VALENCIA. Víctor Llinares (Alicante,1975) ingeniero industrial, socio propietario y cara visible de Bodegas Torre Oria compró a Grupo Natra hace apenas año y medio estos 100.000 metros cuadrados en el Dominio del Derramador, en Requena (Valencia) donde se ubican las bodegas de 5.000 metros cuadrados que elaboran vinos y cavas DO. Su objetivo es expandirse. Para ello cuenta con Vintes, una marca paraguas para la elaboración y comercialización internacional de vinos y cavas. Ha aprendido a desconectar cuando llega a casa, pero su hobby sigue siendo trabajar como aprendió con su padre.
-Ser heredero, aunque no por linaje, de unas bodegas valencianas del siglo XIX con tan solo 36 años, ¿es habitual?
-Bueno, bueno... tengo una pequeña parte de la sociedad y soy la cara más visible del proyecto.
-Pero ¿cómo ha llegado hasta aquí?
-Empecé muy joven trabajando en Procter & Gamble, la multinacional americana que fabrica Fairy, Pantene, Ariel, Olay... y luego en Chocolates Valor, donde acabé siendo director de operaciones. De ambas aprendí mucho. Sin embargo, es cierto, que en ambas me daba cuenta de que muchas cosas se podían hacer de otra manera y por eso, aunque mi vida profesional habían sido los números, decidí cambiar para que también fueran ideas y proyectos.
-¿De niño era tan singular?
-Mi padre fue constructor y desde muy pequeño me inculcó el gusanillo de hacer cosas por mi cuenta. Cada verano me llevaba con él a trabajar, pero no era explotación infantil, me lo pasaba genial.
-¿No era niño de maquinitas?
-¡Que va! Es más, cuando mi padre me veía viendo la televisión me decía haz lo que quieras menos estar ahí sentado porque no te aportará nada. Ve con amigos, con la bicicleta, o ayúdame con los números... y mi hobby acabo siendo el trabajo. Por eso dar el salto y acabar siendo mi propio jefe era inevitable.
-¿Cómo se autodefine. Emprendedor, empresario u hombre con suerte?
-Me considero una persona con ilusiones y expectativas en la vida, que lucha por ellas.
-De los productos de limpieza, al chocolate y de ahí al vino, ¿cuál es el hilo conductor?
-Mi padre tenía muchos amigos relacionados con el mundo del vino y de pequeño llegué a participar en alguna vendimia e incluso pisé uva más de una vez. Sin embargo, cuando tomé la decisión de cambiar no lo recordaba. Avisé con un año de antelación a Valor de que quería irme. Sabía que tenía que encontrar un producto agroalimentario y de expansión internacional. Analicé el aceite, el jamón y el vino. Fue un año de cientos de viajes.
-¿Y se convirtió en vino?
-En uno de los que hice con mi mujer por las bodegas del norte en España tomé la decisión. Una vez tomada estuve un año viajando, informándome, entrevistándome con todo tipo de expertos y sobre todo haciendo números.
-¿El vino español es caro?
-Digamos que la relación calidad precio es de las mejores. Dada la coyuntura económica actual, la gente piensa más dónde gastar y esto hace que los vinos españoles estén ganando protagonismo.
-¿Por qué Torre Oria y el mundo como mercado?
-La crisis se veía venir, aunque no la vieran todos con la misma claridad, y era obvio en esas circunstancias considerar que si una empresa restringía su mercado cualquier problema futuro la debilitaría. Hay circunstancias que no se pueden controlar, crisis económicas en un país, subidas de IVA... y si bien al venderte en más mercados tienes más problemas son mayores las oportunidades que encuentras. Siempre veo el vaso medio lleno. Si diversifico en 29 países tengo menos posibilidades de verme afectado por la crisis en uno de ellos.
-¿En su empresa todo pasa por usted?
-No conozco ningún proyecto nuevo en el que las personas que lo dirigen no controlen todos los detalles. Un negocio funciona porque estás en las grandes y pequeñas cosas.
-¿Y por qué Torre Oria?
-Porque me gustó poder hacer vino y cava con una empresa consolidada y acostumbrada a trabajar en distribución. Desde nuestra entrada hemos efectuado restructuraciones, hemos crecido, aunque no mucho en contratación, y este es el primer año en el que empezaremos a crecer bastante en ventas y obtener buenos resultados por encima de un 20%. Para el año que viene esperamos mucho más porque seguimos sembrando en más países.
-¿Cuál es su tope?
-Menos llegar a Marte o a la Luna, el resto me parece posible.
-¿Cómo se vende un vino valenciano en inglés?
-El inglés es el idioma de los negocios en cualquier país. El sector profesional sí conoce los vinos de Valencia, otra cosa es llegar al consumidor porque su conocimiento de nuestros vinos es menor. Sin duda los eventos, como la Fórmula 1 han posicionado a Valencia en el mundo.
-Rioja, Ribera del Duero, Jumilla, ¿los vinos de Valencia pueden competir?
