VALENCIA. En el caso improbable de que los ciudadanos de Valencia abandonen alguna vez su apasionante costumbre de acercarse a la playa de El Saler para hacerse fotos con los barcos encallados, tienen ante sí otras opciones de turismo urbano. Por ejemplo viajar a otra época dentro de la misma ciudad.
Hubo un tiempo en Valencia en el que las cenas de Nochevieja estaban prohibidas en restaurantes y hoteles. En el que existía un día sin postre, con sanción para quien lo incumpliera. En el que la ‘delantera eléctrica', el ciclismo y los largos en la piscina de Las Arenas eran tendencia entre los aficionados al deporte. Un tiempo en el que escaseaba el aceite, el pan, las patatas, las alubias y los garbanzos. Y en las cartillas de racionamiento se incluían solo 150 gramos de pan negro (de pan blanco ni hablamos; qué lujo). En el que la prensa difundía con arrebato noticias como las iniciativas municipales para construir viviendas protegidas en el entorno de la calle Artes Gráficas, o la presencia del alcalde Barón de Cárcer en el primer cursillo de puericultura.
Todo esto sucedía en los meses posteriores a un miércoles 29 de marzo de 1939 en el que el coronel Casado anunciara por los micrófonos de Unión Radio Valencia que la ciudad se había rendido al General Franco.
Los nombres y apellidos de algunas extremidades urbanas empezaron entonces a cambiar. La Avenida 14 de abril pasó a ser la de José Antonio (hoy Antiguo Reino de Valencia) y la Plaza de Castelar era rebautizada como Plaza del Caudillo (hoy del Ayuntamiento).
Sobre la ciudad se superponían desfiles y shows de reafirmación franquista que vistos ahora resultan entre espeluznantes y kitsch. De la escuela norcoreana de Kim Jong-Il pero con menos color.
El ritmo institucional se concentraba en el área geográfica que partía desde la epicéntrica plaza del Caudillo y el Ayuntamiento hacia la Capitanía General, llegando por el sector fluvial a los Jardines del Real y la Alameda y virando hacia la ciudad vieja y la Lonja.
Siete décadas después algunos espacios y edificios han perdido su carácter de antaño o directamente no existen. Otros conservan intacto su rango y permiten recrear los momentos de ocio y los actos de poder de la elite franquista.
· El Teatro Principal servía de localización para cualquier acto con cierto trazo cultural. Conciertos de la Orquesta de la Falange. Cursos de "perfeccionamiento de orientación profesional del Magisterio". Un belén viviente representado en las navidades del 39 por las Juventudes Femeninas de Acción Católica. O el recital del pianista polaco Niedzielski, al que asistieron "señoritas gallegas y vizcaínas", como obsesivamente apuntaba siempre el enviado de La Vanguardia Martín Domínguez.
El Teatro Principal también albergó durante años los Juegos Forales, que tuvieron como reina de 1940 a la hija de Franco, Carmen, en un acto que finalizó entrada la madrugada, con la joven Carmen subiéndose en la calle Barcas a una carroza tirada por cuatro caballos.
· En la Plaza del Caudillo y el Ayuntamiento concluían los primeros desfiles oficiales por la 'liberación' de Valencia. En el acto inaugural del franquismo se concentraron ochenta mil personas según estimaciones oficiales (más o menos como cuando el Valencia le ganó la Liga al Madrid de Zidane). La Virgen de los Desamparados, custodiada por el Ejército, fue introducida en el ayuntamiento bajo "un fervor hondo y emocionante, una profunda e íntima impresión jamás antes sentidas", en palabras del corresponsal, todo pasión, de ABC.
· Uno de los lugares con encanto más expresivo en toda la ciudad es La Lonja, que embelesó también a la jerarquía franquista. En la Lonja se organizaban ciclos de conferencias sobre asuntos graves como la epopeya de la conquista de Jaime I. Y se comía, se comía mucho. En la primera visita de Franco a Valencia como presidente del Gobierno se organizó un lunch en medio del salón columnario. A las doce y media del mediodía allí comieron Franco y colaboradores en un almuerzo servido por Chicote, llegado expresamente desde Madrid.
· La médula militar del régimen era Capitanía General, el antiguo Convento de Santo Domingo, en la Plaza de Tetuán, elegido por el general Aranda como su cuartel de cuarteles. En el edificio se arremolinaron desde el principio los jerarcas de la ciudad y fue el lugar de partida de las primeras exhibiciones.
· Pero el auténtico espacio de concentración se hallaba en el Paseo de la Alameda. El manifestódromo. Propicio para paradas militares y demostraciones de fuerza. Fue el 22 de abril de 1942, domingo, cuando desde las tres de la tarde desfiló la "Falange levantina" bajo la mirada del ministro de Gobernación Serrano Súñer. Según la organización, 250.000 falangistas extendidos por los márgenes del Turia. Tal vez exageraban. También la Alameda acogía, como lo hace ahora, la Batalla de Flores.
· Donde hoy se ubica la Diputación de Valencia, el Palacio de los Marqueses de la Scala, en la Plaza de Manises, entonces era el edificio central de ‘Lo Rat Penat', una organización en plena actividad donde almorzaron Carmen Franco e hija.
· Un cambio de usos similar al del Palacio de los Marqueses de la Scala ocurrió con el Palacio de Benicarló. Quizás el edificio de más ligazón histórico con el poder. Construido como residencia de los Borgia en Valencia en el siglo XV, acabaría siendo sede del Gobierno Republicano. Era la residencia de Franco en la ciudad y fue comprado por el Estado en 1973 para cederlo al Movimiento Nacional. Actual sede de las Cortes Valencianas.
En aquellos años el esplendoroso San Miguel de los Reyes, cercado por huerta y hoy Biblioteca Valenciana, era presidio nacional. Multitud de actos de 'partido' tenían lugar en el paraninfo de la Universidad. El Gran Visir de Marruecos visitaba la ciudad y pasaba la noche entretenido en el Teatro Apolo, en la calle Juan de Austria. Varios ministros dormían en el Palacio de Ripalda (trágicamente desaparecido). Se abrían policlínicas en las calles Guillén de Castro y de Lauria. Se proyectaba la construcción de viviendas en los devastados Poblados Marítimos. Y los periódicos daban cuenta de noticias trascendentes, como la llegada a Valencia de la primera paloma mensajera, tras tardar 4 horas y 58 minutos en recorrer el trayecto Madrid-Puerto de Valencia.
Gracias,algunas veces es interesante para los desmemoriados,para los que llegamos de "afuera" tener una imagen de lo que "fue" Valencia "antes de" y "despues de" solo le faltara cuando pueda hacer un simil con la actualidad.- Le deseo un tranquilo y sereno dia de la Hispanidad tan discutida en cuanto a los origenes por algunos justamente "desmemoriados".- Atte Alejandro Pillado Valencia, 12 de Octubre del 2012
Gracias por este gratificante flashback. Cuanta caspa junta
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