VALENCIA. Coffy Entertainment afronta la crisis en la escena musical con un sistema para potenciar nuevos grupos basado en las posibilidades que ofrece la red. "Sí, tiene algo de FarmVille", bromea Pablo Serra, responsable de Coffy Entertainment. Y reconoce con una sonrisa que su nuevo modelo de negocio para vivir de la música en España puede recordar algo al famoso juego de Facebook que ha convertido a miles de usuarios en e-granjeros.
El reto es difícil pero está dando buenos resultados: como no hay dinero, de algún sitio hay que sacarlo. Y ese ‘algún sito' es la red. De momento, capea la crisis y cada mes los resultados son algo mejores que el anterior.
Serra, con su socio Llorenç Miralles, creó en 2007 la discográfica Coffy Records. En cuatro años se consolidó como una de las independientes más potentes del mercado español gracias a su apuesta por nuevas promesas del hip hop. "A veces, sin casi poner un cartel y sólo con las redes sociales llenábamos locales de 2.500 personas por media España cuando grupos mucho más conocidos tenían problemas con salas de 1.000".
La clave del éxito fue sencilla: mientras unos luchaban contra la ‘piratería' ellos regalaban sus discos en su web (con carátula y todo) el mismo día que llegaban a las tiendas. A veces, antes de iniciar la descarga había que ver un anuncio (de firmas como Seat, otra fuente de ingresos), pero normalmente ni eso. "El mercado había cambiado y muchos se negaron a reconocerlo y empezó la guerra contra internet, que estaba perdida de antemano: nosotros apostamos por los directos y nos fue bien". La ecuación que les salvó fue: más descargas de un autor, más promoción y más público pagando por verlo en directo.
En 2011 Miralles delega el control de la sociedad en Serra y la discográfica se reinventó para convertirse en Coffy Entertainment, un proyecto que dio dinero desde el principio. "Lo primero que había que tener en cuenta es que las discográficas como tales estaban prácticamente muertas y, por mucho que acusen a la piratería, el acta de defunción llevaba la firma de los ejecutivos, sus sueldos megalómanos y sus inversiones desproporcionadas en grupos cuyo principal atractivo era hacer lo mismo que otros que estaban de moda". Se imponía un nuevo enfoque y ha dado resultado.
"Antes las productoras presumían de los grupos que tenían en catálogo. Nosotros apostamos porque el grupo tenga personalidad propia, independientemente de para quién trabaja. Si los de Google, que se las saben todas, premian en sus algoritmos de búsqueda los nombres propios es porque creen que el personal branding (marca personal) es importante. Y a eso nos dedicamos, a los grupos que tienen personalidad propia", explica.
Coffy Entertainment se dedica básicamente a la gestión de los contenidos digitales de los grupos (vídeos de Youtube, Spotify, iTunes...) y a crear la marca personal de cada grupo. "Antes estábamos centrados en el hip hop pero ahora, al haber superado el concepto tradicional de ‘productora', podemos abarcar todos los géneros y estilos. La única condición es que el grupo, sea nuevo o tenga cierta trayectoria, aporte calidad". La clave de su anterior empresa (que convirtió al valenciano Alberto Gambino en un fenómeno nacional) fue apostar por desconocidos con talento. Funcionó y no hay motivos para cambiar.
"En Internet hay dinero. Por supuesto, no hay millones al alcance del primero que pone la mano, pero sí hay suficiente para ir avanzando poco a poco", señala. Utilizando la distribuidora digital The Orchard (que sigue la huella digital de los contenidos que suben a Internet) vigilan en tiempo real cuánto dinero da cada vídeo y cada canción de sus grupos en las distintas plataformas. "Algunos ganan unos céntimos y otros están generando más de 1.000 euros al mes, pero lo importante es que no han invertido nada y que ellos deciden cómo gestionan sus ingresos".
Coffy Entertainment cobra un 20% de lo que ganan las bandas con las que trabajan, independientemente de cuánto generen. Sobre el 80% restante, "los músicos tienen el control total", explica Serra. "Se lo pueden quedar todo para ellos o, a través de nosotros, reinvertir en promoción", añade. Todo el mundo puede subir sus contenidos pero para iTunes o Spotify, un grupo de música sin una infraestructura que les apoye son unos amigos que se divierten tocando. "Coffy les da la cobertura y visibilidad que necesitan para tener más peso, ya que siempre es mejor ir respaldado por un sello", añade.
