MADRID (VP/EP). Científicos del Instituto Scripprs de Investigación en Florida, Estados Unidos, han identificado una proteína, hasta ahora sólo relacionada con un tipo de retraso mental, que desencadena el proceso de adicción a la cocaína en el cerebro.
Los resultados han demostrado que la proteína MeCP2 interactúa con un tipo de material genético conocido como microARN para controlar la motivación individual para consumir cocaína. Esta proteína embota la cantidad por la que el microARN-212 (MiR-212) crece en respuesta a la cocaína, ha explicado el director del estudio, Paul Kenny, profesor del departamento de Terapia Molecular en este centro.
Estudios previos habían demostrado que el microARN-212 resulta protector frente a la adicción a la cocaína, entonces, la conclusión es que la MeCP2 puede regular la vulnerabilidad a la adicción en algunas personas a través de su influencia inhibidora en miR-212. Sin esta influencia, la expresión de miR-212 sería mucho mejor en respuesta a la cocaína y el riesgo de adicción mucho menor.
Esta es la primera vez que se observa el papel regulador de esta proteína para la adicción, aunque ya antes se había demostrado su relación con el síndrome de Rett, un trastorno progresivo de neurodesarrollo y una de las causas más comunes de retraso mental en mujeres.
Estos nuevos resultados vienen a confirmar otro estudio realizado en este centro por el doctor Kenny, publicado en 'Nature' acerca de que el miR-212 ejerce una influencia sobre la respuesta a la droga en ratas. El estudio demostró que los animales con una mayor expresión de este conjunto de ARN no-protéicos, tenían una menor motivación para consumir cocaína, lo que señalaba el efecto protector del miR-212.
Los resultados actuales significan un avance en este estudio porque demuestran por qué el miR-212 no siempre es totalmente protector. Así, la investigación ha comprobado que se debe a la influencia de la proteína MeCP2.
Uno de los principales objetivos de la investigación es comprender por qué algunos individuos pasan del consumo excepcional al compulsivo, hasta convertirse en adictos.
Además, también han determinado que miR-212 podría, a su vez, disminuir los niveles de MeCP2, lo que sugiere que ambos están encerrados juntos en un bucle de regulación. Es importante destacar que los dos tiene efectos opuestos en la expresión de un factor de crecimiento especialmente en el cerebro -llamado BDNF- que regula lo gratificante que resulta el consumo de cocaína.
Si bien el nuevo estudio es una pieza importante del rompecabezas, el equipo de Kenny continua trabajando en este campo ya que todavía no sé sabe exactamente lo que influye en los niveles de actividad de MeCP2 y la expresión de miR-212", ha afirmado Kenny.
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