar a Quentin Tarantino, de quien veremos dentro de veinte días su última producción, Django desencadenado.
Como se trata de una película sobre conflictos raciales y no lleva la firma monopolística de Spike Lee, el realizador de auténticos monumentos racistas como Haz lo que debas ha arremetido contra Tarantino. Eso sí, la jugada es perfecta, porque ya tenemos el morbillo más que alimentado.
Pero no todo huele a podrido en Dinamarca. 2013 también nos traerá la ceremonia de los Oscar y, con ella, una noticia que se dio a conocer hace pocos meses: el reconocimiento, con un premio honorífico, a la obra de D.A. Pennebaker, uno de los cineastas más importantes del cine-rock.
Una de sus obras más importantes, Don't Look Back, sentó las bases del documental en el mundo del rock: en 1965, Pennebaker siguió a Bob Dylan por su gira inglesa, mostrando sobre todo las entretelas del oficio de músico.
Los enfrentamientos del músico con la prensa, sus recelos por el éxito de otros artistas o las negociaciones comerciales en el seno de la industria son algunos de los asuntos que se mostraban por primera vez en la pantalla.
Todos los documentales sobre rock parten de la obra de Pennebaker, con lo que el agradecimiento de Hollywood es de cajón, dados los beneficios económicos que ese modelo fílmico viene generando a lo largo de los últimos sesenta años.
A este lado del océano, en enero por fin podremos ver en los cines la última película de Michael Haneke, Amor, ganadora de la Palma de Oro del festival de Cannes. El retraso en su estreno es una auténtica vergüenza que habla muy mal de los canales de distribución en nuestro país, que no duda en que películas como ésta queden en la cola durante meses mientras pasan por delante los hobbits y demás jueguecitos de feria.
Máxime si nos referimos no a un director oscuro conocido en su casa y a la hora de comer, sino del ganador de Cannes y realizador de cintas tan célebres como Funny Games o La cinta blanca.
En esta ocasión, Haneke despliega su capacidad para transmitir la violencia cotidiana con una historia sobre la vejez y la enfermedad: Georges y Anne son un matrimonio que ven alterada su plácida vida cuando ella sufre el primer síntoma de una enfermedad degenerativa que acabará postrándola en la cama.
De este modo, el cineasta alemán vuelve a poner sobre el tapete el debate sobre la eutanasia y la muerte asistida, siguiendo la estela de otras películas que han elevado la voz al respecto, como Condenado a vivir, Million Dollar Baby, Mar adentro o No conoces a Jack.
Y lo hace con esa crudeza que ya mostró en La cinta blanca, donde dejaba claro que la violencia no consiste únicamente en la mostración de imágenes explícitas, sino en la generación de ambientes y atmósferas reconocibles, que se vuelven poderosas por su cotidianeidad.
Pero mientras aquí seguimos felices viendo las películas tan tarde y disfrutando de la vida con un halo de esperanza porque así nos lo dicen los anuncios de Campofrío, continuaremos con más de lo mismo, es decir, con Pedro Almodóvar, que estrenará en marzo Los amantes pasajeros.
Aquí es donde marcamos nuestro consenso, en darle vueltas y más vueltas al mayor publicista de nuestro cine, mientras nos empecinamos en darle la espalda a debates y reflexiones que, de manera más o menos acertada, sí se pueden ver en muchas ocasiones en el cine norteamericano, y no digamos ya en el europeo. Aunque sólo sea para reivindicar un pasado, algo que aquí sólo genera broncas y desencuentros.
"La lista es interminable, ya que a lo largo de 2013 llegará el estreno de, entre otras, La jungla de cristal 5, The Amazing Spider-Man 2, Iron Man 3, Resacón 3, Paranormal Activity 5, Scary Movie 5, Sin City 2 o G.I. Joe 2. Además, para un futuro un poco más lejano, los anuncios parecen auténticas amenazas: Independence Day (2 y 3, casi nada), Transformers 4 o Los mercenarios 3 dan cuenta de la seriedad de lo que se nos avecina." Me cago en la leche... Hemos llegado a un punto en que seguramente Bollywood haga mejor cine que Hollywood, y por una décima parte del precio. Mucho se habla de la crisis del cine y muchas explicaciones se buscan --que si la piratería, que si Youtube, que si...--, salvo la más obvia: si quieres que un homínido adulto se siente hora y media en tu sala de proyección y pague 9 euros, ¿qué tal ofrecerle algo que valga la pena ver?
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.