Aunque todo el mundo ha escuchado hablar de un tipo que colgó un vídeo en Youtube y lo vio un millón de personas, nadie recuerda al millón que colgaron el suyo y no lo vio ni su familia. "Yo no digo que sea fácil, sólo que en Internet sí hay dinero si las cosas se hacen bien", apunta, "y muchas veces lo que se consigue va mucho más allá de lo que la gente se pueda imaginar".
Serra pone como ejemplo a la banda valenciana Metropol. Todavía no llena grandes salas, pero tiene un montón de fans por todo el mundo. "Tienen una proyección internacional brutal. De los 10 temas que hay en el mercado, hay diez vídeos diferentes y la mayoría los han hecho gente de otros países (EEUU, Italia, Australia...) que ni conocemos. Simplemente les gustó el grupo y nos lo enviaron", señala.
Metropol marca el tercer escalón al que un grupo puede subir en Coffy: "Convertirse en una apuesta personal", explica Serra. "Aquí ya no son ellos los que tienen que autofinanciarse sino que Coffy comparte con ellos la inversión y yo me convierto en su manager, es decir que reencargo de las relaciones con la prensa, la gira, la promoción... Por eso una forma de ver a Coffy es como semillero de nuevos talentos", señala.
Entre los grupos con los que trabaja, ya hay varios que han dejado claro que tienen nivel suficiente. Su lista incluye a John Scott (folk muy personal), Mediterranean Roots (reagge), Llegando a Normandía (pop-rock), El Hombre Viento (inclasificable)... "Algunos son auténticas estrellas en lo suyo, aunque en los medios tradicionales no se les haga caso", explica. Un caso es el del valenciano Kinky Bwoy, con más de 15.000 seguidores en Twitter. "Un día nos llamaron del programa Hermano Mayor. A uno de los participantes le preguntaron a quién quería conocer y resulta que era un fan de Kinky Bwoy. Eso demuestra que llegamos a la gente y, en ese caso, logramos salir varios minutos en una televisión nacional sin tener que pagar un duro, lo que contribuyó a promocionarle aún más", comenta.
Los fans y el boca a boca funcionan mejor que muchas campañas y permiten crecer sobre una base más sólida. "Aquí nadie tiene una canción pegadiza y el resto es de relleno, todos se lo curran", dice Serra. Apenas editan CDs, sólo para vender en los conciertos como merchandising o para mandar a la prensa.
El hombre que aún confía en Valencia
Sobre el futuro, Coffy Entertainment puede permitirse el lujo de ser optimista. "Uno de los problemas de la música es que el modelo ha cambiado y no van a volver los viejos tiempos. El caso de los festivales es un buen ejemplo: fue una burbuja que creció al calor del dinero público y unas expectativas empresariales discutibles: mejor si duraban cinco días que cuatro, aunque fuera a base de sumar grupos de cuarta fila. Al final la música quedó como excusa. Esa mentalidad explica que el FIB esté ahora en suspensión de pagos y Rototom, mucho más modesto pero con una personalidad muy definida, tenga todas las papeletas para sobrevivir".
Organizar un festival es uno de los próximos objetivos de Serra. El primer punto es no aceptar dinero público "primero porque no hay, y segundo que el poco que hay se tiene que invertir en cosas más importantes como sanidad, educación... A lo mejor en los 80 o los 90 hacía falta ayuda pública para consolidar la industria musical en España, pero ahora la clave está en los patrocinadores", añade. "Para eso es necesario una oferta cuidada y no una simple suma de bandas, y que la cita sea un acontecimiento que no sólo se disfrute de puertas del recinto hacia dentro", dice.
¿Sería posible hacer algo así en un páramo musical como es Valencia? "Estoy seguro. Cuando Nueva Orleans se inundó, al cabo de una semana ya se hablaba de la reconstrucción. Aquí se han hecho cosas mal, y hay que reconocerlo, pero lo que no podemos es estar paralizados y lamentándonos todo el día hasta que los problemas se solucionen solos", afirma convencido. "Habría que buscar una buena idea y sumar el esfuerzo de todo el que crea en ella, y estoy seguro de que saldría bien", añade. Lo más curioso es que su discurso suena más realista que optimista.
hola,somos una banda valenciana con temas nuestros.tocamos pop-rock.estamos a la disposicion de ver vuestro proyecto,un saludo y gracias
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