VALENCIA. Hay adagios populares sobre los mercados que los veteranos tenemos grabados en nuestro ADN. Dos muy conocidos que afirman aquello de 'comprar al ruido de los cañones y vender al son de los violines' y 'para equivocarse más vale hacerlo uno solo'.
Así que dejando de lado los informes de los bancos de inversión -nuestros enemigos que en esta guerra disparan primero y después vienen las explicaciones- es necesario dotarse de una serie de indicadores caseros -como los flanes de nuestras abuelas- y fáciles de para seguir los mercados
Desde la crisis de 2007 hay tres premisas que para mí adquieren importancia fundamental:
EL LIBRILLO DEL MAESTRILLO
Mi sistema de toma de decisiones -cada maestrillo tiene su librillo- es muy sencillo. Vendo bolsa cuando se dan mayoritariamente varias de las siguientes circunstancias:
Compro cuando sucede lo contrario. Por tanto, no compro en los mínimos ni vendo en los máximos, pero intento coger el 50% del movimiento alcista y me evito el 70% del bajista, ya que este mercado se mueve por ciclos como la vida misma.
SENTIDO COMÚN
Mi consejo es que se construya un modelo sencillo, valorando las variables aquí expuestas u otras con sentido común, mientras los analistas incorporan los nuevos -que ya serán viejos cuando lo hagan- parámetros.
Verán cómo sacan más rentabilidad a sus ahorros que siguiendo los consejos de bancos de inversión, portadas de periódicos o expertos financieros.
La diversificación no funciona en los mercados financieros, ya que en momentos difíciles las correlaciones aumentan y lo que ocurre en la bolsa de España se traslada a la de Alemania y a Wall Street. Ello es la consecuencia de la consideración de todos los activos financieros de la misma clase como activos con riesgo.
Sin embargo, a medio plazo nada tiene que ver, por ejemplo, el comportamiento de Abertis, cuya rentabilidad para el accionista durante estos años ha sido de un 10% anualizado con el de la bolsa.
HORIZONTE TEMPORAL
Poco tienen que ver el sector salud y tecnológico con el sector bancario, aunque siempre subsiste la tentación de vender donde se gana para compensar pérdidas.
Tenemos que aceptar que para un considerable retorno de nuestra inversión en este mundo tan endeudado tenemos que ampliar nuestro horizonte temporal, y pensar que serán nuestras nietas quiénes recogerán el fruto del ahorro. Así que para invertir hágase un 'stress test' con simulaciones extremas (para ver si puede aguantar pérdidas inimaginables antes de conseguir beneficios), sin ocultar la realidad. Precisamente al revés de como lo hacen nuestros bancos.
Nos hemos ganado a pulso la desconfianza de los inversores. Basta leer la prensa y cambiar el nombre de España por el de Grecia o Ruanda y no nos asombraríamos. Falsificaciones de la cuentas públicas, ausencia de seguridad jurídica (preferentes) y falta de exigencia de responsabilidades por doquier. Así que no nos extrañemos de los niveles de la bolsa.
Invertir sin discernir las empresas y sin un examen previo de sus mercados es como coger un cuchillo cuando cae. Tiempo habrá para comprar, principalmente cuando se empiece a recuperar la confianza en nuestra economía, esa virtud que se pierde a la mínima y cuesta mucho recuperar.
RELEVO GENERACIONAL
Claro que para eso es necesario en nuestro país que la actual, veterana e inmortal clase dirigente política, financiera, empresarial y sindical desaparezca dando paso a nuevas personas más honradas, emprendedoras y jóvenes. Todos menos ellos hemos hecho el ajuste y muy doloroso.
Mientras sucede esto, pensemos si no se acerca el momento de entrar en economía real invirtiendo directamente en proyectos empresariales. Una actividad que para el inversor particular aún está en mantillas en nuestro país y que es la que nos tiene que ayudar a salir de la crisis.
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Enrique Roca es analista financiero.
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