VALENCIA. Juan Carlos Ferrero, distanciado desde hace tiempo de los focos del circuito ATP, ha optado por dejar definitivamente la raqueta, los viajes alrededor del mundo y la competición, después de catorce años entregado a una profesión que le llegó a contemplar como el mejor del mundo y como el referente del tenis español, héroe de la primera Copa Davis.
Una nueva vida empieza ahora para Ferrero, de 32 años. Una vez finalice su participación en el torneo de Valencia, el último que se ha fijado antes de decir adiós y que acaparará parte de su tiempo a partir de entonces, seguirá ligado al deporte. Al tenis, que ha sido su vida, en su academia, y a los negocios.
Es el nuevo horizonte que contempla ahora Juan Carlos Ferrero, que ha anunciado su retirada pocos días después que el estadounidense Andy Roddick. Con el tenista de Nebraska pujó, durante una época, por la cima del ránking. El mundo estaba en sus manos, entonces.
Era el 2003. El mejor del valenciano, que ya presumía de diez títulos en su historial, entre ellos el Roland Garros de esa temporada, y que ya asumía el liderazgo del tenis español, tras aceptar una prematura responsabilidad en la Copa Davis del 2000, la primera de la Armada.
Ferrero cerraría esa temporada (2003) con tres finales del Grand Slam a sus espaldas. Dos de Roland Garros (perdió la primera ante Albert Costa en el 2002) y la del Abierto de Estados Unidos, que afrontó como número uno del mundo y que ganó Roddick, quién le arrebató la corona en el ránking ATP.
Para entonces, Juan Carlos Ferrero era ya una raqueta consolidada en el circuito. Un hombre a tener en cuenta. La baza española en cada torneo, el jugador que llevó a España a su primera Davis y mostró el camino.
'El Mosquito' fue la apuesta de los capitanes del combinado español. Optaron por Ferrero en lugar de Alex Corretja. El riesgo de un joven de 20 años con hambre de absorber el mundo en lugar de una de las 'vacas sagradas' del cuarteto.
La Ensaladera impulsó a España a la elite y asentó a Ferrero entre los grandes. Ganó el Masters Series de Roma, Barcelona, Estoril y Dubai en el 2001 y uno después Hong Kong, el Masters Series de Montecarlo y disputó la final de Roland Garros, que conquistó en el 2003 junto Valencia y, de nuevo Montecarlo.
Hasta ahí duró su gloria. Desde ese momento, su rival fueron las lesiones. Su último gran papel fueron las semifinales del Abierto de Australia. Pero la aparición de una enfermedad le obligó a apartarse del circuito. No encontró el tono físico. Se lesionó en las costillas y una muñeca. El ránking decayó y quedó al margen de los 30 primeros por primera vez en cinco años.
Ferrero siempre intentó volver. Formó parte del equipo español que ganó la Copa Davis en el 2004, que testificó la irrupción sin freno de Rafael Nadal, y también, a lo largo de las eliminatorias, en la del 2009. Pero ya nada fue igual para el valenciano.
La adquisición de la madurez como jugador reubicó a Ferrero, que no volvió a lograr un título hasta el 2009, en Casablanca. Después ganó en Umag, Buenos Aires y Costa Do Sauipe, en Brasil. Stuttgart, el pasado curso, fue la última vez en la que levantó un trofeo.
Tras sumirse en las profundidades del ránking, que llegó a fijarle más allá de los cien primeros, Ferrero se reencontró con su mejor nivel, recogió los frutos del esfuerzo y regresó a un lugar entre los veinte primeros.
Ahora, desde el lugar 111 del ránking y permanentemente alejado de los focos, el tenista español ha decidido parar. Dar un giro al futuro. Al margen de la competición. De la lucha. De eliminaciones prematuras. Ferrero se ha hecho mayor. Héroe español, número uno durante ocho semanas y referente de la Armada. "Nos hizo vibrar como pocos", resumió Jose Luis Escañuela, presidente de la Federación.
El torneo de Valencia, que pasará a dirigir el próximo año, pondrá el punto y final.
Tenista vale... pero valen$iano cuando le conviene!!
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