VALENCIA. Desayuno con Viandantes surgió a finales de 2008. En ese tiempo el cielo ya tenía un color grisáceo tirando a oscuro carbón. Y las desviaciones de déficit comenzaban a jarrear. Fue el momento elegido por un grupo de amigos dedicados a la arquitectura, la educación o las bellas artes para comenzar a salir a desayunar a la calle en espacios públicos más o menos censurados por el día a día.
Sus nombres son Arnau de la Cueva, Boris Strzelczyk, David Estal, José Berenguer, Manuel Ibarra, Michael Filez, Raül Yago... Valencianos de origen o adopción. Y aunque piden no ser señalados, forman parte de una generación de habitantes afanados en no perder su ciudad. En darle más valor. Ponen tanto esfuerzo que tal vez acaben consiguiéndolo.
En una charla con ellos se intuye rápido que, como en el mito del dedo y la luna, más que al desayuno y al bollo, hay que atender hacia dónde miran los que desayunan.
No los entienden -los desayunos- como un acto reivindicativo. Porque posiblemente son algo más: el intento de convertir lugares de paso en lugares de destino. Recuperar los presuntos genes mediterráneos que en el pasado pululaban por plazas y calles. Cuestiones irrelevantes para los que miran al dedo en lugar de a la luna.
A cada desayuno mensual, convocado, como cualquier cosa, a través de sus redes sociales, suelen acudir alrededor de 150 personas. Niños, padres, abuelos y viceversa. Desde 2008, como una masa nómada en peligro de expansión, han cercado la ciudad desde la calle Poetas Anónimos (en los límites de Benimaclet), hasta el cementerio del Grao. De la calle Alboraya al refugio antiaéreo del Lluís Vives. De los vagones de la línea 3 y 5 de Metro Valencia, a los jardines del Parque de Cabecera.
Cuando todo cae, son estas iniciativas discretas las que están logrando dar algo de color al caos. Valencia, copiosa en espacios para rendir culto al aire libre, parece un lugar idóneo para ello.
Una selección breve de sitios destacados nos lleva a estos cuatro puntos convertidos de manera insólita en lugar de desayuno:
· Torres de Serranos: En la reciente edición de Feria Hábitat, el monumento de las Torres de Serranos fue elegido por una empresa de muebles para celebrar su fiesta privada de madrugada. Desayuno con Viandantes, con menos ruido, acudió el último sábado del pasado octubre. Dos centenares de personas y una gramola llegaron, subieron y se pusieron a desayunar con Valencia a sus pies. Un guardia acudió, vio los cafés, y se marchó.
· Refugio Lluís Vives: Uno de esas localizaciones casi incógnita del patrimonio urbano. Refugio antiaéreo de la Guerra Civil, sito en el instituto Lluís Vives para resguardo ante los bombardeos italianos y alemanes. Aquí, en el primer desayuno de 2012, se reunieron casi 300 personas. Entre los más mayores había ancianos que llegaron a estar dentro del refugio durante los bombardeos. Ahora degustaban tostadas de mantequilla y mermelada acompañadas de recuerdos.
· Iglesia Santos Juanes: Con permiso del cura, la bandada de ‘desayunantes' colocó sus mesas en la parte exterior la iglesia Santos Juanes, ante una visión bien plena de la plaza del Mercado, frente a la Lonja y al lado del Mercado Central. Los precavidos turistas japoneses que salían de la Lonja entre foto y foto, acabaron incorporándose al ágape por cortesía nipona.
· Templete de Alameda: El templete de Alameda, de 1920, es una buena síntesis de la relación de la ciudad con ella misma. El templete fue restaurado, equipado para actuaciones musicales, con un coste que superaría por mucho el millón de euros. Carece de escalera de acceso y todavía no ha sido inaugurado. Equipados con una escalera portátil y varios integrantes de Sedajazz, Desayuno con Viandantes consumó una inauguración espontánea. Cruasanes y música una mañana de un sábado cualquiera.
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→ Info: Desayuno con Viandantes. Desayunos mensuales en espacios públicos. Si se los encuentra, únase.
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