VALENCIA. El pasado 15 de noviembre se cumplieron 70 años desde el día en que Daniel Barenboim nació en Buenos Aires, en el seno de una familia judía de origen ruso. Hoy no solo es uno de los músicos más justamente reconocidos por su trayectoria artística, sino también uno de los fenómenos musicales más sorprendentes de los últimos tiempos. Grandes directores ha habido muchos, y el siglo XX está repleto de nombres indiscutibles: Karajan, Solti, Klemperer, Giulini...
También ha habido muchos grandes pianistas: Arrau, Horowitz, Gould, Kempff, Gilels, Benedetti-Michelangeli, o Pollini y Brendel, por citar también algunos de los que afortunadamente siguen vivos. Pero no hay ninguna figura que haya alcanzado simultáneamente niveles tan singularmente altos a un tiempo en la interpretación pianística y en la dirección orquestal.
Doble carrera artística
Y si hablamos de la dirección, no se trata únicamente de dirigir obras desde el teclado como hacen determinados pianistas. Es el caso, por ejemplo, de Rudolf Buchbinder, que ya interpretó la temporada pasada el maratón de los cinco conciertos de piano de Beethoven con la Orquesta de Valencia y esta hará lo propio con seis de Mozart (18 y 20 de abril en el Palau de la Música). O de haber dejado el piano para centrarse en la dirección de orquesta, como es el caso de Christoph Eschenbach. Barenboim sigue desarrollando una doble carrera en ambos campos, con retos dificilísimos en uno y otro, de manera que alterna las muy recientes grabaciones al piano de Liszt o Chopin para Deutsche Grammophon o el recital Schubert que dio hace dos temporadas en Valencia con programas ambiciosos en el campo de la dirección.
Eso incluye también la ópera. Y no cualquier ópera. El pasado 4 de noviembre, como ya referí en estas páginas, tuve la fortuna de escuchar el imponente Siegfried que hizo en el Teatro alla Scala de Milán, del que ahora es director musical, dirigiendo ¡de memoria! las cuatro horas largas de la intrincada, compleja y repleta de matices dramáticos partitura wagneriana.
La dimensión política
Y todo esto se compagina con un marcado interés público por la búsqueda de la concordia y la paz. Uno de sus más grandes logros es la orquesta West-Eastern Divan, en la que conviven y tocan juntos músicos israelíes y palestinos. Barenboim no se ha limitado a impulsarla, lo que ya sería un gran mérito en un músico de su renombre, sino que la dirige habitualmente durante el verano y ahora acaba de lanzar, en el sello Decca, la edición Beethoven for All (Beethoven para todos), que incluye la grabación integral de las nueve sinfonías del compositor de Bonn dirigidas por él, así como los cinco conciertos para piano y orquesta interpretados y dirigidos por Barenboim. Y, por si fuera poco, una nueva integral de las 32 sonatas para piano tocadas por él.
El maestro argentino, que también posee la nacionalidad española, la israelí y la palestina, no solo ha hecho que esa orquesta de jóvenes suene aceptablemente, sino que ha logrado un sonido impresionante. En concreto esa integral sinfónica de Beethoven es marcadamente más reposada que la que tiene grabada en Teldec con la Staatskapelle de Berlín, pero de un preciosismo y un refinamiento sonoros extremos. Yo diría, aunque fuese de pasada, que esa integral de las sonatas de Beethoven, cumbre pianística habitual de Barenboim, es la cuarta que graba, si tenemos en cuenta las dos en el sello Emi, la última en DVD de 2006, y la de Deutsche Grammophon, que también tiene versión en vídeo.
Y si hacemos un repaso aunque sea somero por las grabaciones orquestales no deberíamos olvidar el inmenso ciclo sinfónico Bruckner y los de Brahms y Schumann en Teldec, a pesar de lo cual está grabando de nuevo sinfonías de Bruckner, otro de sus habituales caballos de batalla, para Deutsche Grammophon.
Wagner e Israel
Pero si de compositores preferidos por Barenboim hablamos, no se puede olvidar a Wagner, cuya Tetralogía está presentando ahora en La Scala, pero al que dedicó 18 años inmensos en el festival de Bayreuth, donde dirigió durante 12 años Tristán e Isolda y durante cinco la Tetralogía, además de Parsifal y Los maestros cantores de Núremberg. Barenboim es uno de los grandes especialistas no ya en Wagner, sino especialmente en Tristán, cuya grabación en DVD con Siegfried Jerusalem y Waltraud Meier, con dirección escénica de Heiner Müller en el Festival de Bayreuth (Deutsche Grammophon) es francamente impresionante. Hay que tener en cuenta que tiene al menos tres más, dos de ellas con La Meier en el papel femenino principal.
Barenboim es, pues, uno de los grandes directores especialistas en Wagner, y además es judío, al igual que otro grandísimo director wagneriano, Georg Solti. Y como además es amigo de defender causas difíciles, también cabe destacar que ha sido el único que ha logrado interpretar obras de Wagner en Israel a pesar de la tácita prohibición práctica de hacerlo y, cómo no, en medio de una cierta polémica. Fue en 2001, fuera de programa y después de que un grupo de unas 70 personas (de 3.000) abandonara la sala. Interpretó el Preludio y muerte de Isolda de Tristán e Isolda.
Desde entonces no se ha vuelto a hacer Wagner en Israel. Barenboim está convencido de que eso cambiará. Lo aseguraba en 2008 a propósito de una visita a Valencia en la que interpretó en el mismo programa dos conciertos de piano (uno de Beethoven y otro de Brahms) con la Orquesta de Valencia dirigida por Yaron Traub: "Va a cambiar en algún momento", decía. "Pero no es el personaje de Wagner; es la percepción. Hay mucha gente en Israel que debe pensar que Wagner vivió en 1942 y que era amigo íntimo de Hitler".
Aunque en este momento no hay anunciada ninguna nueva actuación de Barenboim en Valencia, esta se encuentra entre las ciudades a las que acude con frecuencia. No solo ha actuado en el Palau de la Música, donde además del citado recital de Schubert en 2010 y del concierto con la orquesta en 2008 hizo al menos un memorable programa Wagner con la Filarmónica de Viena y fue distinguido con la medalla del auditorio. También en el Palau de les Arts ha tocado acompañado por la Orquestra de la Comunitat Valenciana bajo la dirección de su amigo Zubin Mehta.
Comer a la española
Muchas más cosas habría que decir sobre Barenboim, como recordar sus espléndidas grabaciones de Brahms y Beethoven para Emi con la que fue su esposa Jacqueline du Pré, tempranamente fallecida. Pero prefiero cerrar estas líneas con la evocación que hace de su infancia en Argentina y el arraigo de determinada manera de ver la vida en el libro Una vida para la música. Recuerda que "la idiosincrasia argentina le debe bastante a la cultura europea" y que "la influencia española, en particular, es muy fuerte, y esa especial propensión para disfrutar de la vida es una característica muy latina".
Y confiesa: "Más allá de la admiración que siento por otros estilos de vida, como el anglosajón o el alemán, me resulta muy agradable esa cualidad latina de atribuir importancia a las cosas más simples, como la comida del mediodía. No he podido habituarme a la costumbre americana de almorzar una hamburguesa entre dos ensayos".
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