Las cuentas del ejercicio 2011-2012 ponen en evidencia que sin los ingresos de la Champions y sin jugadores que vender el club registraría fuertes pérdidas
VALENCIA. El temor de los aficionados del Valencia CF a que las urgencias económicas del club acaben pasando factura a la faceta puramente deportiva de la entidad de Mestalla amenaza con convertirse en una realidad con un inicio de temporada preocupante. Pero más allá de las aspiraciones deportivas, los resultados de los partidos de la Liga se han convertido en una exigencia económica para la supervivencia futura del Valencia CF SAD.
Las cuentas que la entidad que preside Manuel Llorente presentará ante la junta de accionistas del próximo 9 de noviembre arrojan una peligrosa incertidumbre sobre la capacidad del club de mantener una independencia financiera que en estos momentos ya cuesta sostener.
Según la cuenta de resultados, el Valencia CF obtuvo en el ejercicio 2011-2012 un beneficio neto consolidado de 5,32 millones de euros. Este dato es el mejor de los logrados por la entidad en los últimos años. De hecho, en la temporada anterior los beneficios fueron de apenas 0,3 millones y un año antes prácticamente hubo equilibrio. Antes, todo fueron pérdidas.
Pero ese dato positivo se consigue con una serie de operaciones que escapan al negocio ordinario del club. De hecho, el traspaso de Juan Mata al Chelsea fue la clave del beneficio. En las cuentas, que adelantó este lunes El Economista, el resultado de explotación fue de 22,58 millones de euros, a los que la compra-venta de jugadores (fundamentalmente Mata y Topal, ya que Jordi Alba ya se contabiliza para el presente ejercicio) supuso un beneficio de 23,7 millones netos.
Es decir, sin las operaciones con los jugadores (que en las cuentas aparecen como enajenación de inmovilizado), el Valencia CF habría registrado unas pérdidas de algo más de 1,12 millones. Si a esa cifra se añaden los 16 millones de gastos financieros, que están a parte, las pérdidas se elevarían notablemente.
Afortunadamente para el Valencia CF, en este ejercicio ahora cerrado aún ha podido ingresar por la venta de jugadores, con lo que, tras pagar los intereses de la deuda, le ha dejado un resultado bruto de 8,26 millones, 5,32 millones tras pagar impuestos.
Los resultados del Valencia CF, en todo caso, están sujetos con alfileres. A la obligación de renegociar la deuda de 245 millones que vence a final de este año, se une la necesidad estructural de tener unos ingresos vinculados ya no solo a la venta de jugadores (activos que tienen un límite si no surgen nuevos talentos en la plantilla) sino también a los ingresos por competiciones europeas.
En la partida de ingresos, el club de Mestalla registró el año pasado un total de 119,6 millones, un 2,4% más que el año precedente. El grueso de esa cifra llega por los derechos de televisión, 42 millones, y por la participación en la Champions League y en la Europa League, especialmente por la primea. Por la participación en Europa el Valencia ingresó 25 millones.
En el ejercicio actual, que se inició en agosto, el club ya tiene garantizada parte de esa cantidad solo por participar en la liguilla de grupos. Pero para poder asegurarse esos ingresos en años sucesivos debe acabar en las primeras posiciones de la Liga.
EL PAGO DE LA DEUDA, UNA POSIBILIDAD INCIERTA
Pero incluso dándose todas esas felices circustancias, el Valencia CF alcanza unos beneficios netos muy limitados para poder amortizar su deuda financiera. Si bien logra pagar los elevados intereses del crédito a corto plazo, la amortización del capital con unas ganancias de cinco millones como las de este año se antoja complicado. Si a ello se une el hecho de que todas las operaciones de desinversión que realiza se absorben por el presupuesto anual, la situación se complica.
Este es el contexto en el que juega el Valencia CF tanto en la parte deportiva como en la económica. En la primera, la venta de sus principales activos le puede llevar a un peor rendimiento en la Liga que afecte a los ingresos. En la segunda, sin garantías de poder generar ingresos recurrentes de su actividad ordinaria, la renegociación del pasivo con Bankia es difícil.
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