-Por qué no. ¿Por qué un vino es bueno? Porque procede de una buena materia prima y está bien elaborado.
-¿La crisis de España ayuda a vender fuera?
-Siempre veo el vaso medio lleno. Ser negativo y pesimista no te hace ser más creativo. Por eso cuando veo un problema busco cómo salir de él, no me quedo dándole vueltas. ¿Qué significa crisis? Que hay menos dinero. La gente piensa dos veces dónde invertir su dinero. El vino español es de los mejores en mantener el equilibrio calidad - precio. Es por tanto muy competitivo. Aprovechemos la oportunidad. Un 75% de nuestras ventas se han producido este año fuera de España.
-¿Qué queda de los Oria en la empresa adquirida?
-Queda lo más importante, el nombre de la marca. La familia Oria de Rueda, gallega-vasca, cuando llegó a Valencia en 1890 reprodujo el faro de la familia y con los años se conoció la finca como Torre Oria.
-¿Qué queda de ese espíritu familiar habitual en las bodegas valencianas?
-El vino tiene una parte de negocio y otra de romanticismo. No es lo mismo vender tornillos que vino. Todo lo que suponga un placer consumirlo conlleva cierta delicadeza en su fabricación y al final hasta una filosofía de vida.
-¿Cuánto ha cambiado su vida desde que dejó el chocolate?
-Pregúnteselo a mi mujer. Me levanto a las 6,30 de la mañana y vuelvo a las 21 horas. Es cierto que dentro de unos años confío en bajar el ritmo. Me metí en esta aventura porque era una buena oportunidad y el mejor momento para poder comprar.
-Tengo entendido que en los terrenos de Torre Oria hay una magnífica casa palacio, ¿no se han planteado vivir allí?
-Lo que le faltaba a mi mujer. Trabaja como free lance y la ciudad es su punto de referencia.
-¿Entre el vino y el chocolate tiene dudas?
-No. Me quedo con el vino porque da más juego. Por ejemplo si elegimos un país por cada producto, el chocolate se queda en Suiza, por el contrario el vino...
-Hay quien dice que "ahora cualquiera hace vino" ¿y usted?
-Uno en su casa puede hacer una paella, pero las buenas se comen en sitios especiales. Lo mismo le pasa al vino. Cualquiera puede hacerlo, pues sí, pero... Es cierto que el boom económico hizo proliferar bodegas, algunas muy buenas tecnológicamente, pero sin saber después donde comercializar los caldos. Ese boom ha servido para mejorar. No hay duda. Tenemos grandes enólogos, bodegas, uva... falta venderlo.
-¿Cuál es su opinión sobre la crisis?
-Creo que en España hemos vivido en una nube. Si un día uno sale de fiesta, al día siguiente amanece con resaca que desaparecerá con las horas. España se fue de fiesta y durante años vivimos en una nube. Ahora tenemos una fuerte resaca y no nos podemos levantar de la cama. Saldremos de ello, pero necesitamos tiempo.
-¿Este es el mejor momento para lanzar una nueva marca, Vintes, al mercado internacional?
-Me planteé qué más podía ofrecerle a un cliente cuando conseguía fidelizarlo. Con Torre Oria no tenía suficientes productos. Así nació Vintes, una marca paraguas para la elaboración y comercialización de vinos y cavas que me permite ofrecer a los clientes una amplia gama de productos. Actualmente Vintes incluye vinos de tres bodegas: Torre Oria, que pertenece a la denominación de origen (DO) Utiel-Requena; Antión, que cuenta con 100 hectáreas de viñedos propios en la DO Rioja, e Irius, que tiene 325 hectáreas de viñedo en la zona de Barbastro (Huesca) y pertenece a la DO Somontano. Nos permitirá convertirnos en proveedores de mayor entidad.
-¿Cuándo viaja, qué bebe?
-Vinos, pero no españoles. Me gusta probar lo que hacen por ahí porque así sabes por dónde van los gustos y el mercado.
-¿Una vida vinculada al vino es más alegre?
-Es más social.
-¿El vino es cultura o borrachera?
-Siempre cultura, el que lo ve como borrachera no se ha enterado. Un pastel está bien, ¿veinte pasteles?...
-¿Hay vinos con los que no se levantaría de la mesa?
-Hay varios. Y eso es lo que queremos conseguir. No nos interesa ser puntuados por Robert Parker sino que una persona pruebe nuestros vinos y repita.
-¿Qué vino daría a Merkel?
-Uno joven, afrutado y alegre que le diera viveza. Pero también un cava para celebrar...
-¿El qué?
-Que por fin ha abierto la mano. Alemania tendrá problemas si Europa los tiene. Tendrá que abrir la mano.
-¿Lo ve posible?
-¿Qué alternativas tenemos? ¿irnos a pique? Tarde o temprano dirán que sí a todo.
-¿Cuál es su competencia favorita?
-Chile.
-¿Una fotografía?
-Estar en un restaurante en Japón o EE UU y oír a la mesa de al lado pedir una botella de Torre Oria.
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