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VALENCIA. En el río revuelto en el que se está convirtiendo, a marchas forzadas, la política española, comienzan a aparecer, como era inevitable, diversas opciones que se presentan a sí mismas como alternativa y también como superación del sistema de partidos tradicional. Están por llegar, probablemente, algunas más (sobre todo en el centro izquierda), pero ya ha cristalizado una que cabría ubicar a la derecha del PP: el partido Sociedad Civil y Democracia (SCD), orquestado por el ex banquero Mario Conde.

Mario Conde vuelve a la política. Vuelve porque ya se presentó en el 2000, por el CDS (unas siglas casi idénticas a las actuales), con muy poco éxito: 23.000 votos en Madrid, cero escaños. Vuelve doce años después, aunque indudablemente hace años que daba vueltas a algo así.

EL ASCENSO

Mario Conde fue una de las principales estrellas ascendentes de finales de la década de los 80 y, más en concreto, de lo que se llamó la "cultura del pelotazo". En aquella época, el ministro Carlos Solchaga sacralizaba lo que desde entonces ha sido el modelo de crecimiento español: España era el país en el que uno podía enriquecerse más rápidamente. Ya fuera con un Eurovegas, una promoción de 10.000 viviendas o una compraventa apresurada de empresas como si se tratase de un mercado persa, la cuestión no era tanto crear riqueza cuanto cambiarla muchas veces de manos y hacer que su precio subiese rápidamente.

Comenzó su rutilante carrera como abogado del Estado, una dura oposición que aprobó con sólo 24 años. Pero bien pronto vio la llamada de la oportunidad y pasó a trabajar en el sector privado. En concreto, para el inversor Juan Abelló. Juntos compraron la empresa Antibióticos, que a continuación vendieron (1987) a la multinacional italiana Montedison, por 58.000 millones de pesetas de la época, de los que a Conde le correspondieron unos 13.000 (el 23%). Un pelotazo en toda regla para alguien que aún no había cumplido los cuarenta años.

Con el aval de este éxito indudable, Conde realiza su siguiente operación sonada: entra en Banesto, donde es nombrado presidente. Banesto, uno de los bancos históricos españoles, pasaba horas muy bajas. Había estado a punto de sucumbir a una OPA hostil del Banco de Bilbao, y sus accionistas pusieron el banco en manos de una persona joven y de éxito.

Durante seis años, Conde se convierte en uno de los adalides de la cultura del "pelotazo". También, en una alternativa a la derecha "convencional", representada primero por Manuel Fraga y, a partir de 1990, por José María Aznar. Una derecha entonces mucho más débil que ahora, acostumbrada a caer derrotada frente al PSOE y a las disensiones internas, siempre con la sombra de la desintegración de la UCD en 1982 como telón de fondo.

Frente a ellos, Conde venía a ser la alternativa berlusconiana: la del empresario de éxito, con intereses en el sector de los medios de comunicación, que se granjea el favor del público merced a una política de comunicación basada en la imagen. Esto es lo que hizo Berlusconi, por primera vez, en las elecciones italianas de 1994, y lo que posiblemente intentaba hacer Mario Conde, que utilizaría Banesto en su beneficio mediante las inversiones en medios de comunicación a principios de los noventa, como en Antena 3 (y, quizás, también en el diario El Mundo).

Conde se las apañó también para ganarse el favor del Jefe del Estado, el Rey Juan Carlos I. Conde era en esa época habitual visitante de la Zarzuela y ayudó al Rey con varias de sus inversiones económicas. A cambio, consiguió su apoyo para algunas de sus iniciativas, cuestión en absoluto menor en España. Por ejemplo, merced a la intercesión real con el entonces Rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos, Mario Conde recibió un doctorado Honoris Causa por dicha Universidad (junio de 1993), en un acto también presidido por Juan Carlos I.

LA CAÍDA

Pero pocos meses después, en concreto el 28 de diciembre de 1993, ocurre un acontecimiento que dará al traste con las aspiraciones de Mario Conde: el Banco de España interviene Banesto, aquejado de un gigantesco agujero de casi 500.000 millones de pesetas (un agujero tan grande que casi podría competir con alguno de los causados por el ladrillo, veinte años después, en nuestro maltrecho sistema financiero). Conde es destituido y se ve inmerso en una serie de procesos judiciales que acaban por llevarle a la cárcel. Entra en prisión preventiva en la Nochebuena de 1994 y, posteriormente volverá a hacerlo en 1998 y 2002, tras ser declarado culpable en los casos Argentia Trust y Banesto, respectivamente.

La caída de Conde, justificada en la pésima gestión de las cuentas de Banesto, simbolizó el hundimiento de la cultura del "pelotazo" en un momento (1993) en el que la crisis posterior a los fastos del 92 ya arreciaba. Una caída que le vino muy bien a los dos principales partidos, que se quitaron de encima a un, en ese momento, peligroso rival, así como a los nuevos dueños de Banesto: el Banco Santander, que se hizo con Banesto tras presentar la oferta -con diferencia- más elevada en la subasta organizada por el Banco de España, y que comenzó a cimentar allí su situación de predominio en la banca española.

