VALENCIA. En los tiempos que corren poco valor cuantitativo tienen las acciones del Valencia CF. Atrás quedaron los días en que sumar a tu causa un ‘paquetito' de 1.500 títulos podía y decidía votaciones. Sin embargo, el otro día paseando por los aledaños de Mestalla, los pesos pesados del valencianismo, -los de antes y los de ahora-, no tenían ningún sonrojo en explicar que ya habían delegado sus títulos a favor de Manuel Llorente o que le iban a apoyar sin ambages.
Llegó la Fundación y, no por menos esperado, es sorprendente como las promesas de que el patrimonio de los patronos no se verá afectado y que el préstamo de Bankia va a ser renegociado, bastaron para que el presidente obtuviera el apoyo absoluto de sus compañeros fundacionales. Sin embargo, no son los títulos de la Fundación los que más me llaman la atención, sino más bien esas 75.000 delegaciones que atesora Llorente. Entre ellas, qué vueltas da la vida, las de Rafa Benítez. Para anécdota, un botón, que diría aquel.
Y mire usted. Me sorprende este apoyo societario al presidente sin ambages en estos tiempos de brutal crisis económica. Es raro que en la época en la que caen gobiernos, la corriente contestataria, crítica -siempre constructiva- sea una luz mortecina al final de una bruma. Vamos, que esté desaparecida. Y está claro que esos apoyos que se empeñan en mostrar al más mínimo telefonazo las fuerzas vivas del valencianismo, son más un refuerzo cualitativo, quizá personal, que otra cosa. A nadie se le escapa ya que con las acciones de la Fundación el actual Consejo hará y deshará a su antojo. ¿Por qué entonces este ánimo por alinearse al lado de la directiva?
No me caben muchas explicaciones ante el fenómeno: ¿Creer en lo que ves?; ¿Creer en lo que tienes, ya sea mucho o sea nada? ¿Creer la enésima promesa de que el Valencia no se ahogará a corto plazo? ¿El desánimo?
El caso es que el presidente ha sabido presentarse como la única tabla de salvación ante un banco y un gobierno que se diluyen con el paso de los meses y los acontecimientos económicos que nos/los azotan. Algo debe tener este Llorente para que su otrora rival Benítez le apoye junto a 75.000 fieles más en su cruzada por evitar el abismo al que está abocado el Valencia. Y es mérito reconocerle que su modelo ha funcionado, pero no es menos indudable que el modelo se empieza a agotar. Vender y rezar para entrar en la Liga de Campeones tiene un límite. ¿Cuál? Quizá esté cerca. Quizá sea este año.
No será el problema del presidente y su Consejo la Junta General y dar cuentas de unas soluciones que ni se vislumbran en el horizonte. El problema vendrá después, porque no vale con acabar el año no perdiendo dinero o ganando unos pocos euros. Las deudas asfixian al Valencia y ya poco o nada queda por recortar. Bueno, ¿o sí?, porque este paseo militar en la Junta General no evitará que algún accionista se deje una pregunta incómoda en el tintero: ¿En una época de recortes por qué lo único que no baja es el sueldo del presidente? Sería al menos un buen detalle. Un buen gesto y un gran ejemplo.
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* David Torres es jefe de redacción de deportes de Canal Nou Televisión Valenciana
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