-¿Qué convierte a un diseñador en alguien famoso?
-A mi me gustaría pensar que es su trabajo, lo que pasa es que en la moda se suele valorar más la persona que el trabajo hecho. En mi caso me encantaría que mis prendas fueran las famosas.
-Sin embargo cerró la tienda y dejó de exportar ¿tan mal está el patio?
-Está mal, pero también necesitaba un momento de reflexión. Empecé hace diez años y todo fue muy rápido, muy intenso y sobredimensionado. Mi empresa era pequeña y yo alguien sin experiencia. Llegó un momento en el que no tenía vida privada. Actualmente me estoy replanteando el negocio desde otra visión y marcándome objetivos a largo plazo. No me interesa correr. Precipitarse en la moda es equivocarse.
-¿Culpamos a la crisis?
-En el sector textil siempre hay crisis y en todo caso los jóvenes diseñadores nacimos con ella.
-¿Cuál es su próxima meta?
-Tener la libertad de seguir haciendo lo que hago y más que por obligación por devoción. Tengo varios proyectos. El más importante: exponer mis diseños en otra clase de foros, como teatros o la calle, donde a modo de pasarela pueda introducir elementos artísticos que lo enriquezcan. Me gusta el concepto de "Des-Fil", que además de moda comparte protagonismo con otras artes.
-¿De dónde bebe, de la sociedad, de lo que pasa en el mundo, de lo que le pasa a usted?
-Sobre todo de lo que me pasa a mí, de mis experiencias, de lo que me emociona, de lo que me pone triste. Siempre desde un punto de vista personal. Por ejemplo, me gusta contar cosas que me ponen la piel de gallina.
-¿Su último escalofrío?
-La metamorfosis de Kafka y la mujer que estuvo con él durante los últimos días de su vida. De esta impresión nació una colección. Recientemente me atrae mucho el mundo de los sueños y la voz de la cantante que participa en mi desfile. La voz de Laura Gómez del grupo Lek Mun me pone los pelos de punta.
-¿Sus trajes se ven por la calle?
-Sí porque tengo varias líneas en cada colección. De hecho la mayoría de mis prendas son para llevar diariamente. Y soy la primera que me visto con ellas, salgo de fiesta, a cenar, de viaje...
-¿Le gusta comprar moda en la competencia?
-Claro, me gusta la moda y me encanta llevar ropa de otros diseñadores a los que admiro.
-¿También le apasionan las marcas comerciales?
-Menos. La verdad es que no voy de tiendas. Si tengo una necesidad me la confecciono yo. Prefiero seguir mi estilo y utilizar mis tejidos.
-¿Sus precios se adecúan a la crisis?
-La verdad es que sí, lo que pasa es que ahora la gente ha dejado de invertir en ropa. Desgraciadamente se ha perdido el valor de las prendas porque ahora pueden adquirirse por precios irrisorios.
-¿Qué valora más: el diseño o el tejido?
-Me gusta trabajar con tejidos naturales porque me permite comprarlos en crudo y teñirlos. Cada vez más busco uniformidad en mis colecciones y por eso el colorido se tiene que adecuar al espíritu que estoy tratando. En cada colección creo mi propia carta de color que me da libertad para crear.
-¿Las tendencias de moda son inspiración o copia?
-No sabría responder. Huyo del mundo de las tendencias. No me apetece estar dentro porque no puedes ser libre. Creo que bombardean al público final y no lo dejan elegir. Les incitan a seguir corrientes sin que puedan analizar si el color o el estilo es el que les va, se dejan arrastrar.
-¿Los países asiáticos se atreven a copiar a los jóvenes diseñadores?
-Sin duda, igual que a los grandes. En confección lo tienen todo controlado. Patentar un estilo actualmente es imposible. Quizás puedas patentar una prenda, pero con que le cambien de sitio un botón ya no hay plagio.
-¿Para usted la mujer es un conjunto de...?
-Sentimientos, vivencias y experiencias positivas y negativas.
-¿Ser empresaria no está reñido con ser creativo?
-En cierto modo, sí. Reconozco que los diseñadores tendríamos que tener alguien detrás que gestionara nuestras empresas porque todo a la vez no podemos llevarlo. Como le pasó a Amancio Ortega. Los diseñadores pensamos más con el corazón, pero una empresa crece con la cabeza. No obstante yo soy más feliz dejándome llevar.
-¿Le gustaría vestir a algún político?
-Prefiero no encontrarme en esa situación, son demasiado formales y correctos y seguro que están bien asesorados.
-De la aguja, ¿uno puede evadirse?
-Sí, en mi casa. Como no estoy mucho en ella, me encanta llegar y verme rodeada de mi música, mis libros, mis películas, mis espacios. Soy muy urbanita y me encanta estar conmigo misma. Nunca he pensado formar una familia y hoy por hoy es un tema que me viene grande.
-¿Además de trapos de qué habla?
-De música, de cine y de empezar a tocar el piano. Es un tema que tengo pendiente y quiero empezar a practicar antes de que acabe el año.
-¿Le quita el sueño la competencia?
-No, creo que pensar en ello es una pérdida de energía. Procuro hacer mi trabajo lo mejor que sé y que cada uno haga el suyo. Eso sí, conmigo misma soy muy dura. Veo los errores en cada desfile y los corrijo inmediatamente.
-¿Quién es más competencia para usted, Zara o los chinos?
-Personalmente los chinos no son competencia a nivel de diseño porque no soy tan conocida como para que me copien, así que en este sentido Zara sería más competencia porque está más pendiente de las pasarelas y de las nuevas creaciones. Ahora, al no estar dentro de las tendencias me alejo de ellos y me acerco a los clientes que buscan algo distinto.
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