EL ETERNO RETORNO

Comienzan allí unos años de oscuridad para Mario Conde, en buena parte obligada por su estancia en prisión. Publica un libro titulado "El Sistema" en el que viene a explicar que el país está en manos de unos pocos que no consienten que ningún advenedizo pueda ocupar posiciones de verdadero poder y que por eso, y sólo por eso, se produjo su caída. Posteriormente, a finales de los noventa, publica una revista personalista incluso en el título, "MC" (en lo que Conde demostraría ser un precursor de lo que poco después haría Ana Rosa Quintana con su revista "AR"), y se presenta a las elecciones por el CDS en el año 2000, con poco éxito, como ya hemos explicado.

Es más o menos el mismo proceso que seguirá tras su última estancia en la cárcel, finalizada en 2005: publicación de libros, creación de un altavoz mediático, y operación política. Conde publica una serie de libros claramente diseñados para escenificar su vuelta al primer plano del espacio público. En 2009 'Memorias de un preso', centrado en su estancia en la cárcel; en 2010, 'Los días de gloria', sobre su experiencia del poder al frente de Banesto; en 2011, finalmente, 'De aquí se sale', con sus propuestas para superar la crisis económica. Es decir: primero muestra que ha expurgado sus culpas, después que, en realidad, no había culpas que expurgar y fue una víctima del sistema y, por último, que además dispone de soluciones para los problemas de España.

Como complemento de su actividad editorial, Conde participa asiduamente en los medios del Grupo Intereconomía, del que, según indican con insistencia las informaciones aparecidas en la prensa (a pesar de que él lo desmienta) es uno de sus principales accionistas. Y, de hecho, consigue en los últimos meses que el director del grupo, Julio Ariza (ex diputado del PP catalán), abjure de este partido y pase a apoyar el proyecto político de Conde. Además, la cadena Tele 5 se interesa por la figura del ex banquero y rueda una miniserie sobre su vida, aún pendiente de emisión.

Todas estas estrategias, culminadas con la fundación del partido que se dispone a liderar, tienen como constante la incidencia en uno de los argumentos recurrentes de Conde: él no es sino el portavoz de una etérea "sociedad civil" española, aplastada y/o ninguneada por el sistema de partidos y el poder institucional. Un sistema que controla el poder y no permite que los más válidos (como el propio Conde) lleguen a donde se merecen.

Este aparente afán regenerador, así como algunas de sus principales propuestas (como la reforma del Estado de las Autonomías o del sistema electoral y parlamentario) le ubica en un espacio similar al de UPyD respecto del tipo de votante al que se dirige, aunque sin duda mucho más derechizado, dados la figura de Conde y los apoyos mediáticos con los que cuenta. En este contexto, el espacio político en el que puede moverse este partido se dirige hacia un voto de derecha dura y desencantada con el PP, sobre todo con su gestión de la crisis y la teórica "debilidad" de Rajoy ante los diversos y variados enemigos de España (tal y como ellos los perciben).

Se trata, sin duda, de un buen momento para saltar a la arena política, aunque es un personaje demasiado marcado por su trayectoria y sus apoyos. Quizás no tenga éxito en obtener representación, pero sí puede tenerlo en negativo: detrayendo votos vitales para el PP, en las inminentes Elecciones Gallegas y más adelante en otras CCAA, como la Comunidad Valenciana, así como en las próximas (y aún muy lejanas) Elecciones Generales.

#prayfor... MARÍA DOLORES DE COSPEDAL: TRES SUELDOS PARA MÍ, NINGUNO PARA ELLOS

La secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, ha aplicado su peculiar política de recortes en el parlamento de su comunidad, dejando sin sueldo a los parlamentarios, que sólo cobrarán dietas. La iniciativa implicaría, en la práctica, reducir la participación política sólo a los ciudadanos acomodados que pudieran permitírselo (es más fácil renunciar al sueldo de tu trabajo cuando no lo necesitas para vivir que cuando es tu medio de subsistencia). Y, además, genera un estado de cosas enormemente proclive a la corrupción de los representantes políticos.

Es decir: nos encontramos ante una medida pensada para excitar las bajas pasiones: pura demagogia populachera en época de crisis (una cosa es reducir sueldos, y otra eliminarlos). La cosa no merecería mayor comentario, de no ser por la situación particular de quien decidió aplicarla: María Dolores de Cospedal, que hasta hace bien poco cobraba tres sueldos, como senadora, como presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha y como secretaria general del PP (unos 240.000 euros anuales en total), y que, por supuesto, continuará cobrando el que le corresponde como presidenta de su comunidad autónoma. Por no hablar de su intento por colocar a su marido en el consejo de administración de Red Eléctrica española, empresa parcialmente pública, a razón de 180.000 € anuales (unas dietas sin duda mejores que las que pagará Castilla-La Mancha a sus diputados).